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Deja en sus letras testamento del 68

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- En uno de sus últimos correos electrónicos al equipo de la editorial Cal y Arena, el escritor Luis González de Alba envió su novela Los días y los años, testimonio del movimiento estudiantil de 1968, ya liberada de su anterior sello editorial y con un pinchazo de humor negro: "Corregida con tinta sangre".


"Era un chiste, Luis siempre hacía chistes a todas horas", recuerda su editor, Rafael Pérez Gay, con una risa breve, añorante.


Ayer, en el 2 de octubre que signó sus días, González de Alba fue encontrado muerto en su casa de Guadalajara. Los días previos, envió prácticamente todos sus libros que no habían sido publicados por Cal y Arena a la editorial que eligió como casa.


"Nos queda un ensayista fantásticamente provocador, libre; un escritor hecho y derecho; un periodista fiel a sí mismo y no puedo sino lamentar que no esté con nosotros", dice Pérez Gay.


Ante la incertidumbre oficial sobre lo ocurrido, el editor aventura: "Estoy seguro que la decisión que tomó es una decisión absolutamente pensada, tan loca y valiente como era Luis González de Alba".


De su pluma, prolífica en géneros, queda inédito otro libro sobre 1968 que no es tan sólo uno más. Pérez Gay ya lo llama su "testamento" sobre aquel año crucial.


"Tengo que darte este libro que es ya mi versión final de lo que ocurrió en 1968, según lo viví yo", le habría dicho el escritor. Éste aparecerá pronto.


Entre tanto, queda su extensa bibliografía y su vida misma. El dramaturgo y ex militante comunista José Ramón Enríquez, quien asegura que lo quiso bien, lo dice de esta forma: "Luis todo lo fue".


Renacentista, Luis González de Alba fue dirigente del movimiento estudiantil de 1968, activista a favor de la liberación homosexual, pionero en la lucha contra el VIH, novelista, dueño de bares con causa, poeta, articulista, divulgador de la ciencia y, como su última columna periodística se empeña en demostrarlo, un polemista en toda norma.[tab]


"Como escritor, Los días y los años es la novela del 68", dice Enríquez, con énfasis. "Es un relato testimonial; en general me parece que es un espléndido escritor, pero, sobre todo, Los días y los años es un libro imprescindible".


Testigo de la Masacre de Tlatelolco y preso en Lecumberri durante más de dos años, González de Alba jamás se apartó de su postura crítica ante todo aquello que no le pareciera, inclusive con la izquierda. Enríquez lo recuerda como miembro fundador del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y por su salida digna del PRD.


"Sale con unas posiciones muy críticas, muy compartibles sobre la descomposición interna del PRD", comenta. "Todo el tiempo fue un hombre muy congruente con lo que decía, no hubo ningún doblez".


Horas después de haber participado en la marcha anual para recordar el 2 de octubre, Félix Hernández Gamundi, miembro del Comité del 68, lo describió con elogios.


"Recuerdo a Luis como un compañero muy polémico en el Consejo (General de Huelga), muy leal al mandato de la asamblea de estudiantes de Filosofía y Letras, y en los tiempos de la cárcel lo recuerdo siempre lleno de entereza, siempre firme, sereno", comenta.


Combativo, Luis González de Alba también fue pionero del Frente de Liberación Homosexual y creador de espacios de encuentro para la comunidad gay. Juan Jacobo Hernández, pilar del movimiento de la diversidad sexual, reconoce la huella del escritor en esa lucha.


"Participó en el famoso Manifiesto en defensa de los homosexuales, que se publicó en ¡Siempre! en los años 70, pero también abrió espacios para el encuentro y el conocimiento de las poblaciones homosexuales, sobre todo las masculinas, las gay", reconoce.


Entre sus contribuciones, Hernández destaca la apertura de los bares El Vaquero y El Taller, cuya vocación de proveer lugares de reunión a la comunidad homosexual estuvo perpetuamente asociado con la actividad cultural. Destaca también, sobre todo, su batalla contra el VIH.


"Fue fundador de la primera organización mexicana específicamente dedicada a VIH, que es la Fundación Mexicana para la Lucha contra el SIDA", celebra. "Él lo vivió de cerca, muy íntimamente por su pareja, Ernesto Bañuelos, quien murió de SIDA, entonces él se avocó de manera muy tenaz".


Todavía sin claridad sobre lo ocurrido, Luis González de Alba se fue un 2 de octubre, a los 72 años y 48 después del episodio que marcó su vida. Su última publicación en su cuenta de Twitter, sin embargo, es un contraste absoluto con la convulsa noche de Tlatelolco que supo narrarle al País entero.


"Yo esperándote en Poros", dice parte de ese tuit que se acompaña de dos fotografías: una de la mencionada isla griega a punto del atardecer y otra de Luis González de Alba, en traje de baño, dormitando en un camastro sobre la arena.


Joven, delgado y guapo --con el bigote bien recortado y un collar de cuentas al cuello--, Luis González de Alba, el renacentista, descansa sereno, con los ojos bien cerrados y probablemente soñando.

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