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Tormenta causa terror entre colonos de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

La tromba de la tarde-noche del viernes hizo que quienes viven en la zona aledaña a los ríos Blanco y San Felipe los oyeran rugir de nuevo, augurando peligro.


“Es horrible escuchar la fuerza del agua; anoche (el viernes) todos estábamos asustados”, relata Aurora Olivera, vecina de la calle Niágara, en el Fraccionamiento La Cascada, de las zonas que más resiente el efecto de las lluvias cuando se combina con basura y drenaje anegado.


Si la acera frente a su casa, en la esquina con la calle de Amacuzac, está limpia, es porque desde la 7:00 horas de ayer se levantó con su familia a barrer: “Quitamos piedras y basura, todo lo que baja de las colonias La Cascada y Pozas Arcas”.


En el lecho del río Blanco, a unos pasos de su casa, un joven que ella contrató, corta carrizo y maleza porque “las autoridades no hacen nada”.


Sin auxilio


Ha constatado que una vez al año “viene un tractor, pero no se llevan la tierra y todo lo que atora la corriente del río”, lo que vuelve noches como la del viernes “de miedo”, con autos que en la calle de Niágara se quedaron varados, sin que ninguna autoridad auxiliara a conductores.


“Se le habló a Bomberos; como había tantas emergencias, nadie vino a rescatarlos”, asegura.



¿Quién limpia? FOTO: Mario Jiménez

En ello coincide Joaquín Balbuena, vecino también de la calle Niágara, pero en la esquina con Iguazú: “Se puso horrible, en cinco o diez minutos la calle se volvió a inundar porque se juntan bajadas fuertes; el nivel de agua alcanzó hasta el metro y medio”.


Una salida fue quitar la tapa a las coladeras que conectan con el río Blanco, el cual no se desbordó “por el buen funcionamiento de la presa Rompepicos”, en la agencia de San Felipe del Agua.


El problema lo representó que la calle de Niágara sea una vía alterna para comunicarse con la Avenida Venus, “cuando es una zona residencial”.


El constante pase de automóviles y camiones pesados propició que en la calle de Iguazú el drenaje se colapsara, según les dijo el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (SAPAO).


Sin embargo, “nadie nos hace caso, ni el gobierno municipal de Oaxaca, ni el comisionado de la Policía Vial, Felipe Reyna; los carros pesados siguen pasando”.


Nadie retira lo que la lluvia dejó


En la zona, ninguna persona del municipio de Oaxaca o el Gobierno del Estado realiza actividades de limpieza para retirar las piedras y el lodo acumulado en la calle de Niágara y Juanacatlan.


En esa última calle, Fernando Santibáñez asegura que a pesar de que el río no se desbordó, las calles se inundaron porque la cañería fue insuficiente para canalizar el agua que baja de las partes altas.


“Hasta hace 35 años esta calle era un arroyo; pero hicieron el caño, la pavimentaron y la cañería se tapa con las piedras y basura que viene de por allá arriba”, lo que hizo que ayer el nivel del agua subiera hasta diez centímetros.


Si se hubiera desbordado el río, como años anteriores, el agua sí hubiera entrado a su casa, temor que comparte con Juan Reynaldo Cruz Santiago, vecino de la Calle de José López Alavés, en el Barrio Xochimilco, cuya parte trasera de su casa colinda con el río San Felipe.


“Necesitamos que le den servicio al río, para evitar que afecte a la gente”, una petición que implica la intervención de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) kilómetros arriba, en la zona aledaña a la presa Rompepicos.


Basura en vez de peces


 



Horacio acudió ayer al río en espera de que la lluvia hubiera arrastrado fierro viejo, pero encontró mucha basura. FOTO: Mario Jiménez

Ahí, la lluvia del viernes hizo que Horacio Matías, de oficio pintor, se improvise como pescador urbano de fierro viejo, a vender a tres pesos el kilo.


"Yo dije ya me rayé, hay bastante fierro, pero es pura basura, sobre todo lonas de vinil", dice mientras acomoda en una bolsa lo poco que ha encontrado: el resto de un televisor, una varilla y un tenedor.


El resto, lonas, bolsas con basura, una vestidura de auto y un bulto que contuvo alimento para perro, es arrastrado río abajo, parte de los desechos que con la lluvia se convierten en un tapón que puede anegar el cauce del río San Felipe, que cuando lo oyen rugir, para los vecinos les representa miedo.

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