Si la inversión a los proyectos de robótica en Oaxaca casi no existía, con la pandemia de COVID-19 desapareció. El desarrollo de un robot rescatista por estudiantes y un investigador de la Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM), Alberto Elías Petrilli Barceló, se paralizó.
Por el cierre de fronteras el investigador tampoco ha podido iniciar una estancia de dos años en la Universidad de Ciencias de Tokio, desde donde planea asesorar a tesistas de la UTM que se encargarán de dotar de inteligencia artificial al robot.
Con un primer prototipo al que le invirtieron apenas 8 mil pesos, el equipo de la UTM logró en 2017 la calificación para participar en el World Robot Summit en 2018, una competencia internacional en Japón que hizo que los directivos de esa universidad con sede en Huajuapan de León les otorgaran 100 mil pesos de financiamiento para hacerle mejoras.
“Fue nuestra primera competencia, nos quedamos a media tabla, pero nos valió mucho para aprender, porque nos enfrentamos a compañías y universidades mucho más fuertes y con más presupuesto”, considera.
Con ese aprendizaje que implicó desarrollar el robot desde cero, ya que no enviaron a maquilar ninguna pieza, pudieron entender que a pesar de su bajo presupuesto eran capaces de emocionar a otros equipos participantes que con asombro veían cómo lo armaban y desarmaban, un requerimiento para poder cruzar las fronteras internacionales.
“Los otros equipos diseñaron su robot y lo mandaban a maquilar, pero en México, sobre todo en Oaxaca, no es fácil conseguir presupuesto, una de las cosas desafortunadas del estado es que no hay una apuesta al desarrollo tecnológico”, expresa desde una visión crítica.
No todo es turismo
La contingencia por la COVID-19 desplomó los ingresos que generan visitantes y evidenció que no se puede invertir exclusivamente en turismo, “hay que diversificar los recursos y distribuirlos a varios sectores”.
El investigador Petrilli es originario de Sonora y doctor en robótica por el Centro de Investigaciones Avanzadas del Instituto Politécnico Nacional, Unidad Guadalajara, en 2017 llegó a Oaxaca porque se abrió una plaza de investigación en robótica en la UTM.
Desde ese año trabaja en la división de estudios de postgrados y con sus alumnos de postgrado e ingeniería maneja diversos proyectos de inteligencia artificial, como un coche autónomo, robots futbolistas o drones, pero el que más llama la atención es el robot rescatista.
Este es un robot “todo terreno” que se desliza, puede caminar sobre piedras y todo tipo de superficies complicadas, incluso pasar por escalones mientras una persona lo teledirige, aunque lo ideal es que lo haga de manera autónoma.
Además, puede transmitir voz y video de una persona que encuentre a su paso o mover objetos de hasta medio kilogramo, pero la aspiración es que pueda cargar mas de 10 kilos para remover escombros, cargar botiquines o acciones que requieran de fuerza física en un edificio estructuralmente dañado, donde los rescatistas tendrían que poner en riesgo la vida.
El sentido social
El doctor Petrilli considera que es el impacto social lo que ayudó a la aceptación entre personas que por lo general tienen el miedo a que los robots roben espacios laborales:
“Cuando hablas de un robot que va a ayudar a los humanos lo haces atractivo al público, aparte de que es grande, como de un metro de altura, y su estructura asemeja a la de un tanque de guerra".
Justo en el 2017, cuando la idea se empezó a plasmar, los sismos de septiembre evidenciaron la necesidad de tenerlo listo, “eso nos motivó a esforzarnos más”.
Pero ahora se requiere mayor presupuesto para hacerle mejoras al robot en el que ya se invirtieron 120 mil pesos, cuando lo ideal sería realizar un nuevo prototipo, lo que implicaría destinar 250 mil pesos que no se tienen.
“Cuando nosotros iniciamos el trabajo lo conocieron algunas de las autoridades estatales, quedaron impactadas”, pero ,“a pesar de los discursos políticos nadie dijo que había un fondo o se habló de financiamiento”, cuando hay estudiantes egresados de ingeniería que deben migrar de la entidad para desarrollar nuevas tecnologías por la falta de inversión en el ramo tecnológico.
“Los proyectos los hago porque es mi pasión, me gusta el trabajo, los retos y saber que puedan ayudar en un futuro”, a la vez que sueña con un equipo de robots de rescate: drones para ayuda por aire, robots serpiente que se metan dentro de los escombros y uno con la suficiente fuerza para levantar escombros y vigas.
