Hasta hace un par de años, los celos, insultos, gritos y golpes, formaban parte de los signos de alerta dentro de la cadena de violencia que se presentaba gradual hasta llegar al feminicidio. En la actualidad, éstos son cada vez menos frecuentes y más agresivo el comportamiento de los perpetradores.
“El ciclo de la violencia nos marca: tensión, explosión, pedir perdón y posteriormente la reconciliación. Ahora ya no existe esta fase del pedir perdón y la reconciliación. Además, ahora la violencia se presenta sin pasar por las fases de alerta, va directamente a los golpes”, señaló Orelly Feria Ortiz, psicoterapeuta así como coordinadora de la terapia grupal “Acompañarnos y apapacharnos desde la ternura” que ofrece de manera gratuita a mujeres sobrevivientes de violencia.
Nacido en marzo de este año, el grupo de terapia reúne una vez cada 20 días a mujeres que han experimentado algún episodio de violencia, que tienen dependencia emocional y aquellas que buscan su autocuidado. “La idea es acompañarnos desde la sororidad, no vivir en el individualismo la problemática. Hay una autora que nos dice que si la herida es sistémica, la sanación debe ser colectiva”, indica.
Ubicadas en un pequeño espacio en el corazón de la capital, el grupo de acompañamiento es el lugar en donde las mujeres comparten sus saberes, sus experiencias, en donde se resuenan en las historias y vivencias de las otras, forjan herramientas de autocuidado y se apapachan realizando actividades que les permite darse un tiempo para ellas mismas, sus cuerpos y sentimientos sin arrastrar la culpa que se introyecta desde la sociedad a las mujeres.
“Si mentalmente nos decimos, vamos a ir a una terapia grupal nos damos el chance, pero si nos dijéramos, vamos a consentir nuestra piel o a bailar, no lo hacemos porque nuestras culpas, cargas y responsabilidades no lo van a permitir”, destacó.
