Los 60 años que ha dedicado a investigar la forma de vida y condiciones de los pueblos indígenas le permiten afirman al antropólogo Salvador Nahmad Sittón que los problemas que enfrentan no se han resuelto del todo.
“Es difícil decir que si se mejoraron en algo y que ya se resolvió el problema, porque tiene que ser una solución integral, no basta que sea en un sólo aspecto”, afirma a propósito del Premio Nacional de Artes y Literatura 2018 que en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía recibirá el próximo lunes.
La ceremonia en la que a través de la Secretaría de Cultura también se entregará el premio a la poeta y ensayista Angelina Muñiz-Huberman en la categoría de Lingüística y Literatura; y en Bellas Artes a Rossana Filomarino (Roma, 1945).
Aunque en 1935 nació en la Ciudad de México, Salomón Nahmad radica en la ciudad de Oaxaca desde hace 30 años. Aquí, en 1987 fundó el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Pacífico Sur en Oaxaca, el cual lo propuso para recibir este galardón.
De esa unidad del CIESAS aún es profesor e investigador, tarea que intercala con su consejería en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Es miembro de la Academia Mexicana de la Investigación Científica y del Sistema Nacional de Investigadores y ha impulsado proyectos de investigación como El Impacto Social del Uso del Recurso Eólico en el Istmo de Tehuantepec o el de Evaluación de impacto social en centrales de generación eléctrica denominadas Sureste II y Sureste III, en Asunción Ixtaltepec y San Pedro Comitancillo, Oaxaca.
Antes que este Premio Nacional, en 2011 recibió en premio Malinowski que otorga la Sociedad Internacional de Antropología Aplicada.
Los totonacas de la costa de México le entregaron el bastón de mando, los huicholes, mayas, tarascos y mixes de Oaxaca lo reconocieron como guía político y él ha conocido de cerca las problemáticas de discriminación que todavía enfrentan los pueblos originarios.
Su punto de vista no es tendencioso, pero no encuentra razones suficientes para dar un resabio totalitario de progreso en los 20 millones de mexicanos que se asumen como indígenas.
“Es difícil para una población que se estima en 20 millones de indigenas decir que no han mejorado, pero también es difícil decir que sí, depende de cada pueblo y localidad, hay comunidades que lo han logrado, pero sobre todo por su autonomía”, afirma en una conversación con Noticias Voz e Imagen de Oaxaca.
