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Mexicano entre los investigadores del Telescopio Webb

Telescopio-Webb
Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- De suma belleza, y evidenciando lo ínfimo de la presencia humana en el cosmos, las primeras imágenes del Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) han causado tal asombro, que cualquiera desearía dedicar la vida al estudio y observación de los astros.

Para quienes así lo hacen -astrónomos, físicos, científicos espaciales-, estas imágenes captadas con el telescopio más grande, poderoso y complejo que se ha construido y lanzado al espacio hasta la fecha reflejan mucho más que la sola e indiscutible composición estética del espectáculo natural que es el universo.

"La verdad es que son imágenes muy impresionantes", remarca en entrevista telefónica Joel Sánchez Bermúdez (Estado de México, 1986), doctor en física y ciencias espaciales por la Universidad de Granada.

"La primera imagen, la del campo ultraprofundo, es realmente una imagen fantástica, porque nos permite ver algunas de las galaxias más alejadas que existen", continúa el investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM.

"Es increíble la cantidad de galaxias que se pueden ver tan solo en esa imagen, que es un pedacito muy, muy pequeñito del cielo, realmente".

A lo que Sánchez Bermúdez hace referencia es a la imagen infrarroja más profunda y nítida del universo primitivo que se ha tomado hasta ahora, difundida el pasado 11 de julio. Una peculiar estampa que muestra el cúmulo de galaxias SMACS 0723, con algunas verdaderamente al límite de lo conocido, a unos 13 mil millones de años luz.

Algo interesante es que, tratándose de observaciones del espacio infrarrojo -amplitud de onda que escapa al ojo humano-, realmente no podemos ver lo mismo que el James Webb. Y, de hecho, aquellos cautivadores colores con que se muestran, por ejemplo, las nebulosas Carina y del Anillo Sur, en realidad son colores falsos, añadidos al procesar las capturas.

"Este telescopio es para radiación infrarroja. Esa no la podemos ver nosotros, pero sí la podemos sentir. Si frotan sus manos fuerte y las acercan a su rostro, saben dónde están sus manos; tenemos un sensor infrarrojo, lo sentimos como calorcito. Pues ese es el tipo de radiación que puede ver este telescopio", explicó la astrónoma y divulgadora Julieta Fierro (Ciudad de México, 1948) durante la reanudación de actividades del Planetario Luis Enrique Erro del IPN.

"El Webb trabaja en el infrarrojo, donde no hay colores. Entonces, se le ponen colores a las observaciones, colores falsos; pero tiene su teoría. Por ejemplo, el rojo nos indica emisión de polvo, unas partículas que existen en el espacio; y así cada color representa la emisión de un tipo de fenómeno", agrega Rodríguez Jorge.

Un mexicano sacándole jugo

Entre los científicos que llevarán a cabo esa interpretación y análisis de lo que el Telescopio Espacial James Webb observe está el mexiquense Joel Sánchez Bermúdez, como parte de un grupo con especialistas de varias instituciones del mundo.

"Tuve la fortuna de participar en un programa de ciencia temprana con el telescopio", cuenta el especialista en reconstrucción de imágenes por interferometría, quien detalla que si bien cualquier científico podría aplicar los datos del JWST, para que el instrumento apunte hacia un sitio específico se debe concursar por las horas de observación.

Y es que, derivado del trabajo con colaboradores del Space Telescope Science Institute -que se encarga de coordinar las observaciones del JWST-, en Baltimore, al mexicano le fue dada la oportunidad de ser parte del equipo científico de uno de los cuatro instrumentos del telescopio: el Espectrógrafo de Infrarrojo Cercano y sin Hendidura (NIRISS).

"Parte de mi trabajo en la UNAM en los últimos años ha sido justamente desarrollar el software para procesar esos datos, y después poder reconstruir esas imágenes para ver el objeto que estamos intentando estudiar".

La observación al sistema WR 137 se hizo precisamente por interferometría, por lo que los datos entregados al equipo científico no son imágenes como las difundidas hace unas semanas, sino un patrón de franjas o de interferencia a partir del cual podrán reconstruir la imagen haciendo uso del software desarrollado por Sánchez Bermúdez.

El científico mexiquense detalla que WR 137 es un sistema con dos estrellas masivas, de más de 10 veces la masa del sol, orbitando una alrededor de la otra. Se trata de cuerpos muy importantes, pues determinan la composición química de las galaxias; es decir, la mayoría de los elementos pesados se forman en su interior o tras su muerte.

Algunas de estas estrellas tienen vientos -la radiación que emiten- muy fuertes que alcanzan velocidades del orden de mil kilómetros por segundo, y en un sistema binario como éste el viento de ambas puede estar chocando entre sí, lo cual llega a generar las condiciones suficientes de temperatura para que se forme polvo a partir del gas que existe alrededor.

Aunado a todo esto, el investigador mexiquense también participará en el análisis de las observaciones del JWST a Ío, una de las lunas de Júpiter, para estudiar su actividad volcánica; y también en el análisis de la formación de planetas en discos de acreción de estrellas. Esto sin obviar el estudio a detalle de la parte central de la galaxia activa NGC 1068, a 47 millones de años luz, que cuenta con un agujero negro supermasivo eyectando chorros de material alrededor; "queremos ver si podemos mapear, digamos, la morfología, la estructura de esta galaxia con este tipo de observaciones", señala Sánchez Bermúdez.

Esto probablemente ocurra a inicios del año próximo. Además de él, la científica de origen español Omaira González Martín, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica (IRyA) de la UNAM, también buscará analizar los agujeros negros centrales de galaxias mediante observaciones del James Webb. Vistazo al pasado; augurio del futuro.

Para qué?

Nombrado en honor a quien dirigió el desarrollo del programa Apolo de la NASA en los años 60, el Telescopio Espacial James Webb fue creado para estudiar todo eso que subyace en el firmamento por encima de nuestras insignificantes cabezas.

"Todo: el espacio, el tiempo, la materia; la historia del universo", enfatizó la astrónoma y divulgadora Julieta Fierro ante el auditorio reunido en el Domo de Inmersión Digital del Planetario Luis Enrique Erro del IPN, el pasado 14 de julio.

Ese universo que vino de la nada -aun uno de los grandes misterios por descifrar-, del vacío, con una explosiva liberación de energía que se hizo materia, y después se enfrió lo suficiente para que los átomos crearan nubes, y de éstas surgieran estrellas, galaxias y finalmente planetas.

Volviendo a lo que un telescopio como el James Webb observa, y tal como se ha dicho ya, las imágenes que captura y nos muestra en realidad son como una ventana a un pasado tan remoto como los años que ha tomado a la luz de los objetos celestes recorrer el universo hasta donde nos encontramos. De ahí que sea frecuente calificar como una "máquina del tiempo" a un instrumento capaz de capturar la luz de la primera generación de galaxias del universo primitivo, y con ello mapear cómo éstas se transforman con el tiempo.

"Así es que esta imagen del Webb nos está diciendo qué le va a pasar a nuestra galaxia dentro de 5 mil millones de años: se va a fusionar con Andrómeda, se va a deformar por la gravedad y se va a hacer una galaxia mucho más grande", refrendó.

 

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