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Angel de la Calle: Pinturas de Guerra que desafiaron el poder

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

Cuando Ángel de la Calle (España, 1958) imaginó su segunda novela gráfica, "Pinturas de Guerra", pensó en hacer un homenaje a aquellos jóvenes artistas latinoamericanos de los años 60 que se marcharon a París, por los golpes militares en sus países y por apostar a la revolución.

“Es realmente una carta de amor a una generación anterior a la mía, a la generación de Paco Ignacio Taibo II, que fueron los jóvenes latinoamericanos que salieron en los años 60 de los barrios populares y de clase media a llevarse el mundo por delante, como hacia la juventud en casi todo el mundo, después del mayo francés, porque también salieron a la calle en México, en Berkeley, en Praga evidentemente, en Milán, en Londres y en Madrid. Hubo como una explosión en esos años donde se crea la mejor pintura, el mejor cine, la mejor literatura y la mejor televisión”, afirmó.

Más que una historieta 

Entrevistado en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), en la presentó su más reciente novela gráfica, el autor e historietista, nacido en Salamanca, pero residente de Gijón, explicó que sus protagonistas están basados en personas reales quienes debieron exiliarse por algunos años en la capital gala. 

– Principalmente, son una pintora chilena, un pintor tupamaro, un pintor montonero argentino y un superviviente mexicano de la matanza de Tlatelolco. Son pintores, son artistas contemporáneos, que pensaban que el arte cambiaría la vida, pero se encontraron con que no y decidieron que la cambiarían con las armas, aunque acabaron en los campos de la muerte. En Latinoamérica se han dado dos guerras de liberación, la primera, 200 años antes contra el imperio español y la segunda, contra el imperio norteamericano. 

– En Pinturas de Guerra, aparece un joven español que llega a París a escribir la biografía de la actriz estadounidense Jean Seberg y termina envuelto en la trama de represión de los pintores latinoamericanos, ¿es usted?

– Sí, soy yo. Llegué a París a escribir una biografía de la mítica y famosa actriz, protagonista de la película À bout de souffle (Sin aliento) y del inicio del gran movimiento francés. Pero no solamente fue eso, desde los 13 años estuvo implicada en las luchas por los derechos civiles y contra las leyes racistas en Estados Unidos. Y lo siguió siendo toda su vida, por rica y famosa que fuera. Tuvo una vida maravillosa, fue amante de Carlos Fuentes, de Clint Eastwood y de un líder de las Panteras Negras (una organización política que defendía los derechos de los negros en Estados Unidos). Fue, también esposa del escritor francés Romain Gary. Murió en París en extrañas circunstancias, todavía no resueltas. A mí, me resultaba muy fascinante la mujer y por eso la historia, pero mi personaje se equivoca en la dirección que iba a ir y acabo rodeado de todos estos artistas latinoamericanos. Es una novela gráfica de autoficción.

–Por su contenido, esta novela ¿tiene una motivación o intencionalidad política?

– Este libro no es político, mucha gente decía que sí, si quieren un cómic político, mejor que compren cualquiera de los que han salido este mes en Estados Unidos. No lo definiría como político, porque miro por encima de mi personaje, pienso que es más histórico social, que político.

– Entonces, ¿es un cómic?

– Sí, pero el lenguaje es el mismo. Yo creo que la novela en la actualidad se fundamenta en su estructura, porque las historias pueden estar contadas, pero según como se cuenten todo cambia. 

En este libro, si se empieza por el capítulo tres, después se va al uno y luego al cuatro, no pasa nada, pues se van a acabar enterando de la misma historia y el supuesto enigma, no se resuelve antes, ni después. La novela gráfica o en este caso, el cómic, es un lenguaje mayor para mí. 

–Por los premios en España y el reconocimiento en otros países de Europa, Pinturas de Guerra ¿está usted marcando un hito en la literatura de habla española?

– Yo intenté hacer una obra que se pudiera poner al lado de cualquier novela que fuera hecha. No sé si lo conseguí, pero yo lo intenté. La respuesta contra todo lo que podían pensar mis editores fue impresionante en Europa, por tantos premios. Creo que en todo caso hay muchos caminos y ese fue uno que yo emprendí que de momento fue exitoso, ¿no? Porque mi libro anterior Modotti, una mujer del siglo 20 (Tina Modotti, fotógrafa italiana, activista y luchadora social en México), creo que fue la primera novela gráfica española. Sí que era más, no que fuera mejor, pero sí que era más novedosa.

– Aunque finalmente es su aportación a la literatura, ¿no?

– Espero que sí, pero eso lo tienen que juzgar los que lo leen y lo leerán, porque en todo momento intenté ser lo más entendible, ya que la vida es tan complicada y no la quería mantener más en la complicación.

– En el prólogo de Pintura de Guerra, Paco Ignacio Taibo II la describe como la más brillante novela gráfica que ha leído en su vida.  

–Él, es mi hermano, pero creo que acertó. Soy discípulo de Taibo, lo conocí cuando yo tenía 17 años, cuando llega España un año después que muere (el dictador Francisco) Franco. Para mi es una inspiración. A todos nos gustan los escritores que tienen un estilo o una manera ética muy marcada, pero cuando lees su historia, tú ves que es uno de los tuyos y que piensa como tú, entonces te gusta todavía mucho más. A ver quién le va a discutir a (Mario) Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura) que su libro Conversación en La Catedral, es una puta obra maestra que nos gusta. Ahora nos gustaría más, si no hubiera tenido la deriva neoliberal, pero cien años después ya nadie se preocupará de que podría haber estado haciendo. 

“Es realmente una carta de amor a una generación (...) jóvenes latinoamericanos que salieron en los años 60 de los barrios populares y de clase media a llevarse el mundo por delante, como hacia la juventud en casi todo el mundo”.

Ángel de la Calle

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