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Congelados por la miseria en el ejido Guadalupe Victoria, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

A menudo, Socorro cubre el rostro con sus manos tratando de apagar la desesperación, pero los sollozos y las lágrimas se fugan entre los enjutos dedos, se disipan para luego escapar por las cientos de ranuras y agujeros de las paredes y techo de lámina que forman la pequeña vivienda.


La mujer permanece meditabunda por varios minutos en el carcomido sillón verde, el único asiento que tiene para descansar sus piernas enroscadas por la embolia sufrida en la niñez. Brenda, de 6 años y Misael de 2, la miran incomprensibles a las causas que llevan al llanto a su madre.


Angustia constante


Su angustia es constante, pero se acrecienta en temporada de lluvia o invernal, pues por las noches el frío irrumpe atrozmente y estruja los huesos al punto de la desesperación. “A veces me pongo a llorar porque digo: ¡¿cómo es posible que estemos viviendo así?!”


Socorro Arellanes Santos es madre soltera, hace cuatro años la eliminaron del padrón de beneficaria de Prospera y para mantener a la familia, la mujer se dedica a la venta de tostadas, labor por la cual gana 50 pesos al día.


La casa que habita es una pieza encajada como rompecabezas hecha de lámina, madera y cartón, sobre un piso de tierra. Fue construida por ella, su madre y su hermana, en un predio ubicado en la segunda sección del Ejido Guadalupe Victoria, una de las zonas capitalinas en donde la pobreza extrema muestra en algunas familias niveles comparables con los de San Simón Zahuatlán, el municipio más pobre de México.


Un camino de terracería conduce al hogar de Socorro; el predio en donde vive es compartido con la casa de su madre y dos de sus hermanas, quienes también son jefas de familia y habitan en condiciones precarias.


Brenda corre a la cama a buscar un suéter gastado, el único que tiene para cubrirse del frío. Lo muestra divertida y explica con su voz infantil y traviesa, que por las noches no puede dormir.


Para soportar el frío que antecede a la temporada invernal, Socorro colocó un lienzo roído sobre la cabecera y un trapo más en el agujero que forma la ventana, pero nada ha sido suficiente para cerrarle el paso.


Sin apoyo de Prospera


-Yo vivo así porque no tengo dinero para vivir de otra manera; hace cuatro años me quitaron el apoyo de Prospera porque me caí, me fracturé la rodilla y no pude ir a mis citas. No le miento, ¡mire! -bajo la falda descubre una rodilla hinchada y amoratada-. Tengo dos veces lastimado el pie por andar en la calle para ir a pedir apoyo. Aquí me cosieron, aquí tengo amarrado, porque apenas me caí.


-¿Qué discapacidad tiene?


-Me enfermé de chiquita, tuve una embolia y así me vine creciendo; después me junté, pensé que me iba a ir mejor, pero no tengo el apoyo de él.


-¿Qué hace para poder llevar los gastos de la casa?


-Yo tengo dos pequeñitos, a veces tengo y a veces no tengo ni para comer. Yo he ido a pedir ayuda aunque sea con despensa, pero me piden muchos requisitos, que yo lleve papeles, que vaya una vez, otra vez, me traen en vueltas y nunca me dan nada.


"He ido varias veces a la oficina de Prospera, les he pedido que me apoyen, que no sean malos, pero me dicen que tengo que hacer mi trámite de nuevo y he ido a hacer mi trámite como tres o cuatro veces, pero siempre me dicen espérese para el otro año. Yo sí lo necesito, si no lo necesitara no andaría en vueltas.


"Un tiempo lo dejé porque mi mamá me dijo 'ya no salgas tanto, porque en una de malas te vas a caer del carro, pasa una de malas y ¿qué va a ser de tus nenes?, así déjalo, ya no vayas', me dice".


Para obtener recursos, todas las tardes Socorro sale a vender tostadas, tamales o atole casa por casa. Hacerlo le representa un enorme reto, pues su andar es irregular debido a que por la embolia, la planta de su pie derecho viró hacia arriba y tiene que apoyarse en el muñón que forma el empeine.


Comen con 20 pesos


Caminar le representa el triple de tiempo que a cualquiera otra persona, así que la jornada a pesar de ser larga es poco redituable. Su ingreso diario llega a ser de 50 pesos, de los cuales sólo se queda con 20 para poder comer y el resto lo reinvierte.


“Comemos sopita, arroz, frijoles, muy de vez en cuando huevo, porque ya está en 2.50 pesos la pieza. Hay que comprar pañales. La leche ya no la podemos tomar”.


Los principios rectores sobre la pobreza extrema y los derechos humanos elaborados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, afirma que la pobreza extrema es, al menos en parte, una situación creada, propiciada y perpetuada por acciones y omisiones de los Estados y otros agentes económicos, de tal manera que quienes viven en condiciones completamente precarias ven violentados sus derechos humanos.

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