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"Me veo como un medio"

Foto(s): Cortesía
Redacción

CIUDAD DE MÉXICO.- Ai Weiwei se sabe un conducto.


"Como artista, me veo a mí mismo como un medio de comunicación. Cargo mensajes y los comunico", dice.


En los últimos meses, el artista y activista chino ha ocupado decenas de espacios públicos de Europa con instalaciones que dan cuenta de la problemática de los refugiados de Siria. Es ya célebre su visita a la isla de Lesbos, donde realizó una fotografía-homenaje al niño sirio que murió ahogado en una playa de Grecia, Aylan Kurdi, convertido en un símbolo de la crisis humanitaria. En la imagen, Ai Weiwei yace muerto en la costa, boca abajo.


Su arte es el conducto.


Se encuentra ahora en la Ciudad de México, a punto de cumplir 59 años, acompañado de su novia, su hijo de 7 años y algunos amigos. Y no puede sustraerse de la realidad del País.


Como a cada lugar que visita, toma el pulso a lo que ve, y sobre todo escucha.


El artista se da tiempo después del desayuno para conversar, en su hotel. Dice haber ya tenido varias charlas con capitalinos, además de que sus seguidores virtuales lo han puesto al tanto de lo que sucede en México, y lo lamenta.


"Uso mucho el internet y los mensajes que me llegan por ahí dicen: 'Weiwei, por qué no pones atención en los 43 estudiantes que desaparecieron...'. También sé que en los últimos años más de 41 mil personas han muerto".


Le preocupa también la posibilidad de que Donald Trump llegue a la Casa Blanca.


"Como vecinos de los Estados Unidos, México sería afectado directamente. Pudiera ser víctima de la ideología de extrema derecha, del discurso de segregación, del odio hacia la migración y hacia la gente menos poderosa", señala.


Ai Weiwei considera la población está dispuesta a involucrarse en la solución de los problemas que aquejan al País, pero a la vez se siente indefensa, sin voz.


"Eso no sólo sucede en México, también en China, en Estados Unidos, en Europa, en el Medio Oriente, en África. Hay problemas muy graves a nivel mundial".


Para él es claro que el mundo tiene que cambiar. "El sistema político sigue teniendo una estructura vieja. La gente se siente atrapada, se siente víctima de una forma antigua de pensar", refiere.


Ai Weiwei nunca está de vacaciones, siempre está trabajando.


A la pregunta de si su estancia en México obedece a la posibilidad de montar aquí alguna exposición en un futuro cercano, responde con un quizás: "La idea viene después de analizar mi primera impresión del lugar, de la gente, qué tipo de historia estética tienen, qué aprecian...".


Las instantáneas que ha compartido de la Ciudad en su Instagram dan cuenta de su curiosidad.


El martes, cuando llegó, se paseó por Tepito, en donde venden fayuca proveniente de China, observa, específicamente de la región en donde nació su padre, Zhejiang. "El 70 por ciento de los productos pequeños y las chácharas que venden en todo el mundo vienen de ahí", dice.


También fue al Zócalo, al Museo Jumex, al Trotsky, al MUAC y al Nacional de Antropología.


Es poco tiempo para descifrar el lugar, pero ya tiene una idea. "Esta ciudad tiene su propio ritmo, su propia velocidad. Tal vez es la altura o el tequila, que te hace sentir que alucinas. Así me siento. O quizá siga siendo el jetlag", bromea el disidente del Gobierno chino, radicado en Berlín. Allí vive desde 2015, año en que China, donde incluso estuvo preso, le devolvió su pasaporte, y con ello su libertad.


En nombre del arte


Ai Weiwei se sumó a la defensa del Espacio Escultórico de la UNAM, el que visitó ayer. El grupo de protesta en contra del Edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales subió a su página de Facebook una foto del artista chino en el lugar.

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