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“La fuerza del destino” de Giuseppe Verdi llega al Alcalá vía satélite

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

El Teatro Mcedonio Alcalá ofrecerá la presentación de la gran ópera de Giuseppe Verdi “La forza del destino”, una de las obras más representadas en el mundo y con muy merecida justificación. Tuvo un tiempo la fama de ópera maldita, pues en varias ocasiones ocurrieron accidentes o complicaciones que se atribuyeron a una cualidad funesta. 

Ha habido hasta una resistencia a ponerla en algunas partes por haber ocurrido algunos accidentes, de los que destaca la muerte de Leonard Warren, un barítono de grandes cualidades que había cantado interpretando el personaje de Don Carlo. Sucedió en 1960, que mientras cantaba el aria “Morir ! tremenda cosa ! … urna fatale del mio destino …”, cae de frente y muere de una hemorragia cerebral.

“La fuerza del destino” nace como un encargo del Teatro Imperial de San Petersburgo al maestro italiano, estrenándose en San Petersburgo en 1862. Luego ha tenido una buena aceptación en todas partes por constituir un ejemplo de lo que Wagner proponía como una obra de arte total.

Verdi ya había compuesto quince óperas antes y para este encargo eligió el drama Don Álvaro o la fuerza del sino, del autor español Ángel de Saavedra y Ramírez, Duque de Rivas, considerado uno de los principales representantes del romanticismo español, quien conoció en Francia la obra de Victor Hugo y con ella se inspira para la redacción de Don Álvaro. Al igual que otros autores también hay influencia. De Shakespeare, de Goethe y de Schiller. El Duque de Rivas escribió su drama en prosa, aunque después versificó algunas partes en lo que se ha llamado “la segunda versión”.

El tema lo escuchó en infancia Ángel de Saavedra en un cuento cuyo personaje es un indiano de misterioso origen, además de la tradición de la mujer penitente y la influencia del Diablo. Víctor Hugo proclamó que “Todo lo que está en la naturaleza debe estar en el arte”. En la vida de Verdi se hallan varios acontecimientos de la naturaleza que conforman parte de la historia y por eso se ha dicho que esta ópera es Historia, acontecimientos trascendentes con determinaciones y condicionamientos de la vida social de un pueblo. 

Pues bien, un apretado resumen del drama y de la ópera habla de un migrante inca, miembro de la nobleza, que en Sevilla se enamora de Leonora, hija del Marqués de Calatrava. Por un accidente en el enfrentamiento con el Marqués, Don Álvaro arroja su pistola que se dispara al golpear el piso y la bala hiere al Marqués, quien muere maldiciendo a su hija. Los enamorados se separan, ella se retira a una ermita y Don Álvaro se enrola en el ejército. Don Carlos, hermano de Leonora, le buscará para vengar a su padre.

Con nuevas identidades y sin haberse conocido antes, Don Álvaro salva la vida a Don Pedro y se hacen amigos. Sin embargo, pronto Don Álvaro resulta mortalmente herido y confía a Don Carlos el cuidado de una valija que contiene un puñado de cartas que debe destruir en cuanto don Álvaro muera. 

Como se esperaría, Don Carlos se entera del contenido de la valija descubriendo un retrato de su hermana. Llega un cirujano y afirma que Don Álvaro se recuperará. Grande es la alegría de Don Carlos por tener la oportunidad de la venganza. El enfrentamiento tiene lugar sin llegar a fatales consecuencias porque los mismos soldados separan a los duelistas. 

Don Álvaro se decide por la vida en un monasterio a donde se retira, que estará cercano a la cueva en que vive Leonora. Don Carlos llega obligando a luchar a su enemigo, pero resulta mortalmente herido. Don Álvaro entra al monasterio para pedir ayuda y aparece Leonora que lo reconoce, sale a ver a su hermano moribundo; ella lo abraza y Don Carlos la apuñala. Mortalmente herida regresa al monasterio con el Padre Guardián. Mientras los monjes rezan, Leonora muere.

Hay contenidos de gran calidad para disfrutar de esta ópera. Ya se mencionó que se ha tomado como Historia en cuanto ilustra acontecimientos como consecuencia de un proceso social complejo y con contradicciones internas.

Una exposición breve de la dimensión significante, se ilustra con la vida de Leonora en un contexto de patriarcalismo, fundado en el prejuicio, la economía y la religión. Así, el Marqués el representante del Amo, del Gran Otro social, político y muy terrenal, junto con el Padre Guardián, representante del Gran Otro divino, celestial. 

Don Álvaro y Leonora son los “esclavos” hegelianos. Él, a pesar de que en su tierra natal es un heredero de la nobleza inca, es visto en Sevilla como un “bárbaro”, como el intruso que pretende apropiarse de un goce que le toca a aquel que el Marqués decida. También se atribuyen a Don Álvaro virtudes de gran valor, como la honorabilidad, la aspiración a la felicidad por la vía del amor, la valentía, la solidaridad y la amistad. 

Como mujer sometida, Leonora lucha por su felicidad también fundada en el amor. Ambos apelan a una actuación conforme con su deseo con libertad y autonomía, y han de enfrentar la oposición familiar y social. Como afirma la escritora Busquets, se trata de: “mostrar la diferente y aún opuesta respuesta moral de los contrincantes ante situaciones moralmente conflictivas". 

Hacen patente la nueva ética de la dignidad y la responsabilidad humana frente a la moral convencional de la tradición católica, reverente a la Autoridad, pero basada en la irracionalidad del prejuicio de casta, en los falsos valores del honor y de la respetabilidad, y en un amor al prójimo formalmente proclamado, pero desmentido por un espíritu y un comportamiento ajenos a la verdadera “piedad” evangélica.

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