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En Oaxaca, las muerteadas de Villa de Etla tendrán a su Miss Mera Mera

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Foto(s): Emilio Morales Pacheco
Nadia Altamirano Díaz

En una familia con normas tradicionalistas, desear en su adolescencia vestirse de mujer era una decisión que Jaciel no podía permitirse libremente. Por eso añoraba la llegada de los primeros días de noviembre para camuflarse entre los disfraces de la muerteada, una suerte de llave para abrir la puerta que le permitía sacar del clóset los deseos guardados para lograr empalmar su aspecto físico con la identidad de género que le hacía sentir cómodo.

Con sus particularidades según cada municipio del Valle de Etla, las muerteadas asemejan una fiesta carnavalesca que comienza por la tarde o noche y se prolonga hasta el día siguiente. Las personas que asisten, disfrazadas o no, recorren las calles de la población guiadas por una banda de música estilo sinaloense.

 

 

Mientras el calendario católico marca que entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre las familias se concentran en el culto a sus fieles difuntos,-teatralización con versos que a manera de sátira evidencian las problemáticas más sobresalientes- y los las muerteadas se extienden hasta la segunda quincena de noviembre, incluyendo una octava y desde hace ocho años en la Villa de Etla una es organizada por mujeres que para este 2023 buscan agregar al cuadro tradicional  concursos de disfraces otro que reconozca la diversidad sexual.

“La comunidad LGBTTTIQ+ también se merece un concurso porque son parte de esta tradición”, expresa convencida Rosa Isela Martínez Bautista, iniciadora de Las Meras Meras, muerteada que para este sábado ha organizado Mis Mera Mera.

 

 

Las bases o criterios de quién será el ganador o ganadora se centrarán en los aplausos del público asistente, por lo que la participación se abre a todo hombre que quiera concursar vestido de mujer, sin necesidad de pagar alguna inscripción o pertenecer a determinado municipio.

La fantasía

“Es vivir una fantasía, algo que no se puede tener en la cotidianeidad”, son las palabras que con emoción utiliza Jaciel para describir lo que para él representan las muerteadas de la Villa de Etla.

 

 

Por casualidad su primer acercamiento con su identidad de género la experimentó Jaciel hace 38 años, cuando tenía 8 y aceptó disfrazarse de la viuda para la muerteada infantil, porque ninguna de sus compañeras de teatro aceptaba el papel que consistía en simular llorar frente al cuerpo tendido de su esposo muerto, mientras los viejos buscaban al médico, a los curas y a los espiritistas para volverlo a la vida.

“Eso me ayudó a descubrir una identidad, mi identidad de género”, recuerda Jaciel, quien sintió que en su infancia algo se despertó en él, sin volver a experimentar la posibilidad de vestirse de mujer hasta los 14 años, inspirado en otros hombres que lo hacían en cada muerteada, tratando de imitar los vestuarios de algunas novelas de televisión.

“Eran chicos con sus vestidos largos, de guantes, con sus antifaces, sacaban los mejores vestuarios de algunas telenovelas que estaban en aquellos tiempos, esa era mi inspiración, mi deseo de ser esos jóvenes que se atrevían, yo quería ser como ellos aunque fuera una sola noche, pero no me explicaba por qué quería ser como ellos”, reconoce un hombre que en ni en su familia ni en la escuela existió el espacio para hablar de preferencias sexuales o identidad de género.

 

 

“Soy gay”,  dice con la madurez que ha adquirido un hombre homosexual que no ha tenido el deseo de ser mujer, sino sólo “vivir la fantasía” que otorga el travestismo y que en el año 2009 lo llevó a convertirse en Miss Gay Oaxaca y al siguiente año fue la reina de una vela gay.

El disfraz

Lograr el atuendo a usar en la muerteada implicaba “ahorrar de lo que me daban para mi recreo” escolar, pedir ropa prestada o accesorios a las amigas, o juntar dinero vendiendo dulces, pero todo a escondidas para no ser descubierto por su familia.

Desde que terminó la carrera como pedagogo, Jaciel ya no se disfrazaba de mujer, pero en este 2023 confeccionó de nuevo un disfraz, ahora de catrina con tela brillante y aterciopelada negra en la que resaltan detalles dorados, el mismo color que eligió para su altas y brillantes zapatillas.

 

 

La peluca con cabellos sintéticos color lila son la base de una diadema que sostiene una tela, dorada también. Su vestido alcanza volumen por una crinolina blanca. Un abanico multicolor es el símbolo de su orgullo gay.

Jaciel y Miranda, un hombre que saca provecho a la delgadez de su cuerpo para parecer una mujer con un entallado y corto vestido brillante, se visten juntos y salen acompañados de otro amigo que les apoyará y cuidará toda la noche por si algo de su atuendo se desalinea, si les vence el cansancio o el alcohol que consuman hace su efecto. 

 

 

“Ahorita son otros tiempos, porque cuando nos travestiamos de hombres a mujeres lo hacíamos a escondidas, sin ser descubiertos para sentirnos como una chica. Las muerteadas nos ayudaron a salir del clóset, descubrirnos y aceptarnos como tal”, expresa consciente Jaciel de que el concurso Miss Mera Mera que se implementa por primera vez en la Muerteada Femenil de las Mujeres en la Villa de Etla dará visibilidad a la comunidad que conforman las personas lesbianas, gais, bisexuales, trasvestis, transgénero, intersex, queer y demás, quienes muchas veces enfrentan todavía discriminación.

 

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