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Crisis económica deja sin ropa al Niño Dios

Foto(s): Cortesía
Redacción

Hay para vestir al Niño del Tesoro, Niño Doctor, el Arcángel Rafael, Niño de la Protección, Niño de la Abundancia, Niño de la Suerte, Niño Cautivo, Niño de los Olivos y hasta Niño de Praga.


De todo nombre, para todos los gustos y para todos los bolsillos, hay ropaje para los Niños Dios, en víspera del Día de la Candelaria. Sin embargo, la crisis económica también aprieta y ha hecho que en los últimos años bajen las ventas.


“Nos gusta, pero nos asusta”, resume doña María, que viene de una comunidad del distrito de Etla y busca ropa y ajuar de acuerdo con su presupuesto.


“Todo está cada vez más caro, pero ni modo, es la tradición y hay que cumplir”, dice la humilde mujer, que cuenta que el año pasado gastó más de mil pesos, entre la vestimenta de la imagen religiosa y una pequeña fiesta.



Fiesta española


De acuerdo con la tradición de la Iglesia Católica, este 2 de febrero es la “paradita” de los Niños Dios, que el 25 de diciembre pasado se acostó en el pesebre para recordar o conmemorar el nacimiento de Jesucristo.


Pero la celebración religiosa tiene un origen español --como la mayoría-- con su Día de la Candelaria, en honor a la Virgen del mismo nombre, que apareció en Tenerife, España, a inicios del siglo XV.


Según la tradición y creencia católica, la festividad hacia el Niño Dios se basa en el pasaje bíblico en que sus padres presentan a Jesús en el templo de Jerusalén, así como la purificación de la Virgen María, después del parto.


En México y varios países de Latinoamérica, se agregó la costumbre de conjuntar el Día de Reyes con la Candelaria; es decir, al momento de partir la tradicional rosca, quien saque el muñeco al momento de partir el pan, tendrá la obligación de hacer una fiesta, el 2 de febrero, que se caracteriza por consumir tamales y atole.


Otros investigadores sostienen que la fiesta tiene su reminiscencia prehispánica, pues el 2 de febrero inicia un ciclo agrícola, por lo cual los campesinos llevan también a bendecir las mazorcas o el maíz que se sembrará.


Precios bajos




Detallada labor manual, en el taller de doña Lucía.

Como fuere, entre mexicanos y oaxaqueños, la conmemoración no pasa desapercibida, aunque es más conocida por los tamales que por la fe en la imagen de Jesucristo en su niñez.


Entre los feligreses hay fervor por venerar a la imagen, a la que visten de lujo, o de acuerdo con sus posibilidades económicas, y que llevan a la iglesia el día 2, para oír misa, bendecirlo y después sentarlo en el altar de la casa en su nicho.


Doña Lucía Rodríguez se dedica a esa labor desde hace 12 años, en su local ubicado en la calle de Brasil de la colonia América Sur, frente al Centro Recreativo y de Acondicionamiento Deportivo.


“Lo que más piden es ropa para el Niño del Sagrado Corazón, del Divino Niño, de San Juditas, Niño de la Abundancia o ropaje de bautizo; Niño de la Salud, Niño de los Milagros; es según la fe de la persona”, platica la mujer.


Relata que en su caso, a pesar de la crisis ha optado por conservar los precios hacia su clientela, e incluso cuando compra ropas de oferta en la Ciudad de México u otros lugares, los vende también a bajos precios.




Las sillas de madera ahora son sustituidas por plástico, ya decorado.

El costo varía de acuerdo con el tamaño de la imagen, los hay desde 10 centímetros hasta 70 centímetros, con precios que van de los 160 a los 550 pesos, respectivamente, e incluyen una silla, ya sea de madera o de plástico.


La señora emplea en temporadas altas, hasta a ocho personas, la mayoría sus familiares; no obstante, el resto del año lo dedica a elaborar trajes para fiestas o disfraces infantiles. También cuentan con diseños ya preestablecidos e incluso hay catálogos para ello; en pocas ocasiones o peticiones especiales, como el de Niño de Belén o Nazarenos, se elaboran desde el mismo lugar.


En el mismo lugar, su hijo realiza reparaciones de las piezas, en su mayoría de barro, que también son a costos bajos; por ejemplo, restaurar un brazo cuesta 30 pesos, o 120 pesos una pintura general.


Pega crisis


“Trato de buscar precios bajos y si encuentro ofertas, compro ofertas y las doy igual, para quienes no tienen suficiente dinero. Ha bajado bastante la demanda, ya estamos pensando a ver qué hacemos; algunos de mis hijos me ayudan en temporada alta, pero en general todo anda muy mal”, dice doña Lucía.


Doña Inés Arellano es parte de la tercera generación de la familia que se ha dedicado a la elaboración y venta de ropones para los Niños Dios. Tiene un local en el interior del mercado Benito Juárez, sobre la calle de Las Casas.



También cuenta con toda clase de prendas y sus complementos, e incluso muestra varios catálogos; la mayoría de los feligreses no lleva a su imagen, sino únicamente lleva la medida de su Niño y escoge la vestimenta de su preferencia.


En su caso, las vestimentas completas las hay desde 200 hasta 400 pesos como máximo; es un lugar conocido en el mercado, por lo cual la clientela nunca le falta. Sin embargo: “Hay mucha competencia desleal ahora; de la noche a la mañana hay varios puestos incluso cerca del mercado, que venden ropa china o ‘pirata’, como le dicen. La verdad, no sabemos por qué el gobierno lo permite”, expone.


Y tiene razón. A unos cuantos pasos de su negocio formalmente establecido, hay dos puestos de vendedores ambulantes. En la tercera calle de 20 de Noviembre, casi esquina con Las Casas, los dos locales cuentan con mercancía debidamente empaquetada, que también compite con precios de los comercios establecidos.


Bonitos trajes




De la vista nace el amor, dice doña María, que revisa catálogo de vestimentas.

Doña María, la de Etla, prefirió acudir a un local formal; “eso de material chino no me gusta nada”. Además de ver las figuras, comenzó a buscar en los catálogos.


“Todo está caro, muy caro. Nos gusta pero nos asusta. Este año no sé cuánto me va a salir, pero el año pasado gasté como mil pesos, entre la ropa y una pequeña fiesta, porque me tocó ser madrina”, dice.


“Están bonitos los modelos, pero lo feito es el dinero”, a ver para qué me alcanza”, platica, mientras sigue revisando las distintas presentaciones de Niño Dios, mientras que con la otra mano aprieta el monedero.


De $180 a $550


Costo de vestir a un Niño Dios


De $30 a $120


Una reparación menor


70 cm


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