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Máscaras en la lucha libre: una historia de trabajo duro e identidad

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Foto(s): Cortesía
Redacción

La cuna donde nace el concepto de cubrirse el rostro dentro del espectáculo del pancracio, fue en las arenas de Nueva York, Estados Unidos.

Fue en el año de 1933 cuando Masked Marvel (Maravilla Enmascarada) exhibe ante el mundo este novedoso atuendo, pasando a la posteridad como el primer máscara a nivel mundial dentro de un encordado de lucha libre.

De 1933 al año 2022 han transcurrido 89 años desde que surgió este espectacular atiendo. Máscara que desborda una inagotable imaginación en promotores, diseñadores, mascareros y luchadores, unidos todos para crear, diseñar, trazar y elaborar con diferentes materiales y una multitud de colores habidos y por haber en nuestro territorio nacional.

Asimismo, este atavío espectacular ha pasado de ser tradición a formar parte de la cultura popular, ya que la magia de éste atuendo ha roto las barreras de las clases sociales in llegar a perder ese mágico atractivo y prestigio de lo novedoso.

La lucha oaxaqueña no es la excepción, ya que ha sido un crisol de máscaras, ese mágico atuendo que le ha dado protección a las incógnitas de los gladiadores oaxaqueños.

La historia oaxaqueña de las caretas de la lucha libre inicia en el año de 1965 con las primeras máscaras de los grandes maestros y pioneros del deporte de los encordados oaxaqueños, algunas de esas máscaras son la del Zorro, el Halcón Azul, Boo Gets, El Tiburón, Demon Red y El Ángel Siniestro, El Murciélago del Tec, El Señor Misterio, El Monarca, El Azteca Negro, El Sádico, El Azteca Dorado, La Llorona, El Olímpico, El Panterita Roja y El Universitario, máscaras que tuvieron su creación de 1965 a 1967.

Dentro de los enmascarados son miles de estos atuendos los que artísticamente decorados dan ese aire de altivez y de misticismo, a quienes hemos tenido la osadía de cubrirnos el rostro dar paso a la creación de un personaje.

El paño cuando cubre el rostro, potencialmente engalana, beneficia y enriquece al espectacular ambiente de los encordados.

La careta: brinca a cada personaje un estatus mágico, visiblemente heroico, salvaje, apacible o sanguinario con un carisma, donde el aficionado lo consagrará en el mundo de la idolatría.

El antifaz, cuando es acompañado de un nombre de batalla con un significado que lo empodere, lo arropará con una singular personalidad aunado al colorido de sus atuendos. Los diseños de los (llamados equipos) que porta cada elemento amalgamado con la personalidad y presencia de estilos únicos entre miles, constituye, construye y favorece beneficiosamente al deporte espectáculo, consiguiendo que el público expectante sea aprobado con un frenético y furor a causa de su espectacularidad.

Detrás de las máscaras están los personajes que decidieron ocultar su identidad y son aquellas a quienes la afición ha colocado en un pedestal para convertirlos en legendarias figuras, consagradas por su entrega en cada presentación, misma que los ha llevado a alcanzar el nivel de luminarias, leyendas y mitos.

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