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Aborto: difícil y peligrosa decisión

Foto(s): Cortesía
Redacción

Cuando tenía 16 años de edad, Amanda abortó a base de pastillas. El médico que se las recomendó, se había deslindado de cualquier responsabilidad, por efectos secundarios que estas ocasionaran en su cuerpo; no obstante, decidió hacerlo.


Largos periodos depresivos y alteraciones en sus ciclos hormonales, fueron los principales efectos secundarios que sufrió su cuerpo; pero en otros, puede ocasionar varios días de sangrado.


Insuficiente información


Diez años después, para ella sigue siendo difícil contar que se practicó un aborto; pero asegura que, “a pesar de todo, sigo pensando que tomé la decisión más consciente y acertada para mi vida”.


La falta de madurez y de solvencia económica, han llevado a miles de mujeres como Amanda, a recurrir a métodos peligrosos y clandestinos para interrumpir un embarazo; pues actualmente, no existe un apoyo por parte de las instituciones de salud.


“La gente cree que si nos embarazamos es porque no deseamos cuidarnos, pero la verdad es que la información es insuficiente”, afirma Amanda.


Tenía 15 años de edad cuando escuchó por primera vez sobre ese tipo de “recetas”, sin saber que algún día tendría que recurrir a esa opción. Junto con su novio, acudieron al doctor para evitar peligro y sentirse seguros; no obstante, se sintió confundida al escuchar que él se deslindaría en caso de emergencia.


“Es un evento que me lastimó mucho. Era algo que tenía que pasar. No había manera de sostener un embarazo, ni económica ni psicológicamente; lloré mucho tiempo porque sentía culpa respecto a mis papás, pues era la hija ejemplo, de buenas calificaciones; eso fue lo que me lastimó”.


La decisión de interrumpir el embarazo, siempre estuvo presente en su mente, pero no sabía con qué método hacerlo para no arriesgar su vida. Pensó en viajar a la Ciudad de México donde recientemente se había despenalizado el aborto (2007); “pero no tenía dinero y me pedían ir acompañada forzosamente de un familiar porque me iba a quedar hospitalizada por un día”.


Amanda afirma que “hay mujeres que no se sienten preparadas para ser madres (económica y psicológicamente). Yo tuve la oportunidad económica, pero sé que hay otras que no pueden gastar para realizarse una interrupción, por eso se ven obligadas a métodos poco seguros”.


Consecuencias de un aborto clandestino


En 2010, Paulina tenía 18 años cuando tomó las pastillas que su entonces novio le había comprado para abortar. Durante el proceso, ella estuvo consciente que no quería tener hijos, por lo que no siente culpa; de lo que sí se arrepiente, es de haber llegado a ese punto, pues los efectos secundarios todavía los sufre.


“Después de haber tomado las pastillas, pasé días sangrando; estaba muy preocupada. La sangre excesiva paró, pero hace un año me iban a operar por unos quistes que tengo, los cuales los provocó la pastilla”, declara.


Asegura que a veces piensa en la vida que tendría si no hubiera abortado, pero no lo ve como arrepentimiento. Ella estaba consciente que en esa época no tenía nada para ofrecerle a su hijo; apenas había entrado a la universidad y su entonces novio, ya estaba comenzando otra relación.


“Las personas que no están a favor de la despenalización creen que es fácil y que las mujeres van a abortar como si fuera algo muy fácil, algo como ir al baño; pero no lo es. Es un proceso muy difícil y doloroso que necesita ayuda profesional”, recalca.


Incluso, hay mujeres que son obligadas por sus parejas a tomar pastillas de emergencia o a someterse a abortos; esto, debido al poder que ejercen sobre ellas.


La presión y el señalamiento de la pareja


Karina comenzó a trabajar en una oficina a los 18 años de edad. Por semanas, su jefe, 25 años mayor que ella, la sedujo y comenzaron a salir. Tras meses de relación, él convenció a Karina de tener relaciones sexuales sin protección.


Narra que la primera vez, le pidió que tomara pastillas de emergencia; pero la segunda, él le pidió que abortara, pues era casado y no quería tener problemas con su familia.


"El pagó la intervención. Después, yo me sentí muy mal por meses; deprimida, sola, traicionada”, confiesa.


Por su parte, Amanda recuerda que años después de haberse realizado el aborto, comenzó una nueva relación en la que ella sintió confianza, por lo que le comentó a su novio su experiencia.


“Creí que iba a reaccionar de una buena forma, pero no fue así. Me regañó por haberlo hecho; me humilló por semanas, me dijo muchas groserías que me hirieron”, recuerda con tristeza.


Asegura que la despenalización del aborto es un tema que se debe poner en la mesa y está a favor de la aprobación, porque “muchas veces los hombres no permiten a sus esposas utilizar métodos anticonceptivos, o se basan en frases como ‘los hijos que Dios nos dé’ o ‘si te cuidas es porque andas con otros’; creo que sería una buena decisión para el estado”.

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