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"Jóvenes científicos deben alzar el vuelo"; habla el oaxaqueño candidato a premio Nobel

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

El rumor de su nominación al Premio Nobel de Medicina 2019 por sus aportes a la prevención de enfermedades cardiacas ha vuelto escurridizo al doctor en biología humana Héctor Alejandro Cabrera Fuentes.


Admite a NOTICIAS -primer medio del país al que da una entrevista sobre su posible nominación- que se “esconde” más que su madre Lucila Fuentes y su padre Héctor Cabrera en El Espinal, en el Istmo de Oaxaca, quienes lo mandaron a Rusia a "estudiar y no a salir en el periódico”.


Sin una noticia formal de la nominación de un premio que en su edición 2018 lo obtuvieron el estadounidense James P. Allison de la Universidad de Texas y el japonés Tasuku Honjo de la Universidad de Kyoto, hablar de ello representa una presunción para el también doctor en microbiología molecular.


“Mi razón no es estar en los reflectores, sino estar en un laboratorio. El Nobel es un reconocimiento y está en el objetivo de cualquier científico, pero hay muchas cosas más que me tienen distraído. El día que llegue, si llega, bienvenido, sino, hay otros premios más por los cuales trabajar”, admite.


En Singapur, donde pasa la mitad de su vida que intercala entre Rusia, Alemania y México, es casi medianoche, 13 horas de diferencia con México. El científico de origen istmeño ha salido del Instituto Nacional de Cardiología de ese país del sur de Asia, donde trabajó 15 horas seguidas con su equipo.


Realizar experimentos en animales y células, pruebas en humanos como resonancias magnéticas o computarizadas al corazón, es parte de su búsqueda diaria de respuestas a preguntas científicas que le permitan entender qué pasa en los pacientes, e investigar el efecto de diferentes tratamientos cardíacos.


Atiende la llamada antes de dormir. Si tiene que usar una metáfora para describirse, el científico de 33 años elige la de un libro que como a él pueda levantar los sueños de jóvenes oaxaqueños que lleguen a sitios clave para desarrollar investigaciones con reconocimiento mundial.


Salió del anonimato hace cuatro años, cuando su mentor, el profesor Klaus Preissner, presentó en el parlamento alemán los resultados generados en su doctorado en biología humana por la Facultad de Medicina, en la Universidad Justus Liebig de Giessen, los cuales fueron retomados por la prensa.


Siete años antes, en 2007 ganó la medalla Luis Donaldo Colosio Murrieta en Oaxaca por ser el mejor investigador joven, a la par de que recibió el premio al logro del primer puesto entre estudiantes de licenciatura en microbiología de la Universidad Estatal de Kazán, Rusia, a donde se fue becado tras concluir sus estudios de bachillerato en Ciudad Ixtepec.


Sin presunción, admite que los medios de comunicación “se han enfocado en una pequeña parte” de su trabajo que se centra en descubrir objetivos de las enfermedades cardiovasculares que se puedan atacar.


En esa búsqueda, lo primero que encontró fue el rol del ARN (Ácido ribonucleico) “cuando no está en la célula y se vuelve patológico”. Ha dedicado ocho años de investigación científica a descubrir con qué tratamiento prevenir los infartos cardiacos y cerebrales.


Un primer tratamiento ya se estudia en una fase inicial en Europa “y si los resultados salen positivos entrará en las guías de protección de los hospitales”, algo similar se estaría haciendo en México y tiene el medio para impulsar los estudios, ya que ahora es también director del Centro de Biotecnología-FEMSA de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey.



A sus 33 años, el doctor en biología humana es candidato al Premio Nobel de Medicina. FOTO: Cortesía

En Oaxaca hay gran potencial en los jóvenes


Los reconocimientos obtenidos y su sola nominación al Premio Nobel reflejan el potencial que los jóvenes de Oaxaca y México tienen, a la espera de una oportunidad que les abra las puertas de la investigación.


“Enfocarnos en el gobierno y decir que la falta de recursos es una razón, es muy cierto, pero también depende de los jóvenes levantar los sueños; a mí me los levantó un libro, y quienes estamos en el extranjero podemos ser ese libro para decirles pónganse a estudiar inglés que hay muchos lugares en el extranjero para irse”, expresa.


En ese intento por contagiar sus ganas de soñar, en 2008 participó en la creación de la iniciativa Por Oaxaca más investigadores, con la cual apoyan a jóvenes a realizar sus estudios en el extranjero para que descubran si son o no investigadores.


La obligación del gobierno mexicano la tiene clara: “Tienen que voltear a ver a los países de primer mundo donde los niños llevan materias para que no pierdan el sentido de investigación”, cuando en México “nadie quiere hablar de ciencia y tecnología”, lo cual “es una tristeza”.

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