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Vibra el auditorio Guelaguetza, en la edición vespertina, del Primer Lunes del Cerro en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

El cielo nublado y la amenza de lluvia no amilanó las ganas de más de 12 mil espectadores que llegaron al auditorio Guelaguetza y vivieron la fiesta, junto con las delegaciones de las ocho regiones del estado en la edición vespertina del Primer Lunes del Cerro. 


 



 


El Convite de las Chinas Oaxaqueñas hizo su aparición y le siguieron los bailarines de la delegación de San Pedro Amuzgos, con su fandango y carnaval, "Amuzgos una tierra de magia y misticismo y su lengua única hablada por sus indigenas naturales", así se presentaban ante los cientos de turistas nacionales y extranjeros. 


 



 


Luego tocó el turno a Tlacolula de Matamoros con la presentación de su fiesta patronal y la ejecución del Jarabe del Valle. 


 



 


Despúes subió la delegación de San Pedro Ixcatlán con su música del sotavento con más de 400 años de historia. 


 



 


Por vez primera en la Rotonda de las Azucenas se presentó la delegación de la Mixteca de Oaxaca de Santa Catarina Ticuá, con su ofrenda de bodas. 


 



"¡Baila, baila!, ¡Flor de Piña!, fue el anuncio del narrador cuenqueño; la delegación realizada en 1958 por mujeres originarias de la cuenca del Papaloapan.


Distinguirse de los sones costeños de Veracruz, ha generado un clamor de todos los espectadores por esta delegación de San Juan Bautista Tuxtepec, la cual es reconocida a nivel mundial por la danza que realizan únicamente mujeres, acompañadas de una piña que acabará en manos de algún afortunado turista, después de la regada.


 



 


La representación dancística de la conquista y los saltos que realizan los guerreros y sus grandes penachos emplumados; sobre la rontonda de las Azucenas estos bailairines muestran con la danza la incursion del imperio español a los valles de esta entidad, que alguna vez fue la Verde Antequera.


San Bartolo Coyotepec estuvo a cargo de revivir este tradicional baile, en la edición vespertina del primer Lunes del Cerro.


 



 


La llevada del guajolote, las fiestas y los bailes previos a una boda, fueron las muestras culturales que dejó en el auditorio Guelaguetza la delegación de Ocotlán de Morelos, pueblo de los valles centrales donde Rodolfo Morales formo un imaginario cultural y su arte y un legado oaxaqueño.


Los jarabes de valle también fueron bailados por estos jóvenes que mostraron su talento en el escenario.


 



 


Ese cachito de las costas del estado vecino de Veracruz que se reproduce en la música la cuenca también estuvo presente en esta edición vespertina. Loma Bonita mostró a los oaxaqueños y turistas internacionales que también los cuenqueños saben bailar los fandangos.


El zapateo sobre las tarimas, los cajones y las arpas de fondo resonaron en el auditorio durante su ejecución.


 



 


Desde las bahías de Tangolunda y Chahue llegó el pueblo costeño de Santa María Huatulco, tierra de la que 32 jóvenes ejecutaron las chilenas y los sones que heredaron los marinos provenientes de países sudamericanos, y que por el naufragio o el paso de los puertos, se entrañó en la identidudad cultural de los paisanos de esta región.


 



 


La presencia de Santo Domingo Tehuantepec se hizo presente con las joyas brillantes y las demás alhajas de oro que portaron sus mujeres, el sombrero "charro 24" y sus matices rojos en sus bordados de lana, también expuso la compañía los tehuanos, quienes caminaron al compás de Sandunga, himno de esta ciudad emblemática de la región, cuna istmeña de las mayordomías.


No pudo faltar la interpretación de Tanguyú, la diosa del amanecer que escapó de Tehuantepec, una de las leyendas e historias de la tradición oral de los ancianos de esta región.


La elegancia de los pasos cautiva en la tierra de la inmortal Sandunga.


 



 


Las chilenas de Sola de Vega que se portan en el corazón de mujeres y hombres de la región, fueron las siguientes en resonar dentro del auditorio; "arrínconamela para arriba, arrincóname el corazón", era el verso sobre los suspiros que provocan las mujeres de esta villa en la sierra sur, muy cercana a los rtimos y sabores de la costa.



 


La delegación capitalina, fundada por doña Genoveva Media de Márquez, fue la última en aportar la identidad cultural que impregnó en la ciudad de Oaxaca de Juárez, la cual no contaba con una representación propia en la máxima fiesta de julio. Las marmotas, los monos de calenda, las canastas floridas y los faroles multicolor inundaron la rotonda de las Azucenas, la cual se repletó de los jóvenes de todas las delegaciones que acudieron para continuar con esta tradicional festividad del estado.


 



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