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Frustración y estrés invade a familias de Oaxaca durante clases en línea

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Delineada desde los escritorios y alejada de las realidades que viven las familias en Oaxaca, la plataforma Aprende en Casa, con la que México reinició el ciclo escolar 2020-2021, ha tenido como común denominador la frustración y estrés, tanto entre el estudiantado como entre las madres de familia, quienes en su mayoría quedaron al frente en este acompañamiento.


Con el inicio de la segunda semana de clases, las dificultades se fueron acentuando al igual que los efectos en la salud emocional de las familias tanto en las que tienen las herramientas tecnológicas para las clases virtuales como quienes no las tienen.


El regreso a clases -coinciden- ha sido más complicado de lo que se pensó en su momento con el anuncio realizado por el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Esteban Moctezuma. La realidad ha superado por mucho lo que se planteó como simplemente colocar a las y los niños frente al televisor.


“La primera semana fue un caos porque Tania tenía que ver la televisión, tenía que estar con ella prácticamente sentada toda su clase. Lo difícil era que su horario tocaba justo en el que preparó la comida. Debido a las dificultades en la mayoría de los estudiantes, la maestra decidió que mejor se trabajara en un cuadernillo con tareas enviadas por WhatsApp”, explica Dulce, una madre de familia con una hija en segundo de primaria y otro en primero quien tendrá que enfrentarse al desafío de aprender a leer y escribir en las condiciones de la nueva normalidad.


“Con él también tengo que estar sentada. No sabe leer ni escribir así que me vuelvo un poco loca, pero no tanto como cuando tenemos que estar frente a la televisión”, agrega.


Montserrat Avendaño es otra madre de familia. Tiene dos hijas, la de primaria con clases virtuales con interacción en tiempo real con la docente y demás alumnado. “Me dice que se siente estresada. El estar hablando con los demás niños e interactuando con su maestra a través del teléfono es complicado”.


“Veo el estrés de los niños, el sentirse frustrados porque no tienen un aparato electrónico para sus clases, incluso no tienen una televisión, un teléfono, no tienen datos, no tienen internet. Es complicado para esos niños y lógicamente se sienten frustrados el saber que otros compañeros sí están teniendo una clase con su maestra y ellos no”.


Montserrat Avendaño, quien es integrante del Centro Calpulli, señala que este contexto destaca perfectamente las desigualdades sociales que violentan el derecho fundamental de la niñez a vivir una vida íntegra y digna.


“Los niños son la primera herramienta para la construcción de un mejor país, pero ¿en donde se han dejado? ¿a dónde están dejando a las primeras infancias a quienes hay que darle una integridad y dentro de ésta una educación, salud mental?”.


Aprender a través del celular


Frente a la pantalla del teléfono celular las letras se ven diminutas y tan alejadas de su comprensión que Bruno estalla en llanto. Las voces que salen del celular son un ruidero que aturde, que ahogan la voz de la maestra al frente del grupo que trata de poner orden y entender cada una de las dudas de sus estudiantes.


En otro rincón de la casa, Karen toma apuntes enfocando las letras que mira en el dispositivo móvil mientras trata de concentrarse eliminando el ruido de las clases de su hermano. Apenas es la segunda hora de una jornada de seis horas y su cabeza comienza a protestar con pequeñas punzadas de frustración.


En la clase, la docente pide la participación del alumnado. Llama a Karen a contestar, ella se disculpa y pide ausentarse unos minutos para poder ayudar a su hermano menor en la solución de su problema.


“Maestra, tengo que ayudar a mi hermanito. Mis papás se fueron al trabajo. Estamos solos en casa”, explica en otra realidad que viven muchas niñas y niños cuyos padre y madre no tienen la oportunidad de trabajar desde casa.


 


Veo el estrés de los niños, el sentirse frustrados porque no tienen un aparato electrónico para sus clases.


Montserrat Avendaño, Integrante del Centro Calpulli.


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