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Pescador de artesanías, el artista de Zapotalito, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

LAGUNA ZAPOTALITO, Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, Oaxaca.- “Toda mi vida fui pescador y nunca me imaginé que iba a cambiar de trabajo, pero con el cierre de la bocabarra y la disminución de la pesca tuve que buscar otro oficio y, gracias a Dios, aprendí a trabajar el coco, la madera, el coral, la concha, ramas y raíces para elaborar artesanías y ahora esto no lo cambio por nada del mundo”, expresa con el tono característico de los costeños, Carlos Chávez Quiroz, el artesano de Zapotalito, como se presenta.


En el patio de su casa, de arena suelta, árboles de almendro y diversas plantas, en donde ha colocado un manteado rojo para atenuar la intensidad del sol, expresa que en la pesca "andaba a todo dar", pues no había otro trabajo. “Pero como integrante de la Red de los Humedales de la Costa oaxaqueña organizamos un evento en Mazunte y ahí conocí a un artesano que trabajaba estos materiales; lo invité a la bahía de Cerro Hermoso, de hecho le dí alojamiento en mi casa y aquí vendió todas sus artesanías”.



La creatividad de Carlos Chávez es inagotable. FOTO: Mario Jiménez

“Nunca imaginé que iba a dedicarme a esto, yo veía al artesano trabajar en mi casa en la noche, porque de día vendía sus piezas, pero nunca lo ayudé; yo nada más veía lo que hacía y después que se fue agarré el material e hice una tortuga y todos se quedaron admirados por lo bien que me salió, así me puse a hacer más piezas; muchos habían ayudado al artesano y habían intentado hacer piezas, pero nadie pudo elaborar alguna, sólo yo”.


Un cambio exitoso


Frente a una mesa de madera, donde se apilan sus herramientas de trabajo y algunos cocos, añade que un día acudió a la presidencia municipal de Tututepec para solicitar apoyos para los pescadores de Zapotalito, que estaban perdiendo su trabajo por el cierre de la bocabarra, “pero no se encontraba y le dejé a su secretaria una tortuga de coco, como regalo”.


“A los tres días, el presidente municipal me habló por teléfono para agradecerme el regalo y preguntar en dónde lo había comprado; le comenté que yo la había hecho y él me dijo que yo no era artesano, pero le respondí que la necesidad me había hecho. Me citó en su oficina y cuando llegué me pidió que elaborara 50 piezas para la conmemoración de la fundación de Tututepec”.


Con la emoción reflejada en el rostro moreno, manifiesta que además de las 50 piezas solicitadas por el munícipe realizó más para vender en la exposición. “Enfrente me tocó el amigo de Mazunte y estaba molesto, porque como yo soy de acá, toda la gente iba conmigo y me compraba las piezas”.



Carlos descubrió en el coco sus habilidades artísticas y se olvidó de la laguna. FOTO: Mario Jiménez

“Esta actividad me gustó porque las piezas se venden bien, luego pues trabajo en la casa bajo la sombrita y hasta puedo ayudar a la familia; como aquí está la carretera donde pasan los turistas, haciendo, yo ponía las piezas en una mesa frente a mi casa y se paraban las personas para comprarme diversas artesanías; me llevé tres meses sin ir a pescar, haciendo en chinga artesanías y le dije a mi mujer: este trabajo es mejor que aquel, la gasolina está cara, las refacciones del motor, el cayuco, el trasmallo, carísimo, y el coco hay donde quiera, me lo regalan”.


"Mucha diversión"


Chávez Quiroz comenta que entre sus locuras se le ocurrió hacer un burro. “Un día dije voy a hacer un burro y un tigre, para calar a la gente a ver cuál gusta más; entonces hice un tigre grande de madera, echado, y un burro, también grande.


“Después los coloqué frente a la casa y mucha gente se paraba a ver al burro. “Mucha gente me decía está chingón el burro, véndemelo. ¡No! No ves que lo ocupo para hacer promoción, dilaté como tres años con ese burro y todos lo querían, pero yo no lo quería vender. La gente se tomaba fotos con el burro y me dejaban bastante propina, tres años le estuve sacando dinero al burro, pero llegó el momento que un compa de Huatulco me convenció y se lo vendí; poco después llegó su hermano de México y se lo llevó, ese cabrón puso un bar en el Distrito Federal y le puso de nombre El Burro Borracho y le colocó dos barriles de mezcal, así que los clientes pueden servirse mezcal del burro, después de besarle los tompiates, por lo que el burro es la adoración allá”.



Las mismas manos que lanzaban el trasmallo, hoy elaboran bellas piezas de coco. FOTO: Mario Jiménez

Entre carcajadas subraya que después de cuidar al burro tanto tiempo, “el amigo del bar le está sacando buena lana al burro”.


“Entonces me dí cuenta que a la gente le gusta más la guasada que otra cosa, porque el pobre tigre ahí estaba y ni quien lo pelara, todos quedaban admirados del burro, todos querían al burro, lo acariciaban, le tocaban sus partes, por eso quiero poner un eslogan que diga: vendo poco, pero me divierto mucho”.


"Todo está contaminado"


-¿Pero vive mejor ahora o antes, con la pesca?


-No, amigos, la pesca está muy jodida; peor ahora con la cerrada de la bocabarra, la contaminación, ahorita está cañón.


Dice que hace poco tiempo le comentó al presidente municipal de Tututepec que los químicos que le echa a los cultivos de papaya que se sembraron a la orilla de la laguna, representan un peligro para la salud de los habitantes.


“Todo lo que fumigan a la papaya cae al suelo y cuando llueve todo eso va a la laguna, charcos, arroyos y ríos, tenemos contaminado todo; el pescado que agarran de los charcos o laguna está contaminado; peor si no está abierta la bocabarra, porque cómo se van los químicos, ahí están apelmazados en el lodito, los pescados comen lodito, entonces la mayoría de los peces están contaminados”.



El coco constituye la materia prima de las artesanías que elabora el expescador Carlos Chávez. FOTO: Mario Jiménez

Después retorna a su nueva actividad. “La artesanía tiene futuro, ahorita estoy haciendo 150 piezas diferentes del coco, aprovecho todo”.


-¿Y cómo se le ocurre la elaboración de cada pieza?


-Bueno, los pintores, carpintero, artesanos, todos se las ingenian y de repente se le abre como una ventana a uno y descubren que se pueden hacer cosas nuevas, así salen las figuras.


-¿Le va bien económicamente?


-Gracias a Dios tengo todo lo que necesito y más, por la artesanía; de muchos lados me piden artesanías para restaurantes y comercios, todos los días estoy en chinga.


-¿Regresaría a la pesca?


-No, para nada; esto es a lo que me dedico ahora y no lo pienso dejar por nada. ¿La pesca? Quién sabe si volverá a haber aquí en Zapotalito.

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