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"Estamos desesperados, queremos entrar", exigen migrantes en frontera

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua.- Con la esperanza de iniciar su proceso de asilo en Estados Unidos, migrantes continúan llegando hasta el muro fronterizo entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, para entregarse a la Patrulla Fronteriza.

Al igual que en días pasados, el jueves una multitud de migrantes de Centro y Sudamérica recorrieron kilómetros a pie, sobre el bordo del Río Bravo, para llegar a la llamada "Puerta 36", a la altura de Bulevar Juan Pablo II y Antonio J. Bermúdez.

A pesar de las horas invertidas, los migrantes fueron expulsados a México o repatriados a sus países de origen, ya que el proceso para solicitar el ingreso a EU es a través de la aplicación CBP One.

Sin embargo, los centro y sudamericanos aseguraron que no pueden concluir el proceso de registro porque la app se traba, razón por la cual optaron por cruzar el Río Bravo y entregarse a los agentes estadounidenses.

"Estamos desesperados, queremos entrar", indica el venezolano Deison Barico, de 37 años, mientras camina en la orilla del Río Bravo para cruzar hacia el marcador fronterizo número 36.

"Ya no podemos seguir así, que sea lo que Dios quiera", puntualiza cargando en una bolsa botellas de agua, refrescos y alimentos, debido a que pueden ser horas de espera bajo los rayos del sol de esta ciudad fronteriza.

En el acceso a la puerta del muro, cientos de migrantes se cubren con cobijas e incluso se observa una casa de campaña, mientras esperan instrucciones de los agentes norteamericanos.

En el caso de Barico, comenta que llegó hasta la "Puerta 36" para entregarse de manera voluntaria, tras haberse enterado de que sus connacionales estaban cruzando por ahí.

"Compañeros ya han pasado", asegura Barico, quien indica que "siguen adentro todavía".

Barico llegó hace dos semanas a Ciudad Juárez, después de una travesía en el tren carguero, pero desde hace dos meses salió de Venezuela, por la situación económica que dicen vivir.

El viaje hacia el norte lo emprendió con un grupo de amigos, quienes dejaron a sus familias en sus lugares de origen.

Uno de sus compañeros de viaje es José González, de 29 años, quien se dedicaba a la construcción en Venezuela.

"Queremos oportunidad de pasar poco tiempo pa' trabajar y ayudar a mi familia que está en Venezuela", comenta González, quien aprieta el paso para alcanzar a sus connacionales, quienes por momentos se mezclan con otros migrantes, que se concentran en un acceso al río.

El venezolano explica que sí hay empleo en su país, pero no les alcanza el salario.

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