Alejandro José Ortiz Sampablo
En las últimas semanas hay una serie de pensamientos que he mantenido presentes mientras realizo mis actividades cotidianas. Uno de estos pensamientos es la preocupación de resolver las dificultades que entraña transmitir una idea que, años atrás, llegó a mí. Que toda persona que se dedica a la atención psicológica, debe tener una particular aptitud.
Un mal silencioso
Es posible que dicha aptitud esté implícita en los listados que arroja el buscador de internet, ese checklist para definir si se es apto o no para ser ejecutante de la Psicología Clínica. Esto, por supuesto, nos incluye a los psicoanalistas. Pero si apelamos a la sensatez, muchos de los que hoy se dedican a la Psicología difícilmente cumplen con el perfil para ejercer tan encomiable profesión. Aquí se abre la primera dificultad para abrir el debate: ¿qué me faculta a tomar tal autoridad para poner en cuestionamiento el ejercicio profesional de mis compañeros de arte?
En este punto, algunos colegas posiblemente abandonen la lectura, pues la interrogante para ellos cumplirá como contraargumento para desestimar un problema que cada día toma mayor fuerza; me refiero a que hay personas que se colocan como terapeutas, sin tener la menor idea del daño que siembran en sus pacientes, al implantar ideologías, falsas memorias y afectos. Esto, a la postre, crea un perjuicio no solo en las personas que reciben su tratamiento, pues ello repercute en la familia y por ende en lo social. Por otro lado, la pregunta es de uso común, cuestionar por la autorización a quien pretende poner sobre la mesa un tema de esta índole. Ahora bien, para responderla me es ineludible realizar una pequeña, pero necesaria, precisión.
Un costo pagable
A simple vista, la impresión que puedo dar por señalar el problema creciente, es la de colocarme por encima de mis colegas, en el supuesto de que tendría mayor conocimiento o experiencia. Lamento que mi persona sea quien cargue con dicha impresión, pero es inevitable.
Así mismo, puedo justificar mi intervención por el tiempo que poseo de escuchar pacientes, lo que me ha permitido recibir a personas que fueron tratadas con distintas vertientes de la Psicología, así como psicoanalistas y terapeutas de otras disciplinas, y es a través de estos pacientes que me anoticié de las prácticas que hoy pretendo poner como tema de discusión. Pero este argumento también es fácil de refutar, pues tal opinión, podrían argumentar, está basada en mi propia subjetividad y en el valor que tenga sobre mí mismo. Puedo proseguir con la justificación de mi autoridad sobre el tema, pero lo juzgo innecesario, además de desgastante. Por lo que prefiero dejar a libertad del lector prestar su tiempo para reflexionar sobre un problema que se estrellará en nuestro rostro.
Continuará el sábado…
¿Quieres saber más? Pide informes y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.! Escúchanos los viernes en punto de las doce del día por: www.mixlr.com/radiounivas
Síguenos en Facebook: Instituto de Estudios e Investigación Psicoanalítica
