Conocido por la enorme y roja Libélula que forma parte del espléndido Andador Escultórico del Complejo Cultural Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el artista Fernando Andriacci presenta en el Museo Internacional del Barroco, una selección que aborda la diversidad de su propuesta creativa.
Emplazada en el interior y exterior del museo, la muestra Algarabías. Una mirada al color, está integrada por piezas bidimensionales y tridimensionales que permiten conocer las expansiones pictóricas que caracterizan al artista. Una propuesta que le ha permitido convertir la ficción pictórica en una fascinante realidad objetual.
Compuesta por pinturas, textiles intervenidos pictóricamente, cerámicas y esculturas en bronce y monumentales, la exhibición introduce a las y los espectadores en ese mundo de algarabías pictóricas que distingue su creación.
El concepto de su obra se basa en la presentación de la alegría. Un reto complejo porque los sentimientos son realidades intangibes que, al carecer de una fisonomía propia, sólo pueden evocarse a través de metáforas. En su lenguaje, Andriacci representa, remite y provoca la alegría a través de la fusión del color con la textura visual y narrativas que conjugan personajes geométricos con animales de poéticas realistas.
Utópicos y fantásticos, los universos de Andriacci convierten las diferencias y contradicciones del mundo real en un equilibrio armónico repleto de humor. Sin temor a presentar sentimientos que actualmente son escasos en las temáticas del arte contemporáneo, el artista se introduce en acciones cotidianas que provocan felicidad como el amor, la convivencia en familia, la relación con amigos, los juegos y el disfrute de la música y la danza. Experiencias que en su mundo las viven tanto las figuras antropomorfas como zoomorfas.
Curada por Samantha Díaz Pinacho en colaboración con Michael López, Juan Carlos Montes y Dominic Dominguez Buis, la exposición Algarabías. Una mirada al color, está constituída por 21 piezas -entre ellas cuatro en formato monumental-, que sumergen a los visitantes en atmósferas seductoras de romances, besos, familias, músicos y alegrías en las que todo puede suceder. Y por lo mismo, el museo recibe a los visitantes con un enorme “Torito” que con su cuerpo invadido de narrativas pictóricas, baila al ritmo de una tuba.
