Relata que actualmente en esta casa hay 55 hijas e hijos de padres y madres que viven con adicciones a drogas, principalmente cristal, por lo que pusieron en riesgos a sus descendientes tanto al violentarlos física como emocionalmente.

Lamenta que principalmente las niñas han sido víctima de trata, ya sea por sus padres o por otras personas, por lo que en esta casa hogar reciben atención psicológica, además del amor que les faltó en su hogar.

Jaula de oro

El director de la casa hogar relata que en este lugar se les brinda alimentación, servicio médico, atención psicológica, educación, ropa, calzado y muchas actividades; no obstante, hay niñas y niños que quieren regresar a sus hogares aunque ahí las condiciones no son las mejores.

“Están en una jaula de oro, pues extrañan a sus familiares, sus abuelitas y quieren regresar con ellas, por lo que nosotros tenemos a quienes quieran estar”, afirma.

Comparte que la mayoría de las niñas y niños de entre 3 y 17 años, son originarios de las regiones del Istmo de Tehuantepec, Costa y algunos de Valles Centrales, por lo que cumpliendo la mayoría de edad, muchos regresan a sus localidades a buscar a sus familiares.

Jonathan describe que cuando un niño o una niña quiere saber sobre sus familiares, se les comparte la información que tienen, si sus padres aún viven y dónde y cuando cumplen la mayoría de edad, los apoyan con la búsqueda de estos.

Educación para la vida

En la Casa Hogar Cristo por su Mundo, las niñas, niños y adolescentes además de recibir clases de nivel primaria, también se les enseña a andar en la calle, tomar un camión, comprar la despensa, hacer los deberes del hogar para cuando vivan solos.

Asimismo, fundaciones, asociaciones y demás personas, se han acercado a brindar talleres de mecánica, panadería, corte y confección, estilismo, entre otros, para que en caso de que no quieran seguir estudiando, puedan saber algún oficio para tener ingresos propios.

El director explica que al llegar un niño o niña, se sube a una plataforma sus características para que personas, principalmente americanas, las apadrinen, por lo que deben juntar entre 5 y 6 padrinos para que estos cada mes inviertan en ellos 50 dólares.

Este dinero se utiliza en su educación y manutención en el hogar, pero después de los 18 años y si quieren seguir estudiando, presentan su proyecto para que sigan apadrinándoles durante la carrera.

Es así que han egresado estudiantes de gastronomía, derecho, psicología, pedagogía, entre otros, cuyas fotografías son expuestas en la entrada de la oficina, ya que afirma, es difícil que las y los jóvenes continúen sus estudios.

Cada vez más apoyo

Jonathan explica que aunque llevan más de 20 años que llegaron a Oaxaca y a este municipio conurbado, desde hace menos de 5 años fue que comenzaron a conocerlos y a apoyarlos.

“Ahora vienen muchas personas a donarnos despensas, libros, ropa, nos dan talleres y en el caso de las personas de Tlacolula, siempre nos regalan pan y aquí todos están encantados”, afirma.

Comparte que en México existen dos casas hogar, una en San Quintín, en Baja California y esta en Tlacolula, Oaxaca.

Sin embargo, en Tijuana, Baja California, hay una casa sólo para niñas y adolescentes, ya que son las más violentadas en esa ciudad y víctimas de trata, por lo que decidieron abrir ahí un lugar para protegerlas.

Para saber

 

55 niñas, niños y adolescentes hay actualmente en la casa hogar

2003, año que abrió la casa hogar en Tlacolula

3 a 17 años tienen de edad las niñas, niños y adolescentes 

 

 

Apoyo que reciben

• Alojamiento

• Educación

• Vestido

• Calzado

• Atención psicológica

• Actividades extracurriculares

• Alimentación