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Drogadicción, la puerta falsa de la neurosis

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

SAN JERÓNIMO TLACOCHAHUAYA, Oaxaca.- Marcos, abogado de profesión, tuvo que sufrir dos preinfartos por sobredosis de cocaína, para darse cuenta que algo estaba mal en su vida. Que el sexo, la droga, el alcohol y la fiesta estaban a punto de terminar con su existencia, con apenas 32 años de edad.


Oriundo de Cancún, Quintana Roo, el joven profesionista recuerda que después de nueve años de una vida loca, “experimenté por primera vez un preinfarto por sobredosis, lo que me espantó muchísimo y fui a dar al hospital”.


Dice que ese día su familia conoció su adicción a las drogas y aunque intentó alejarse de ellas, “solamente le bajé al alcohol, le bajé al cigarro, pero la verdad es que no podía dejar la cocaína; mi adicción era tan grande que hasta cuando iba a una audiencia me metía al baño del juzgado para esnifar, lo mismo en reuniones familiares, cuando iba al cine, en algún restaurante, en todos lados”.


Vestido con un pantalón de mezclilla de marca, camisa blanca con rayas verticales en tono rojo y un saco sport también en tono azul marino, combinado con zapatos negros, señala que a los dos meses del primer preinfarto, su corazón volvió a fallar. “Entonces sí sentí que me moría y decidí buscar ayuda”.


Loca juventud


En la Villa de la Buena Voluntad de Neuróticos Anónimos, ubicada en este municipio, el joven profesionista rememora que su adicción inició cuando ingresó a la preparatoria. “Cuando me la ofrecen me da miedo, pero por querer que me aceptaran, decidí tomarlas. Al principio no me gustaban, pero me di cuenta que era lo que todos los jóvenes hacían, que era parte de lo que estaba viviendo y era lo más normal”.




Las drogas, el alcohol y el cigarro aumentan cada vez más por diversos factores familiares y sociales.

 


Asegura que incluso en algún momento pensó en meterse todo tipo de drogas, en lugar de ir probando una por una. “Probé la mariguana, cocaína, tachas, muchas cosas que en el momento estaban de moda, porque para mí eso era lo importante”.


Subraya que cuando terminó la preparatoria, su consumo aumentó. “Primero fue en reuniones, fiestas; sin embargo, me doy cuenta que poco a poco mi cuerpo me va pidiendo más y más; cuando ingreso a la universidad ya soy adicto a esas drogas, porque mi cuerpo ya las necesitaba, me las pide”.


Marcos manifiesta que su adicción provocó muchos cambios en su persona y personalidad. “Empiezo a tener problemas familiares muy gruesos, me empiezo a volver sumamente rebelde, cuando de niño era aplicado y muy disciplinado; de repente mi nivel académico baja tremendamente, empiezo a tener una flojera terrible para levantarme, para ir a la escuela; empiezo a tener muchos pleitos con mi familia, incluso alguna vez me agarré a golpes con mi hermana y, en otra ocasión, aventé a mi madre por impedirme ir a una fiesta”.


Añade que pensaba que la vida que estaba viviendo era lo mejor que le había pasado, “pero empiezo a trabajar y me vuelvo más irresponsable, llego tarde al trabajo, consumo cocaína en los baños de los tribunales, un relajo”.


Alcohol y tabaco


El abogado litigante comenta que junto con el consumo de cocaína, llegó también el alcohol y el tabaco. “En cada fiesta, en cada reunión, junto a la droga siempre estaba la botella de whisky, vodka o brandy, así como las cajetillas de cigarros”.




El cigarro es el inicio de una cadena que en ocasiones conduce a la adicción a las drogas.

 


Asevera que en un momento de su vida se dio cuenta que era un verdadero desastre, pero ya no se podía detener. “Tenía una novia con la que había durado siete años y de pronto termino la relación, porque me gustaba lo que estaba viviendo: sexo, droga, alcohol, la fiesta permanente”.


“Sólo después comprendí, ya en el grupo, que yo me drogaba porque mis padres se divorciaron cuando tenía tres años, porque vivía en una ciudad lejos de mi familia, porque no tuve afecto y en las fiestas, como estas, las pasaba solo; ahora entiendo que las drogas disfrazaban todo eso, por eso me gustaron”.


Otra personalidad


Marcos C. recuerda que desde muy joven comenzó a consumir drogas, alcohol y tabaco para superar su timidez. “Yo llegué al grupo con un problema de drogas, desde muy chavo empecé a consumir mariguana, alcohol, tabaco, porque siempre fui una persona muy tímida, me costaba mucho trabajo integrarme con los demás, platicar, iniciar una conversación”.


“Toda mi vida fue una pérdida de oportunidades, en el trabajo, en los círculos sociales, familiares, nunca sentí que podía hacer lo que quería hacer y comencé a relacionarme con consumidores de droga porque tenía la necesidad de ser popular; así empecé con el cigarro, las cervezas, la mariguana”.



Señala que conforme creció fue cambiando radicalmente. “Comencé a meterme más en las drogas, ya había veces que no llegaba a la casa y mis padres preocupados preguntaban dónde estaba y yo me encontraba tirado atrás de unos árboles, vomitado y drogado; después empecé a consumir cocaína”.


Expresa que sus padres y hermanos intentaron muchas veces dialogar con él respecto a lo que sucedía. “Uno por uno me dijeron: ¿qué te pasa?, ¿por qué estás así?, ¿por qué no te bañas, no te arreglas? Pero yo respondía que qué les importaba, que no se metieran en mi vida, que ya era mayor de edad”.


El cambio


Marcos manifiesta que en el momento que su padre dejó de apoyarlo se sintió tan decepcionado, que aumentó el consumo de las drogas. “Yo ya consumía bolsas con otros amigos y era muy desgastante”.


“Me dio insomnio, delirio de persecución, crisis de ansiedad, me jalaba los cabellos y no sabía lo que me pasaba; me sudaban las manos, mi corazón latía aceleradamente, tenía miedo; ya no sabía qué hacer”.



Agrega que un día comentó a un vecino su situación y entonces se ofreció a llevarlo al Grupo Ampliación de Neuróticos Anónimos.


“Un joven que me recibió me preguntó por qué había entrado y respondí: por drogas. Entonces recuerdo que me sonrió y me dijo que me iba a poner bien y aquí estoy ahora, reiniciando mi vida; acabo de concluir la preparatoria abierta y vendo pizzas y pasteles para ganarme el sustento; quizás no tengo lo que soñé, pero recobré mi vida, que es lo más importante”.


Estudiantes y drogas


La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014 estableció que la prevalencia alguna vez de consumo de cualquier droga en los estudiantes de secundaria y bachillerato, es de 18.6 por ciento para los hombres y de 15.9 por ciento para las mujeres; de manera que la prevalencia total de consumo es de 17.2 por ciento.


Cocaína


Por nivel educativo, en los hombres, la mariguana casi se triplica de secundaria a bachillerato (7.2 por ciento a 22.5 por ciento); en las otras drogas también se observa un patrón similar, en particular la cocaína, donde el consumo crece más de 2.5 veces (2.7 por ciento en secundaria y 6.7 por ciento en bachillerato).


Mariguana


Cuando se observan las prevalencias por edad, el mayor crecimiento se observa en la mariguana, hacia los 12 años o menos, el consumo fue de apenas un 2.3 por ciento, llega al 21.3 por ciento en quienes tienen 17 años y a 29 por ciento en la población mayor de edad que asiste a la escuela.

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