Campesinos de Oaxaca piden a San Isidro Labrador lluvias abundantes | NVI Noticias Pasar al contenido principal
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Campesinos de Oaxaca piden a San Isidro Labrador lluvias abundantes

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Citlalli López Velázquez

San Andrés Zautla.- El lazo del agricultor es espiritual. La tierra, la cosecha y la fe son elementos inseparables. Así, bajo profundo fervor, se mantiene viva la fiesta a San Isidro Labrador, patrono de las y los campesinos.

Situado en Valles Centrales, San Andrés Zautla se sostiene como guardián de uno de los rituales más importantes para la producción de alimentos, pues es a través de esta celebración con la que se pide abundancia de lluvias para una buena cosecha.

Es 14 de mayo, en la iglesia, cuando la Hermandad de San Isidro Labrador se prepara para salir llevando en hombros al santo patrono. “Intercede por nosotros, manda lluvia”, expresa el mayordomo Nicolás López. Los cuetes surcan el cielo anunciando el inicio de la fiesta que concluye el 15 de mayo, justo con el inicio de la temporada de lluvias.

Los niños llevan en mano milpas adornadas con listones de colores, las mujeres canastas de flores, de dulces y de luces. Algunos mas cargan toritos de papel. Todos se funden en el baile, en el júbilo que corre en vasitos de mezcal y vuela entre la regada de dulces.  

El convite de flores recorre las principales calles encabezado por la banda de música tradicional. “¡Que corra el agua!”, “¡Qué viva Zautla!”, “¡Qué viva San Isidro Labrador!”.

A su paso, la gente sale de su casa, se suma a la festividad, baila, bebe mezcal y curaditos a salud del santo patrón.

De acuerdo con la historia religiosa, San Isidro era un campesino español, quien fue considerado santo debido a su religiosidad. Según cuentan sus devotos, el poder de la oración lo ayudaban a tener buenas cosechas. Cuentan también que debido al amor a Dios el campesino paraba su yunta para ir a la iglesia y en una de esas ocasiones, al regresar al campo su tierra ya había sido arada, situación que la tomó como las gratificaciones que le concedía Dios.

 

Una festividad con más de un siglo

La celebración a San Isidro Labrador, abogado de quienes trabajan el campo inicia el 14 de mayo al mediodía con el repique de campanas y quema de cohetes que anuncian la fiesta.

Por la tarde, la población se da cita en el atrio de la iglesia desde donde sale el convite de flores, que acompañado con música recorrer parte de las calles de la localidad hasta llegar a la casa de los mayordomos salientes, que para este 2022 fueron la señora Nazaria Velázquez Regino y Nicolás López Hernández.

La fiesta continúa el día siguiente a las 05:00 horas con la entonación de las mañanitas al santo; a las 06:00 se realiza el Rosario de Aurora; posteriormente a las 07:00 se efectúa la procesión llevando por las calles céntricas a San Isidro Labrador.

Más tarde se celebra la misa solemne en donde las plegarias principales giran en torno al buen temporal para el campo. Ahí mismo el cura bendice a los animales de granja los cuales son llevados con un rosario de cacalosúchil al cuello. Lo mismo se bendicen las semillas que van a ser sembradas en ese ciclo agrícola.

Juan López López, presidente del Comité de la Hermandad de San Isidro Labrador, explica que la fiesta ha ido cambiando a lo largo de los años. Actualmente buscan mantenerla con vida.

“Nosotros en participar tenemos mucha confianza y mucha fe en el inicio de nuestro sembradío y le pedimos abundancia en lluvias para la buena cosecha de cada ciclo agrícola. Los cambios se han dado. Hace 30 años la festividad era más concurrida. La hermandad estaba integrada por 80 personas mujeres y hombres. En aquél entonces, en el convite los campesinos lucían sus yuntas, las uncían, llevaban sus carretas, las adornaban”.

En la localidad ubicada en los Valles Centrales al menos un 35 por ciento de la población se dedica a la siembra de autoconsumo, el resto dejó el campo para dedicarse a actividades comerciales o bien laboran en la capital del estado, explica.

Fiesta y baile entre bugambilias

Es día de fiesta y frente al altar establecido bajo un árbol se reúne parte del pueblo. La comida como elemento esencial se ofrece en abundancia: tortilla, mole, refrescos y cervezas. Collares de buganvilias adornan el pecho de la concurrencia quienes bailan de júbilo y fe, confiados en que el ciclo agrícola que viene será próspero.

 El día apremia. En la cocina el trabajo no acaba. Peroles enormes de comida se mantiene sobre el fuego, un fuego que durante varios días se ha mantenido encendido para cocinar kilos y kilos de pollo, de carne de puerco, mole, arroz, sopa. Un fogón que hace tortillas, cientos, para alimentar a los devotos a San Isidro.

Si bien la fiesta es costeada en su mayoría por los mayordomos, fieles a sus costumbres, la población lleva su Guelaguetza para hacer de la fiesta un momento de convivencia, de hermandad y de buenos deseos para que el próximo año se vuelva a repetir.

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