Citas médicas o jurídicas pérdidas, retrasos para abordar su autobús y salir de la ciudad, baja en sus ventas o la jornada laboral no remunerada son parte de las consecuencias que el bloqueo de una o más arterías viales ocasionan entre la ciudadanía.
Con el cansancio de cargar su maleta, Arely Antonio preguntaba por la terminar de Autobuses de Oriente, le quedan tres minutos para que su autobús la lleve de regreso a la Ciudad de México.
“Es sorprendente ver que por una cosa insignificante puedan atrasar a muchas personas, sé que tienen derechos, pero no dimensionan cómo nos afectan”, dice sin detenerse en la carrera que no tenía contemplada.
Creyendo que de la Colonia América a los juzgados familiares de Calzada Madero haría menos de 30 minutos en taxi, Mariana trató de sortear el bloqueo caminando y llegar a su cita: “tengo una audiencia, no sé si llegue”.
En esa misma incertidumbre estaba María de la Luz que caminó desde antes del crucero del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), bloqueado también, en un intento por llegar a su cita médica al hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Para José Azcona Juárez, el escenario es cotidiano. Por ratos abandona el local que antes era vulcanizadora y que ahora sólo utiliza para elaborar monos de calenda.
Saluda a la gente que lo reconoce como el hombre que en marzo de 2012, en plena manifestación se desnudó para sostener una lona, en forma de estandarte, donde externaba su inconformidad por los bloqueos.
Llegar ese día sin dinero a abrir su local y esperar trabajar para comprar leche y huevos para prepararse el desayuno le hizo perder el pudor y la vergüenza, algo que no volvería a hacer porque no logró nada, los bloqueos siguen.
Sentarse en la banca que está afuera del negocio de José, cruzados de brazos, para esperar es lo único que Félix y Saúl pudieron hacer.
Como conductores de una camioneta de una empresa comercial que fue detenida en la rotonda Lázaro Cárdenas, para reforzar el bloqueo, deben esperar que les devuelvan la unidad.
"El tiempo perdido no lo recuperas. La hora de salida se prolonga de acuerdo al momento en que podamos retomar nuestras actividades. De lo que vendemos es lo que vivimos”, dice Saúl con fastidio.
Los clientes no vienen
Si los clientes de Pedro Mendoza se enteran que el crucero de la Calzada Héroes de Chapultepec, Heroico Colegio Militar y Eduardo Mata, está bloqueado, “ya no vienen a dejar su carro a arreglar”.
Si hace cuatro años decidió instalar su taller de mecánica, hojalatería y pintura en esa zona fue por el flujo de personas: “Es una calle muy transitada, salvo los días que hay bloqueo” y ayer lo fue.
“No avisan, nada más se ponen y no pasa nada”, expresa con un enojo que trata de suplir con la paciencia agotada de ver que estudiantes de normales utilizaron ocho autobuses del servicio público para frenar el tránsito.
Uno de esos autobuses era conducido por Javier Ríos Rivera, en la ruta San Felipe-Colonia Guelaguetza. Tenía pensado sacar los 800 pesos de cuenta y ganarse una comisión de 300 pesos, pero cuando transitaba por la calle de Tinoco y Palacios el semáforo del cruce con la calle de Morelos los normalistas lo detuvieron.
La “toma pacífica” hizo que bajara a su pasaje, condujera a la calle de Independencia donde se subieron más normalistas y a las 10:20 horas ya era parte de los autobuses que detenían el tránsito.
“¿Qué gano con enojarme, toda la semana han bloqueado?, dice mientras se toma un raspado a pesar de que el frío de la mañana aún no se dispersa por el sol.
“Tarde, pero seguro. Acérquense, ya llegó el primero, ahí está promoción por este lado, si compran un raspado se llevan unos chicharrines”, gritaba a todo pulmón Andrés mientras desgasta una barra de hielo.
El vendedor prefiere colocarse en medio de los bloqueos “porque siempre hay venta”, a diferencia si transita por la calle. Él, junto con los vendedores de fritangas y tamales, es de los pocos beneficiados con los bloqueos.
