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Fernando Botero: maestro del volumen

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Rodrigo Velásquez Torres

En días pasados, el pintor y escultor colombiano Fernando Botero, reconocido mundialmente por su característico estilo de representar figuras humanas y animales de formas redondeadas y llevadas a la exageración, falleció a los 91 años de edad, debido a complicaciones derivadas de una neumonía, según informan algunos medios; otros comentan que, aparte de la neumonía, el maestro padecía Parkinson. La noticia del fallecimiento conmocionó al mundo del arte, pues a pesar de su avanzada edad, el artista continuaba con su producción artística.

Botero nació en Medellín, Colombia, un 19 de abril de 1932. Desde temprana edad mostró su interés por el arte, logrando vender a los 16 años su primera acuarela. Si bien fue autodidacta en las artes, a los 20 años viajó a Europa para estudiar a los grandes maestros de la pintura española, especialmente a Goya y a Velázquez, quienes fueron indispensables en el desarrollo posterior del estilo de Botero. Fue en los años 50 del siglo pasado cuando comenzó a experimentar con la proporción y el tamaño, hasta encontrar su propio lenguaje plástico, el cual él denominaba “el arte de la exageración”.

 

En sus obras abarcó diversos temas, desde la vida cotidiana y la cultura popular latinoamericana, hasta la religión, la política y la violencia. Entre sus series más famosas se encuentran las dedicadas al circo, la corrida de toros, la familia presidencial, la muerte de Pablo Escobar y el horror de Abu Ghraib. En Oaxaca se le recuerda particularmente por la presentación de la serie "Testimonios de la barbarie", la cual que consta de óleos, acuarelas, obras al pastel y al carbón, entre otros, presentándose en el Museo de los Pintores de Oaxaca de diciembre de 2012 a marzo de 2013.

 

A pesar de que Botero fuese considerado uno de los artistas hispanoamericanos más reconocidos y citados en vida, existían voces críticas hacia su trabajo, como el historiador del arte y curador Juan Coronel Rivera, quien afirma tajante que Botero fue un "fenómeno comercial". Según Coronel Rivera: “Su popularidad llevó a muchos museos y curadores del mundo a considerarlo como un artista a tomar en cuenta. Pero, en mi opinión, con él empieza la veneración al mal gusto del público. Se posiciona una línea identificable, una marca plástica, que se relaciona con una suma importante de dinero, pero que no es un producto visual importante. Tener un Botero en tu casa es como tener un Ferrari en tu garaje”, comenta el especialista.

 

Además de la pintura, Botero se dedicó a la escultura, creando monumentales piezas en bronce que se exhiben en plazas y museos de todo el mundo. En Colombia, donó más de 200 obras al Museo Botero de Bogotá y al Museo de Antioquia de Medellín, así como 23 esculturas que adornan la Plaza Botero. Una de sus esculturas más polémicas llamada “Pájaro” sufrió un atentado en 1995 en el cual muchas personas perdieron la vida y varias más terminaron heridos. En recuerdo de las víctimas de aquel atentado, el maestro colombiano donó la escultura "La Paloma de la Paz".

Si bien desde hace varios años el maestro colombiano venía padeciendo una enfermedad que le imposibilitaba realizar ciertas actividades, la muerte de Botero ha conmocionado el imaginario del arte y la cultura mundial. En su país natal, donde se le recuerda como un genio creativo, un maestro del volumen es considerado un orgullo nacional. Su legado artístico perdurará como una expresión única e irrepetible, pues esa es una de las características de los grandes maestros: únicos e irrepetibles.

Hasta siempre, Maestro.

 

"De las series más famosas de Botero se encuentran las dedicadas al circo, la corrida de toros, la familia presidencial, la muerte de Pablo Escobar y el horror de Abu Ghraib".

 

Contacto y réplica:

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