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Costas de Oaxaca susceptibles a tsunamis: asegura Ismael Hernández

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Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

El tsunami con cortinas de agua de hasta 18 metros de altura e invasiones del mar de 6 y hasta 8 kilómetros que sobrevino después del sismo de una magnitud entre 8.4 y 8.6 el 28 de marzo de 1787 a las 11:30 horas en las costas de Oaxaca y sur de Guerrero, mantienen el riesgo de un terremoto marino.

La advertencia la hizo el profesor de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Eduardo Ismael Hernández, quien instó a las autoridades a destinar recursos para la instalación de instrumentos que permitan estudiar este tipo de fenómenos marinos que van de la mano con la instrumentación sísmica.

En una videoconferencia transmitida la mañana de este lunes, el investigador que también colaboró con el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no descartó la posibilidad de otro tsunami en el sur del país, para lo cual no hay una fecha probable.

“El problema de los tsunamis es que son un fenómeno que se origina por los temblores que no se pueden predecir y están estrechamente relacionados”, precisó.

El sismo del 28 de marzo 1787, conocido como el de San Sixto por la festividad de ese día afectó la costa de la Intendencia de Puebla que entonces incluía parte del actual estado de Guerrero y la de Oaxaca

De acuerdo a registros oficiales, en Acapulco la marejada más alta alcanzó una altura de cuatro metros, pero la ola o cortina del tsunami fue observada también en la región de Pochutla, Tehuantepec y otros asentamientos de Oaxaca.

Este antecedente da la seguridad al investigador Ismael Hernández de considerar urgente la asignación de recursos para que especialistas evalúen la posibilidad de ocurrencia de un tsunami en el sur del país y un alertamiento oportuno para las personas que viven en las costas.

Consideró que en comparación con otros países como Japón, Chile o Estados Unidos, México ha avanzado lento en cuanto a alertamiento de sismos de gran magnitud, pero “se han disminuido las posibilidades de riesgo”, algo que aún no se consigue con los tsunamis.

“México cumple con ciertas condiciones geofísicas y físicas para un tsunami” que es un desequilibrio del volumen de agua en los oceanos por el desplazamiento vertical de placas tectónicas, generando columnas o muros de agua que no rompen como olas en las cosas, sino que se propagan y cuando baja su nivel genera una especie de valle por donde “el mar se mete”.

“Un tsunami es pueden llegar a tener hasta 30 metros de altura como en Indonesia en 2004”, lo que equivale a un edificio de 10 pisos”, por lo que insistió en la urgencia de recursos para analizar su posible ocurrencia en un país altamente sísmico.

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