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Abortos clandestinos en Oaxaca, cadena de horrores

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

En los últimos diez años seis meses, la vida de María de los Ángeles Cruz Rodríguez se fue diluyendo entre juzgados e injusticia.


El 16 de agosto de 2006 su hija, Marlyn del Rosario Cruz Rodríguez, murió desangrada por presunta negligencia médica durante la práctica de un aborto en una clínica dental a donde fue llevada por su pareja. Los médicos indiciados en el hecho continúan ejerciendo, la familia nunca fue indemnizada y la pareja de la mujer quedó libre de cualquier responsabilidad.


A poco más de una década de ese hecho, María de los Ángeles o doña Mari, como la conocen cariñosamente, sólo exige la conclusión del caso, desesperanzada en que la justicia se incline de su lado.
“Yo lo único que quiero es que se resuelva el caso de mi hija. Ya estoy cansada. Sea para bien o sea para mal, ya quiero terminar con esto, quiero saber de qué lado va a estar la justicia”.
Mari, recientemente entrada en los 50 años de edad, se dedica a la elaboración de tortillas y a la venta de alimentos. Desde hace poco más de ocho meses su fuerza quedó mermada por la diabetes.


 




Maíz, la materia prima del trabajo de Mari. Con la elaboración de tortillas ha sacado adelante a su nieto. FOTO: Javier Jarquín Jacinto

 


A paso cansado Mari se desplaza hacia la pequeña habitación saturada por fotografías, recuerdos y expedientes de Marlyn. Una veladora encendida permanentemente ilumina a la joven quien tenía 21 años cuando murió. Ella era instructora de spining, madre de un bebé de seis meses y la única hija de Mari.
“Aquí vivimos humildemente, mi mamá, mi hijo mayor, mi nieto y yo”, explica antes de comenzar a desempolvar recuerdos.


La mujer se sienta en el filo de la litera en donde duerme su nieto Ian, hoy de diez años de edad. Coloca a su lado una torre de más de 30 centímetros de alto conformada por hojas con resoluciones de jueces, investigaciones periciales, notificaciones, expedientes y recortes de periódicos que hablan del caso de Marlyn.
 


Negligencia médica


La mañana del 16 de agosto de 2006, María de los Ángeles recibió una llamada telefónica. Al otro lado de la bocina Josué Ramírez Camacho, pareja de Marlyn, le informaba que su hija se encontraba grave en el Hospital Civil Doctor Aurelio Valdivieso.


“Cuando llegué al hospital uno de los médicos me tomó del hombro y me dijo que lo sentía mucho, que habían hecho todo lo que estaba a su alcance por salvarla, pero que no pudieron. Mi hija había muerto. Yo pedí verla. Ella estaba tendida en una plancha con sus ojos totalmente dilatados y viendo hacia la puerta. Sangraba por todos lados, oídos, boca, nariz, estaba muy hinchada”, recuerda.


 




Cientos de hojas conforman el expediente de diez años de impunidad en la muerte de Marlyn, a quien le arrancó la vida un aborto mal practicado en una clínica dental. FOTO: Javier Jarquín Jacinto

 


Horas antes, Marlyn se encontraba en un consultorio dental ubicado en Plan de Ayala y Prolongación de Victoria, en la agencia de Cinco Señores, en donde Alfonso Santos Zavaleta médico tratante y Darwin Pérez García anestesiólogo, le realizaban un aborto.
Ante las complicaciones que presuntamente estuvieron ligadas a una mala práctica médica y de uso de anestesia, Marlyn fue traslada al Hospital Civil a bordo de una ambulancia particular que los médicos contrataron.


“Cuando llegué al Ministerio Público, ahí estaban los dos médicos, Alfonso Santos Zavaleta y Darwin Palomares García, ahí estaban con sus batas llenas de sangre”.
 


Causa de muerte


El acta de defunción de Marlyn señalaba que la causa de la muerte había sido la irrigación sanguínea por hemorragia interna severa por la ruptura del paquete vascular en la subclavícula derecha.


La resolución pericial realizada por el médico Alejandro Torres Meza, perito de la PGR, aseguró que durante la intervención realizada por Alfonso Santos Zavaleta y Darwin Palomares García no se observaron por lo menos tres normas oficiales de atención médica: la NOM-170-SS1-1998 para la práctica de anestesiología, la NOM-206-SSA1-2002 y la NOM-197-SSA1-2000.


La última resolución emitida por el juzgado primero de lo penal, con fecha del 20 de enero del 2017, determinó improcedente el intento de los médicos de echar abajo las tres normas médicas que violentaron tratando de ampararse en las normas vigentes.


Durante los diez años que han transcurrido, ambos médicos han interpuesto amparo tras amparo apostando al cansancio de Mari, al olvido y a la burocracia.
Para la mujer, más allá del trabajo del abogado de Alfonso Santos y Darwin Palomares, está un asunto de corrupción ya que en todo momento se han adelantado a las resoluciones de los jueces. “Todo esto ha alargado el tiempo (…) Ellos gozan de impunidad, no han pisado ni siquiera un día la cárcel, ni siquiera han depositado fianza, nada y ahí andan”


Justicia


- ¿Mari, son diez años de ir y venir, de estar pidiendo justicia. Usted va a desistir?


- Ya estoy cansada. Ya mis fuerzas no son suficientes. Le están apostando a que yo abandone el caso, pero no lo voy a abandonar porque está mi hijo (su nieto) y a mi hijo le tengo que entregar cuentas claras de que yo en ningún momento retrocedía para pedir justicia y que su madre pueda descansar en paz.


- ¿Confía en que la justicia estará a su favor?


- Yo ya no sé, pero quiero saber de qué lado va a estar la justicia después de tanto tiempo y tanto caminar a ver a quién favorece la justicia. Dicen que la justicia es ciega, pues vamos a ver si ahora abre los ojos.


- ¿Por qué cree que han pasado diez años sin una resolución?


- Por que el dinero lo puede todo. Ellos tienen dinero, pueden pagar abogados y retrasar todo esto para comprar la justicia.


- ¿Qué sanción considera que hablaría de justicia?


- Pues lo que diga la ley, que a estos médicos se les sanciona por la Secretaría de Salud.


 




Mari tiene la mirada triste, pero firme sobre su objetivo de justicia. FOTO: Javier Jarquín Jacinto

 


De abuela a madre


Desde el día en que Marlyn murió por negligencia médica, Mari se convirtió en la madre de su nieto. Ella peleó y ganó la guardia y custodia de Ian, hoy en quinto grado de primaria.


Para sostener los gastos, Mari labora jornadas extenuantes que inician a las 05:00 horas y terminan a la media noche. Va y viene en la elaboración de tortillas a mano que todos los días sale a vender en la calle a bordo de su bicicleta.


Cuando las ventas están bajas elabora empanadas por la tarde y por la noche vende tacos. “Todo lo hago para que a mi nieto no le falte nada. Todo lo que quiere se lo doy y también le estoy enseñando a trabajar porque, con esta enfermedad que tengo, no sé cuando me vaya y quiero dejarlo preparado. Siempre le he dicho que hoy estamos y mañana no, o que ahorita salgo y quizá ya no regreso. Él es fuerte. Lo veré hasta donde yo llegue y le daré hasta donde más pueda para que sea alguien en la vida”.

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