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Política de Trump desvela a migrantes

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

ZIMATLÁN DE ÁLVAREZ, Oaxaca.- Familiares de migrantes oaxaqueños que trabajan en los Estados Unidos, están preocupados por la política migratoria prometida por el presidente Donald Trump desde su campaña, desde la deportación masiva, el bloqueo de las remesas, hasta la construccióan de un nuevo muro.


Aunque para quienes regresaron, después de andar por allá algunos años, si bien esas medidas resultan injustas porque los migrantes participan en la economía de ese país, no servirán de mucho porque el oaxaqueño, el mexicano, seguirá cruzando la frontera, ante sus necesidades económicas por la escasez de oportunidades aquí, para forjarse un futuro.


Además de que su fuerza de trabajo es tan necesaria porque los estadunidenses seguramente no ocuparán los puestos vacantes dejados por los migrantes, pues difícilmente aceptarían bajos salarios limpiando casas, lavando baños, cuidando jardines, trabajando en el campo y demás.


Pero, gracias a esos trabajos poco calificados y poco remunerados, los migrantes de esta municipalidad de los Valles Centrales, uno de los principales expulsores de migrantes, han podido dar una nueva historia a su familia.


Rescatando nuestros valores




Preocupa la suerte de su hermano, cuñada y sobrinos, a la profesora Josefina Hernández.

La profesora jubilada de nivel preescolar, Josefina Hernández Carreño, es de familia de migrantes, como casi todos las de por aquí. Hace 20 años se fue mi hermano Matusalén, junto con su esposa Edith Jiménez y su primogénito Matus, pero ninguno cuenta con documentos de residencia legal. Solamente Judith, la otra hija que nació en Santa Mónica, California, donde residen.


“Se fueron no por gusto, sino por necesidad; él trabajaba en una carpintería y ella era empleada postal. Trabajaban mucho y ganaban poco, por eso decidieron irse. Apenas el martes hablé por teléfono con él y está preocupado por el riesgo de deportación y perder todo lo que han hecho por allá, aunque también separaría a su familia porque su hija ya es estadunidense. No se me hace justo que eso haga el señor Trump”, dice.


Además, subraya que tanto su hermano como cuñada han aportado a la economía estadunidense con el trabajo desempeñado y los beneficios económicos dejados a sus patrones durante todos esos años.


“Mi hermano es cocinero y mi cuñada capitana de meseros; han dejado su vida ahí. De tantos años de trabajar parado, él ya tiene problemas de la rodilla y necesita de cirugías. Ha entregado mucho en su trabajo y no me parece que sea justo”, asienta.



–Si los deportan, ¿tendrían aquí las mismas posibilidades?


–No, para nada; aquí no hay fuentes de empleo. Allá viven al día y aquí seguramente estarían más limitados; aquí han comprado un terreno, pero no han podido construir porque están pagando los gastos de los estudios de sus hijos, la renta y la alimentación.


–¿Y los estadunidenses podrán salir solos sin la mano de obra de los migrantes mexicanos?


–Que lo intenten, a ver si pueden solos.


Frente a este momento, cree que la unidad del pueblo de México para afrontar la adversidad y la recuperación de la identidad nacional, serían las posibilidades para salir adelante.


“Es el momento de retomar nuestros valores, de nuestras formas de vida, de nuestros mercados locales, dejar de depender de otros, dejar de comer pizzas o hamburguesas. Vale más una clayuda que una pizza”, refiere.


Migrante exitoso




Ángel Cruz, migrante exitoso.

A pesar de sus 25 años de edad, Ángel Cruz Méndez es un migrante exitoso. Anduvo en Nueva Jersey durante cuatro años, trabajó primeramente en un lava autos y después de aprender el inglés, empezó a laborar en un restaurante cubano, donde llegó a ser hasta gerente. Ahora, es propietario de dos tiendas de ropa americana en esta municipalidad.


Para su fortuna, no sufrió discriminación de los estadunidenses sino todo lo contrario, respeto y buenos tratos.


“Donde yo vivía y trabajé, siempre me encontré con personas amables. Los propios latinos, sobre todo los cubanos y los puertorriqueños, son los más racistas. Cuando fui mesero, la relación no se quedaba solamente entre mesero y cliente, sino que iba más allá; iba más a fondo, me contaban de su vida personal y hasta pedían consejos”, refiere.


–¿Pudiste hacer un capital durante tu estancia allá en los Estados Unidos?


–Sí, pero hay que trabajar, echarle ganas, esforzarse. Si no se le echa ganas, los patrones lo desechan, hay que ser activos. Con lo que gané, pude hacer mi casa, comprarme un coche, una moto y poner mis dos negocios, porque lo que se gana allá no se compara con los sueldos de aquí.


–¿Y por qué regresaste?


–Cuando me fui, ya estaba casado y tenía un hijo; ya era justo volver.


–En caso de una deportación, ¿crees que los estadunidenses ocuparán esos puestos de trabajo dejados por los migrantes mexicanos?


–No creo; el mexicano y los latinos hacen lo que los gringos no quieren hacer; ellos solamente trabajan en oficina durante ocho horas al día o mediodía. Les pagan 20 dólares por hora y de 25 a 30 dólares por horas extras. En cambio, la mano de obra mexicana es bien barata, de ocho dólares por hora cuando se empieza.


–¿Tendrán alguna oportunidad los migrantes oaxaqueños cuando regresen?


–Yo creo que no; lamentablemente no hay trabajo y los sueldos están mal pagados. Los sueldos son de 100 o 150 pesos diarios, mientras sube la gasolina y los alimentos. Ahora que regresen, quién sabe qué vayan a hacer, van a tener que batallar mucho.



“Mi esposo Moisés Erasmo Chávez Pérez se fue varios años, no sé exactamente, pero fue bastante tiempo a Nueva York, donde trabajó. Afortunadamente, regresó y pudimos hacer una casa y poner un negocio de venta de quesillo en el mercado municipal; ahora, lo que me preocupa es mi hija, Guadalupe, quien desde hace 15 años está en Chicago. La preocupación es grande porque en lo que deportan a personas sin oficio ni beneficio, también sacarán a quienes trabajan. Ella se fue porque aquí no había condiciones para tener un buen trabajo y un buen sueldo. No me imagino qué va a pasar acá en Oaxaca y en México, cuando deporten a los migrantes. ¿Qué van a hacer con tantas personas sin oficio ni beneficio? ¿Qué van a hacer con todos esos migrantes que llegarán acá y no tendrán trabajo? Habrá que buscar alternativas en el campo que está olvidado y abandonado; el gobierno está obligado en buscar esas posibilidades”.


Artemia Fabián Pérez, madre de migrante

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