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A la intemperie es como viven pobladores de El Carrizo, Oaxaca, tras el sismo de Pinotepa

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

EL CARRIZO, Santiago Pinotepa Nacional, Oaxaca.- Bajo el toldo de plástico que ató a una vieja camioneta van GMC, doña Celia Bautista expresa que desde el 16 de febrero pasado, cuando un sismo de 7.2 grados destruyó su vivienda, su hija de 16 años de edad pernocta en el vehículo y ella con su esposo lo hacen en el suelo, sobre unos viejos petates.


“Aquí mucha gente, mucha, perdió su casa; muchos estamos durmiendo en los patios y corredores, pero nadie viene a ayudarnos”.


-Y ahora que empiecen las lluvias, ¿qué van a hacer?


-Eso estamos pensando, voy a ver a mi vecina si me presta su corredor, por lo menos para dormir; porque vean aquí, toda esta tierra suelta se convierte en lodo, cuando llueve.


Con la piel tostada por el sol, manifiesta que dormir en esas condiciones es difícil por la exposición a los zancudos y otras alimañas.


Sin poder contener su congoja, afirma que su familia no cuenta con recursos económicos para reparar su vivienda o construir una nueva. “La autoridad municipal me dice que compre o busque quién me regale un terreno para que construyan una casa, pero dónde voy a encontrar a alguien que me regale un lote”.



En El Carrizo, cientos de viviendas de adobe sufrieron los embates del temblor. FOTO: Mario Jiménez

Con la camioneta cubierta de un fino polvo color oro, al igual que los plásticos del toldo, añade que su vivienda es pérdida total. “Toda se acabó, por eso ya no nos metemos porque se puede caer en cualquier momento”.


-¿En qué labora su esposo?


-Es peón.


-¿Y cuánto gana?


-180 pesos diarios; qué van a alcanzar para hacer una casa.


Ancianos, los más afectados


Los ancianos Teresa Reyes, de 86 años de edad, su esposo de idéntica edad y su hermano, de 72 años de edad, tuvieron que abandonar la mísera vivienda de adobe que habitaban, porque con el sismo está a punto de venirse abajo.


Su nieta Cristina García Camacho comenta que su mamá trabaja en Acapulco, Guerrero, y los apoya con un poco de dinero para que sobrevivan, pero va a ser difícil que puedan levantar otro cuarto. “Mi mamá es única hija y se hace cargo de los tres, porque ya son personas de la tercera edad”.


“Además, las réplicas siguen; a cada rato tiembla y se corre el riesgo de que la casa se caiga, porque sólo está sostenida por los tres castillos de cemento que le pusimos, por lo que no creo que resistan mucho”.


Explica que por esta situación, sus abuelos tuvieron que pasarse a otro cuarto; “pero está igual de endeble, ya que también se afectó”.



Doña Celia Bautista y su familia duermen bajo el resguardo de una vieja camioneta, desde el día del temblor. FOTO: Mario Jiménez

“Hace como seis días vino una persona de la Ciudad de México, pero nos dijo que las grietas en las casas de adobe no podían clasificarse como pérdida total; entonces, los daños que sufrió la casa de mis abuelos es parcial, aunque la casa está a punto de caerse”.


-¿Y no les dijo con qué los van a apoyar?


-No, nada más nos han apoyado con una despensa, nada más. El de México dijo que iba a regresar, pero ya no volvió.


Dice que en realidad nadie sabía que existía la comunidad de El Carrizo. “Yo de casualidad fui a Pinotepa Nacional, donde me encontré a unos reporteros de Telemundo y les comenté que aquí había muchos daños, que vinieran; por ellos creo que se dieron cuenta que vivíamos aquí, porque vinieron los de Telemundo, reporteros de Guerrero, entre otros; pero de los funcionarios, nada”.


Duermen bajo el cielo


El señor Felipe Rodríguez Baños también duerme a la intemperie con su familia, después del sismo. “El presidente municipal nos regaló diez láminas y es lo que estamos poniendo para dormir, porque es un peligro dormir dentro de los cuartos”.


Mientras sus dos pequeñas hijas quitan las espinas a unos nopales para preparar la comida, añade que de la noche a la mañana perdió su patrimonio y ahora tienen que volver a empezar prácticamente solos; “porque todavía no vemos el apoyo”.



Esqueletos y heridas abiertas dejó el temblor del 16 de febrero en la Costa oaxaqueña. FOTO: Mario Jiménez

-¿Confía en recibir algo del Fonden?


-Ojalá, yo espero en Dios que sí, porque está cabrón.


En el terreno donde dos trabajadores fijan cuatro horcones a la tierra y amarran con mecate de plástico travesaños de madera para techar una pequeña área, señala que el techo es provisional; “para antes que entren las lluvias, porque si no, hay que buscarle pa’otro lado, correr prácticamente”.


Manifiesta que a sus 48 años de edad pensaba que ya la había librado con su familia porque les había proporcionado una casa, “¿pero cuál? Hay que volver a empezar”.


“Los recursos del Fonden no se ven todavía, quisiéramos que ya estuvieran en la mano, aquí, como dicen: cargando al muerto y soltando el llanto, pero no se ve ni al muerto, ni al llanto”.


Destaca que su casa está considerada con daño parcial; “pero vean cómo están las paredes, todo agrietadas, a punto de caer”.


"Todo se cayó"


Julián Francisco Sánchez y su esposa Gabriela Paula López, de 75 y 74 años de edad, respectivamente, lamentan que ahora no tengan un lugar en dónde recibir a sus hijos y nietos cuando los visiten, ya que su casa quedó toda agrietada.


“Aquí yo críe a todos mis hijos, ocho hijos, pero ahora todo se cayó; todos mis niños Dios, todo se quebraron, todo se vino abajo. Esto va a querer máquina para tumbarlo, porque es un peligro para la gente porque se pueden caer las paredes, se les pueden caer a los niños y se matan; otro compromiso más”, expresa la señora.


Su esposo la secunda: nosotros tenemos muchos nietos, cuando vienen aquí juegan, pero ahora ya no podrán hacerlo.


“Aquí duermen mis hijos cuando vienen, pero ahora ya no pueden; el temblor nos cambió la vida y ni modo, pero queremos ayuda, que nos den aunque sea una casita chiquita para cuando vengan mis hijos”.

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