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Bailar en la Guelaguetza, el sueño de Rosario Casimiro de Huautla de Jiménez

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Representar a una región en la Guelaguetza significa un sueño para muchos oaxaqueños y Rosario Casimiro estaba decidida a participar con la delegación de su tierra, Huautla de Jiménez; aunque el camino no resultó sencillo para ella.


Orgullo mazateco


Rosario Casimiro Salvatory es una mujer que nació y se crió adoptando las raíces de la comunidad de Huautla de Jiménez, un rincón de Oaxaca principalmente conocido por María Sabina, la madre de los hongos alucinógenos. Además de ser la tierra de los Huehuentones y la lengua mazateca. Un lugar lleno de misticismo escondido entre montañas.


Ella cuenta que siempre fue amante de sus raíces y las tradiciones que envuelven a esta comunidad, pero su verdadera aspiración llegó cuando bailó por primera vez los sones mazatecos, conocidos por bailarse en bodas, bautizos y otras festividades desde hace varias décadas.



El inicio del sueño


Por ello le obsequiaron su primer huipil y fue hasta entonces que su madre le contó que alguna vez había participado en las celebraciones de la Guelaguetza, mostrándole un álbum de fotografías que retrataban la nostalgia de una época distinta de la máxima fiesta de las y los oaxaqueños.



“Fue en 1983; en ese tiempo hombres y mujeres iban descalzos. Las mujeres llevaban collares de muchos colores y hechos de soguilla, un material que ya no se usa. Anteriormente la mujer tenía la opción de usar el rebozo de hilo cruzado sobre la cabeza o las dos trenzas con el listón negro. En el baile el hombre llevaba un guajolote. Al paso del tiempo, varias de esas costumbres se han ido modificando".


Rosario le manifestó a su madre el entusiasmo que sentía por subirse al escenario del auditorio Guelaguetza y bailar para el público los sones representativos de la identidad de su pueblo, Huautla de Jiménez.


Primeros intentos


Era el año 2013 cuando la Regiduría de Cultura publicó la convocatoria para seleccionar a los jóvenes que integrarían la delegación de los Sones Mazatecos para presentarse en la Guelaguetza, lo que para Rosario significaba oportunidad; así que se preparó para llegar a la selección junto con su hermana.


En la evaluación, los participantes formaron parejas para bailar “La Flor de Naranjo / Naxo Loxa” uno de los principales bailes representativos de la comunidad. Pero a pesar de la preparación, Rosario no logró quedar en el grupo de danza. Eso no la desanimó, pues su hermana ganó el segundo lugar en el certamen de la Diosa Centéotl 2013, y esa fue la motivación que la impulsó a seguir intentándolo sin desistir, con la meta de representar a su comunidad.



Oportunidad inesperada


Rosario casi había perdido la esperanza, pero no claudicó en la meta de llegar a presentarse a un Lunes del Cerro. Fue en 2017 cuando se encontró con el director de la casa de la cultura María Sabina, y llegó una nueva oportunidad, con una invitación para formar parte de la delegación que representaría a Huautla de Jiménez en la Guelaguetza de ese año.


La esperanza volvió a nacer, después de años de perseverancia y espera.


Y aunque varios años habían pasado y tendría que hacer sacrificios para poder sacar adelante sus responsabilidades, Rosario estaba dispuesta a luchar por el sueño de representar el legado de su comunidad.


“Llegando mayo de 2017, los ensayos se volvieron más intensos, pues pronto llegarían los miembros del Comité de Autenticidad”.


Experiencias diferentes y una meta alcanzada


La presencia de cámaras, reporteros, público de otros lados, hicieron una experiencia totalmente nueva para Rosario, lo que aumentó su nerviosismo. Pero los años de haber interpretado la danza representativa de su comunidad, aunados al deleite que le producía la música mazateca, la impulsaron a seguir adelante: "Cuando una persona baila, el tiempo ni se siente", recuerda Rosario. 


El día había llegado, Rosario llegaba a la capital oaxaqueña con la delegación de Huautla de Jiménez y sería la primera vez que conocía el Auditorio Guelaguetza, lo que la llenaba de felicidad, pues ahí se encontraba el resultado de todo su esfuerzo. Poco a poco se llenaban todos los asientos y la algarabía se intensificaba.


“Cuando llegué a sentarme a mi lugar agradecí a Dios, ya que habían valido la pena todos los sacrificios por estar ahí. Anuncian la delegación de Huautla de Jiménez, empiezan a tocar los Sones Mazatecos, comencé a bailar frente a toda esa gente y me sentí tan orgullosa”.



Rosario había alcanzado una meta de la infancia, la cual prevalecería en los siguientes años, ya que siguió representando a la delegación en el 2018 y 2019. Afirma que el haber nacido en una tierra llena espiritualidad y tradiciones prehispánicas para ella significa una bendición.


 


Primer intento


2013 fue el año en que Rosario quedó fuera de la delegación que asistiría a la Guelaguetza.


 


Año inolvidable


2017 fue el año en el que Rosario logro formar parte de la delegación que participó en las fiestas de los Lunes del Cerro.


 


Recuerdos


  • 1983, año en el que su mamá participó en la Guelaguetza.

  • En ese año, mujeres y hombres bailaban descalzos.

  • Las mujeres llevaban collares de muchos colores y hechos de soguilla.

  • Las mujeres tenían la opción de utilizar rebozo de hilo cruzado sobre la cabeza o las dos trenzas con el listón negro.

  • En el baile el hombre llevaba un guajolote. 


 


"Cuando una persona baila, el tiempo ni se siente".


Rosario Casimiro Salvatory, Bailarina de danza.




 


“No cambiaría por nada ser de la tierra de donde soy; de mis costumbres, tradiciones y lo más importante: ser mazateca”.


Rosario Casimiro Salvatory, Bailarina de danza.


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