Afirma que su esposo es uno de los que aún mantiene el hacer este recipiente, además de que han innovado creando llaveros, servilleteros y cualquier forma que la piedra les permita.

Admite que la mayoría de artesanos son adultos y hay algunos jóvenes, por lo que espera que esta generación siga conservando el elaborar esta herramienta importante para la gastronomía oaxaqueña. 

Trabajo duro, pero satisfactorio

La artesana admite que el hacer un metate o molcajete es un proceso de semanas, el cual es un trabajo que requiere mucha fuerza al utilizar el cincel, la barreta y marro, para darle el tamaño y forma adecuada.

Agrega que las piedras que no sirven para convertirlas en molcajete o metate, la utilizan para las construcciones, principalmente como adorno en las paredes.

Explica que la piedra que utilizan es muy dura y maciza, mientras que la cantera llega a ser un poco más fácil de moldear, por lo que necesita otro tipo de trabajo.

Entre sus creaciones, doña Artemia tiene molcajetes con forma de tortuga, gallinas, algunos pintados con flores y lo mismo con los metates, los cuales son los favoritos de los invitados a las bodas en esa zona.

Se vende poco a poco

Doña Artemia explica que sus piezas tardan en venderse, pero es seguro que sí lo comprarán, ya sean las personas que visitan cada domingo el tianguis gastronómico que hay en San Juan Teitipac o porque las personas de localidades aledañas como Tlacolula, Teotitlán del Valle y otros, se acercan a comprar.

Comparte que hay localidades en las que cada vez que se organiza una boda, el padrino de Confirmación es el encargado de regalarle a los novios un molcajete para que puedan utilizarlo a la hora de cocinar.

Subraya que a pesar de que existan licuadoras y otras máquinas para licuar, moler o triturar, los molcajetes y metates siguen siendo utilizados por personas que cocinan, ya que el sabor es distinto.

Y las personas lo saben, pues al acercarse a su puesto, no dudan en comprar una pieza para poder hacer mejores comidas con un sazón diferente gracias a este tipo de piedra.

“El atole aún lo hacemos en el metate, el maíz se quiebra igual ahí. La salsa es muy sabrosa haciéndola en molcajete, por eso la gente es más fuerte a pesar de la edad que tengan”, subraya.

Sin embargo, la artesana reafirma que es un trabajo que le gusta mucho y disfruta, a pesar de que sea muy pesado, laborioso y requiere muchísimo esfuerzo, por lo que las piezas que hace son muy pocas al año.

Asimismo, invita a las personas a que visiten su taller ubicado en San Juan Teitipac, un municipio ubicado a 45 minutos de la capital oaxaqueña y que pertenece al distrito de Tlacolula.