La dramática historia de la princesa zapoteca hizo vibrar a las más de 10 mil almas que se dieron cita en el Audiorio Guelaguetza para presenciar la espectacular puesta en escena que se programa la noche anterior al tradicional Lunes del Cerro.
La emotividad de esta puesta escena ya rivaliza y se convierte en una fuerte sombra a la misma Guelaguetza, considerada el punto neural de la fiesta racial más importante de Oaxaca y Latinoamérica.
Múltiples actividades caracterizan el despliegue de folclor y colorido de la Guelaguetza, la fiesta más importante de Oaxaca, aunque quizá ninguna es tan emotiva como la que relata teatralmente la tragedia de la princesa indígena Donají y su amor incondicional por el pueblo zapoteco; ese amor que finalmente la llevó al sacrificio.
Esplendorosa puesta en escena de Donají...la Leyenda. FOTO: Román Carlos
Sin embargo, en los 15 de días de actividad de las fiestas de la Guelaguetza no hay más rivalidad que la de dar lo mejor de sí al turismo, es por ello que en cada evento se vive una experiencia diferente y los visitantes regresan extasiados de todo el color, magia, folclor y tradición que vive en las fiestas de la Guelaguetza.
La historia
Cuenta la tradición que, antes de la llegada de los españoles, cuando Oaxaca se encontraba dominada por un grupo de nobles indígenas pertenecientes a las culturas zapoteca y mixteca, el rey Cocijoeza, soberano de la ciudad de Zaachila, engendró una hija a la que se le otorgó el nombre de Donají, cuyo significado es “Alma Grande”.
El trazado cosmogónico del destino de la princesa fue encargado al sacerdote Tiboot de Mitla, quien vaticinó una gran desgracia para la pequeña, ya que ella se sacrificaría algún día por amor a su pueblo.
Los soberanos mixtecos y zapotecos buscan puntos de acuerdo y la paz. FOTO: Román Carlos
Después de que mixtecos y zapotecos enfrentaron juntos a los mexicas, que trataron de conquistar la región de Oaxaca para anexarla a su imperio, una serie de eventos sembró la discordia entre los dos pueblos, provocando su distanciamiento y, al mismo tiempo, el inicio de violentas disputas.
En medio de tales enfrentamientos, un guerrero mixteco fue hecho prisionero por los zapotecas y puesto a disposición del rey.
Liberan a Nucano
Durante su estancia, la princesa Donají descubrió al cautivo, de nombre Nucano, quien a la sazón era un príncipe. Se enamoró de él y lo cuidó hasta que se recuperó por completo, momento en el que pidió a Donají su libertad para continuar en la lucha.
Liberado por la princesa, Nucano alentó a su pueblo a terminar con la guerra, mientras Donají hacía lo mismo con su padre. Ambos pueblos pactaron la paz, aunque el recelo de los mixtecas les hizo solicitar que Donají se convirtiera en prenda de paz para garantizar la promesa del rey, pues de lo contrario sería sacrificada.
Tras ser capturado y sanado, Donají se enamora de Nucano, por quien aboga y es liberado. FOTO: Román Carlos
Anteponiendo el amor a su pueblo antes que su propia vida, la princesa dio aviso a los guerreros zapotecas de que sus carceleros se encontrarían al anochecer en Monte Albán, donde fueron sorprendidos y diezmados por la gente de Cocijoeza.
Descubierto el plan de Donají, los mixtecas decidieron vengarse del rey sacrificando a la princesa cerca del río Atoyac, donde fue sepultada. Se dice que al momento de encontrarse su cadáver, este no presentaba rastros de putrefacción, y que de su cabeza había nacido un lirio silvestre que de inmediato se convirtió en símbolo del pueblo zapoteco.
El príncipe Nucano, convertido en gobernador de la gente de Donají, dedicó el resto de sus días a velar por el pueblo de su amada hasta su muerte, cuando finalmente fue enterrado en el templo de Cuilapan de Guerrero, donde también había sido sepultada Donají.
Donají, la bella princesa, en todo su esplendor. FOTO: Román Carlos
La escenificación cumplió anoche con las expectativas y cautivó a los asistentes al auditorio Guelaguetza, dejando todo listo para la celebración de hoy, el primer Lunes del Cerro de 2017.
