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Irene: 25 años de dar color a la fiesta de la Santa Cruz en Oaxaca

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Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

En las manos de Irene la madera reciclada, popotes y flores artificiales se convierten en bellos adornos que coronan las construcciones el 3 de mayo, día de la Santa Cruz. “Mi trabajo es todo un arte”, expresa con alegría mientras realiza la vendimia en el crucero de Viguera.

La labor la aprendió hace 25 años y desde entonces lo volvió su empleo temporal. Ella es comerciante de ropa, trabajo al que le pone pausa durante abril para dedicarse al proceso de elaboración de cruces decoradas para dar color a la festividad.

“Este trabajo es bonito porque es un arte y lo hago con mucho corazón año con año. Primeramente, Dios, que nos dé el privilegio de seguir viva y continuar haciéndolo”.

Es originaria de Oaxaca y forma parte de una familia que años atrás se dedicó a la cohetería. La falta de espacios en donde vender y lo riesgoso que resultaba la labor, la llevaron a dar un giro a su actividad, fue entonces que empezó ayudando a una de sus cuñadas. Después comenzó a hacerlo sola y actualmente en esta temporada vende hasta 80 cruces.

A lo largo del año Irene va acopiando madera reciclada de huacales y tarimas. El trabajo es arduo y requiere de fuerza para desclavar y lijar. Después va la capa de pintura o de barniz según se requiera. Una vez formada la cruz comienza el decorado con popotes, diamantina, listones, flores artificiales, pero sobre todo mucho ingenio y cariño.

“Comienzo un mes antes, empiezo a preparar la madera porque es reciclada, es de tarimas y las voy reciclando porque todo ahora esta muy caro. A veces el cliente me pide cruces grandes, a veces más chiquitas porque son para pozos. Hay que buscarle para darles gusto”, indica.

Anteriormente utilizaban el papel de china para hacer las flores, pero la durabilidad era poca, ya que el sol y la lluvia las estropeaban. “La cosa es buscarle mi'ja, no dar muy caro porque la competencia está al cien, y eso es bueno porque el sol sale para todos, aquí ven el trabajo, la calidad y lo reciclado”.

El año pasado elaboró 70 cruces de distintos tamaños, todas se vendieron. Para este año hizo 60 de tres costos distintos: 150, 120 y 80. “Cuando vino la pandemia … la pandemia empezó en marzo. Me pregunté ¿me la rifo?, pues que me la rifo, sea como sea a las cruces no les pasa nada. Me aventé 30, más querían porque nadie vendió”.

El ajetreo de la avenida acompaña su voz. A lo lejos alguien toca el claxon para preguntar costos. Con el carisma que la caracteriza Irene ofrece sus cruces. “Esta es la más bonita, llévele”.

“Aquí vienen muchos maestros albañiles a comprar. Yo con sonrisa, con carisma porque no vendo enojada, les digo: joven lo que se les ofrezca. A veces hecho relajo con ellos, les digo que compren sus flores y su cruz porque si no se va a caer su obra”, agrega con una explosión de risa.

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