Texto y fotos: Rafael Alfonso
Las contribuciones de Samuel Beckett a la literatura y al arte del siglo 20, van más allá del teatro. Su vida y obra están marcadas por una exploración profunda de la condición humana y una búsqueda constante de significado en un mundo caótico. A través de su teatro, cine y televisión, Beckett nos dejó una herencia de reflexiones sombrías y luminosas, plasmadas con maestría y originalidad.
Samuel Barclay Beckett nació el 13 de abril de 1906 en Dublín, Irlanda. A pesar de su origen, pasó gran parte de su vida adulta en París, donde estableció una profunda conexión con la cultura y la vanguardia literaria y artística del siglo 20. Su influencia se encuentra presente en obras de corte existencialismo y en el llamado teatro del absurdo, pero es imposible reducir a Beckett a esta etiqueta.
La obra teatral de este autor es un vasto territorio de alienación y contemplación. "Esperando a Godot" (1953), quizás su obra más conocida, retrata dos personajes atrapados en una espera que no concluye con el final de la obra, representando así la futilidad y la incertidumbre de la vida humana.
La creatividad de Beckett no se limitó al teatro, sino que se expandió al cine y la televisión. Su película "Film" (1965), protagonizada por Buster Keaton, ofrece una visión introspectiva de la alienación humana. A través de tomas en primer plano y un enfoque en la expresión facial, Beckett explora la vulnerabilidad y la incomodidad del individuo ante su propia existencia.
En la televisión, Beckett también dejó huella. "Quad" (1981) es una pieza experimental, donde cuatro figuras en cuclillas repiten una serie de movimientos y gestos, creando un ambiente inquietante y enigmático como la interacción entre el individuo y el entorno que lo rodea.
Este domingo, el público de Oaxaca tiene la oportunidad de asistir a la puesta en escena de "Fin de partida" —una de las creaciones más emblemáticas del autor irlandés—, en una producción de la Compañía de Teatro El Ghetto dirigida por Agustín Meza*.
A través de cuatro personajes confinados en un espacio claustrofóbico, Beckett tejió una meditación sobre el sentido y la búsqueda de significado de la vida en medio de la inevitabilidad de la muerte. En esta pieza, los personajes Clov y Hamm (Medín Villatoro y Luis Alberti) responden a una dualidad existencial: ambos buscan respuestas y razones, mientras que reconocen la futilidad de tales esfuerzos. Algo similar sucede con Nagg y Nell (H. Alejandro Obregón y Rosario Sampablo), padres de Hamm, quienes viven confinados en tachos de basura. Steven Brown brinda con un stylophone las notas exactas a esta atmósfera enrarecida.
Los diálogos de "Fin de partida" oscilan entre la ironía, el sarcasmo, la melancolía y el nihilismo. El título sugiere ese último tramo del juego de ajedrez cuando ya no hay nada que hacer para evitar la derrota, pero las piezas no dejan de moverse. A través de esta obra, Beckett nos desafía a confrontar la realidad de la existencia, explorando cómo la naturaleza humana se aferra a la esperanza y a la lucha, incluso cuando una conclusión inevitable se encuentra a la vista.
*Agustín Meza es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC).
"La creatividad de Beckett no se limitó al teatro, sino que se expandió al cine y la televisión".
