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Magnetiza danza a Isabel Beteta

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MEXICO.- Desde el comienzo, recuerda Isabel Beteta, su pacto con el escenario ha sido un acto de fe en toda regla. Con ambos pies en las tablas, lo que magnetiza, irresistible, es aquello que nunca alcanza a ser visto.


"Siempre sentí eso: la presencia viva del otro lado de lo oscuro", reflexiona la coreógrafa y bailarina. "Estás en el escenario y en esa oscuridad que está allá, sientes la vida".


El público, esa presencia invisible, ha podido verla bailar desde hace más de 30 años. A pocos días de recibir la Medalla Bellas Artes 2016, Beteta expone que ésa -ninguna otra-, es la prueba de fuego: encarar a la audiencia.


"Los que tienen pánico escénico se van autoeliminando. Los que se dan cuenta de que eso es lo que quieren, se van afirmando y se concentran, con una concentración diferente", explica.


Esta filosofía atraviesa el Centro Cultural Los Talleres, el espacio en Francisco Sosa 29, fundado por Beteta en 1981, que se ha erigido como pionero de los foros independientes para la danza contemporánea en la Ciudad. Habla desde su oficina, a unos cuantos escalones del escenario.


A los 23 años, mientras estudiaba Restauración de Bienes Muebles, Beteta adquirió su formación clásica con Margarita Contreras, quien la confrontó por primera vez con el escenario del teatro Carlos Lazo de la UNAM. Aprendería después Pilates, técnicas Graham y Falco, cubana en la propia isla, y butoh.


"Yo llegué al contemporáneo, al moderno, no por una vía muy directa ni muy típica", rememora. "Pero creo que haberlo hecho así me abrió los ojos y la mente a que hay muchos caminos que te llevan a la meta".


Hoy, cuando le entreguen la presea en el Teatro de la Danza, Beteta hará por primera vez danza aérea con aros en el escenario. Su coreografía La caída, una reinterpretación de El lago de los cisnes, será una de las piezas en el programa.


La otra pieza a presentarse es Tiempo largo, de Rosario Verea, colaboradora de dos décadas y cofundadora del proyecto al que ha dedicado más de 25 años: la compañía Nemian Danza Escénica.


"Participar en mi propio escaparate es muy bonito", dice la artista, quien ha alojado a Nemian y un repertorio que cuenta con al menos una pieza por cada año de vida.


Para Beteta, quien actualmente trabaja en una coreografía con imágenes del pintor Giorgio de Chirico - ya ha hecho lo propio con Dalí y Magritte-, lo fundamental en su danza es trabajar a partir de una imagen y un concepto, no en abstracto.


"No es una danza que pretenda lucir la tecnología y las grandes habilidades de mis bailarines, aunque las tienen, sino que me es más importante el mensaje y darle tiempo al movimiento para que puedas proyectar la emoción", explica.


Este método ya se vislumbra desde Plomo fundido, el primer solo que creó para ella misma. Ahí, Beteta habló sobre las etapas de la vida envolviéndose en papel de china y arrojando ceniza sobre su cabeza en escena y un baño de purificación.


"Acababa bien batida de todo lo que me embarraba", recuerda sonriente. "Era un buena obra".


El título fue sugerencia del artista escénico Horacio Salinas: "Hay una tradición en donde tú fundes plomo en una cuchara para el año nuevo y lo echas en agua fría, entonces toma formas caprichosas y la gente te dice qué ve para ti en el año que viene", relata.


En el plomo fundido de Isabel Beteta, en sus brazos musculosos por el esfuerzo de asirse a los aros, lo que se mira con claridad son formas danzantes para muchos años venideros.

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