Comunidades y organizaciones civiles integrantes del Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca demandaron ayer al Estado mexicano la prohibición de los cultivos transgénicos y de los agrotóxicos en general y no solamente del glifosato.
“Como pueblos tenemos el derecho a una vida digna y a tener tranquilidad en nuestros pueblos para que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de disfrutar de algo tan maravilloso, como lo es el maíz”, aseveró en su representación la coordinadora del Área de Derecho Indígena de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (Unosjo), Gabriela Linares Sosa.
Al dar a conocer un manifiesto durante un acto celebrado en el zócalo de la ciudad, para conmemorar el Día Estatal en Defensa del Maíz Nativo, la activista sostuvo que el maíz aparece en muchas de las historias de sus comunidades, pero desgraciadamente día con día se han ido perdiendo esas raíces de vinculación a la tierra.
“Eso obedece a un sistema que ha desvalorizado lo que representa la vida vinculada a la tierra y la producción de los alimentos a nivel comunitario, impulsado por los grandes agronegocios relacionados a los poderes políticos que están ligados a un sistema capitalista que pretende fortalecer la agricultura industrial con sus propuestas tecnológicas, como la modificación genética de las semillas, que rompen el ciclo natural de la vida y pretende controlarla a través de esos alimentos”, anotó.
Además, expuso que los últimos tiempos han sido difíciles ante el deterioro de la salud debido al cambio en los hábitos alimenticios, la destrucción de la naturaleza y la dependencia alimentaria.
“Pero a su vez, nos han brindado momentos de diálogo sobre lo que representa cultivar nuestros propios alimentos para tener salud y decidir qué valores queremos fortalecer para construir colectivamente una buena vida y protegernos de las diversas pandemias, sabiendo que la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino algo mucho más profundo que nos vincula como pueblos con la tierra, el agua, las plantas y con nuestros ancestros”, añadió.
Subrayó que muchas comunidades de Oaxaca continúan practicando innumerables y variados rituales asociados con el maíz, donde expresan y celebran la cultura propia y cumplen funciones específicas en la vida cotidiana, en las labores agrícolas y en la relación con la naturaleza.
“No podemos olvidar que por varios miles de años la comida de los pueblos se basó en el maíz, el frijol, la calabaza, la papa, el jitomate, el amaranto, la chía, el cacao, el maguey y la crianza de animales”, asentó.
“El saber del pueblo está en el cultivo del campo”De esta manera, requirió la prohibición de los agrotóxicos en general y no solo del glifosato, porque han causado muertes en comunidades humanas, animales, vegetales y de hongos en todo el planeta y en particular en comunidades oaxaqueñas, donde se han ilusionado por la productividad y los resultados rápidos pero peligrosos.
Además, reclamó la prohibición de todos los cultivos transgénicos en el país, no solo del maíz, ya que se deterioran las tierras por el manejo agroindustrial, especialmente por la presencia del glifosato y el herbicida de la transnacional semillera Monsanto, hoy Bayer.
Linares Sosa también demandó el apoyo a las iniciativas autónomas de campesinos y organizaciones para hacer producir la tierra como les enseñaron sus ancestros, así como con las innovaciones generadas en las propias comunidades.
Durante la conmemoración, las comunidades y organizaciones civiles hicieron un ritual en defensa del maíz y presentaron el lienzo de la milpa y el libro “El saber del pueblo está en el cultivo del campo”.
Además, desarrollaron el conversatorio “El maíz en la vida de los pueblos” y efectuaron una muestra gastronómica de diferentes variedades de maíz.
También, el decimista y letrista Fernando Guadarrama Olivera compartió unos versos de su composición “Soy espiga de maíz”.
