TTLALIXTAC DE CABRERA, Oaxaca.- Sus ojos, eclipsados por las arrugas, vuelven a brillar con el recuerdo de 1975, cuando representó a Jesucristo en el primer viacrucis de Tlalixtac, hoy uno de los de mayor tradición y más grandes en los Valles Centrales.
“Lo que nunca voy a olvidar fue que durante el encuentro entre Jesús y María, toda la gente empezó a llorar. Los que iban representando también casi lloran por ver de reojo a la gente que estaba llorando, que sintieron el momento. Eso es un orgullo, gusto y satisfacción de haber representado a Jesús”, expresa don Eloy Fernández Lorenzo, a 42 años de aquel momento. Tenía 18 años de edad y la fe rebozante en el corazón.
La representación en vivo del viacrucis -relata- surgió a iniciativa del padre Apolinar, entonces al frente de la parroquia de San Miguel Arcángel, con el apoyo de un grupo de jóvenes que realizaban programas culturales y sociales en festividades del pueblo.
“No teníamos dinero para comprar las vestimentas, pero con lo poquito que reunimos lo fuimos a comprar con una señora que vivía en Jalatlaco. Así fuimos empezando”.
En aquella primera ocasión -recuerda-, los personajes centrales fueron representados por jóvenes y los secundarios por personas mayores del pueblo. “Como no teníamos el suficiente dinero para comprar el traje o la ropa, improvisamos con sábanas, taparrabos. Se veía espectacular porque la gente nunca antes lo había vivido”.
Fervor, flama encendida en la juventud
Indira representa a María. La ofrenda de fe busca tener la bendición para continuar con sus estudios. FOTO: Emilio Morales Pacheco
Alejandra Indira Caravantes Vázquez tiene 20 años de edad. Representa el papel de María, como una ofrenda especial. Además del fervor con el que encarna a su personaje, la joven, a través de ello, busca ser bendecida en la vida y en la escuela para cursar la licenciatura en Derecho.
-¿En un contexto en donde los jóvenes son atraídos por otras actividades, por qué decidiste participar en el viacrucis representando a María?
-Siempre me ha movido el dolor que tuvo María por su hijo. No es un papel sencillo porque no he tenido hijos y no podría ponerme en el lugar de una mamá. Lo veo con la mía y es muy difícil. Los hijos causamos muchas alegrías como problemas y eso como hijos no lo podemos entender.
-¿Tu deseo de estudiar se entrelaza con el de representar a María en el viacrucis?
-Sí, porque a pesar de los problemas, cuando se tiene fe, se ve la forma de seguir adelante aunque se nos presenten conflictos. No es cuestión de decaídas; al contrario, es un impulso para salir adelante porque sabemos que Dios nos está ayudando y que por una u otra cosa, las situaciones se dan así. Estoy aquí representando a María para que Dios me ayude y si el día de ayer no pude entrar a la escuela, el día de mañana me dé fuerzas y pueda seguir con mis estudios.
Para Indira, una joven de sonrisa y mirada sincera, el acercamiento a Jesús ocurrió al darse cuenta que estaba dirigiendo su vida hacia un rumbo equivocado. Su refugio fue involucrarse en las labores del coro de la iglesia, en donde convive con personas de su edad y el mismo fervor.
Representar a Jesucristo
Ronie encarna a Jesucristo. Llevará a cuestas una cruz de 105 kilos. FOTO: Emilio Morales Pacheco
Ronie Alexis Hernández López es uno de ellos. El joven tiene 21 años. Es estudiante en la carrera de Ingeniería Civil. En este año representa a Jesucristo en el viacrucis.
-Para mí representa algo sagrado porque es el personaje principal. Por nosotros Jesús vino y murió para salvarnos.
-¿Qué te llevó a buscar hacer ese papel?
-Mi familia es de mucha fe y desde pequeño deseé hacer este papel. Yo he venido a la iglesia desde los seis años. Además de mis sacramentos, también me interesé en pertenecer a la rondalla de la iglesia y después como catequista. Esta representación es más como un agradecimiento a muchas cosas en las que Dios me ha ayudado porque he visto que se ha presentado a mí cuando he estado en problemas y nunca me ha dejado; por eso quiero darle gracias al Señor.
Unión en torno al triduo pascual
La parroquia de San Miguel Arcángel data del siglo 16. FOTO: Emilio Morales Pacheco
En torno a la parroquia de San San Miguel Arcángel, las actividades se mueven a un ritmo especial. Adentro del templo, un grupo de hombres realiza labores de limpieza y remozamiento en las imágenes, retablos y nichos. Afuera, otros más dan brillo a candelabros y portaflores. En el parque montan el escenario en donde se llevará a cabo parte de la representación del viacrucis.
El trabajo en conjunto refleja un día de fiesta y de cooperación en torno al triduo pascual, es decir, el periodo de tiempo en el que la liturgia cristiana y católica conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, el cual constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.
El triduo pascual, explica Juan Antonio Jiménez Gómez, párroco de Tlalixtac, comprende el Jueves Santo desde el pasaje bíblico que relata la última cena de Jesús. El Viernes Santo, con la meditación sobre la pasión de Jesús, que se rememora con el viacrucis; y finalmente el Sábado Santo, sin celebraciones litúrgicas en recuerdo de la muerte de Jesús, hasta la celebración de la Vigilia Pascual ya por la noche o madrugada del domingo, en la que se conmemora con solemnidad la resurrección de Jesús, y que es el acto litúrgico católico más destacado.
El párroco señala que si bien el viacrucis en Tlalixtac de Cabrera se ha tornado un atractivo turístico, la representación debe ser tomada como un momento de reflexión, pues de lo contrario “estaríamos convirtiendo la historia de Cristo en una obra de teatro o en una historia del pasado. Cristo sigue vivo hoy, sigue sufriendo hoy. Muchos son los que cargan la cruz de desempleo, salarios bajos, crisis social, la pérdida de valores”.
El viacrucis en Tlalixtac
42 años cumple la representación
105 kilogramos pesa la cruz
7 horas aproximadamente dura la representación
8:00 horas inicia la ceremonia religiosa
