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Armando Mendoza Vázquez, autor de la letra del himno de Macuilxóchitl      

Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Isela Sedano

Cuando supe del profesor Armando Mendoza Vázquez y el trabajo que realiza como investigador de nuestra cultura, me pareció muy interesante, porque del conocimiento nace el amor a nuestro origen y a nuestros antepasados; él nos comenta que le apasiona la historia de nuestra civilización Anahuaca y por supuesto, de su población, San Mateo Macuilxóchitl, que es el pueblo más longevo del valle oriental de Oaxaca.

Su trabajo de investigación lo realiza en el período clásico 200 a.c. al 850 d.c. de la cultura zapoteca; era parte, como otras culturas (maya, mixteca, tarasca, etcétera) de la civilización anahuaca, una de las seis grandes civilizaciones en el mundo, aparte de las civilizaciones egipcia, mesopotámica, china, hindú e inca.

"Esta civilización estaba situada en lo que hoy se conoce como Mesoamérica, que territorialmente abarcaba gran parte del estado de Jalisco y todo el sureste de la República Mexicana, además de todo Centroamérica, hasta el país de Honduras", afirma Armando.

Todas las culturas de esta civilización estaban unidas a través de los conocimientos astronómicos, matemáticos, arquitectura, medicina, etcétera, complementándose con lo espiritual;  al cúmulo de estos conocimientos, los grandes o venerables maestros le llamaban: la flor y el canto, (la toltecayotl o el arte de vivir en equilibrio), donde la flor era la belleza y el canto era la sabiduría.

Venerable maestro en el Cem Anáhuac

"Para que una persona llegara a ser considerada un venerable maestro en el Cem Anáhuac, hoy Mesoamérica, y hablando específicamente de la cultura zapoteca, tenía que tener una preparación ardua y rigurosa desde los primeros años de vida y conservar este equilibrio físico y emocional hasta su última morada o el viaje al Mictlan, que era pasar a otra dimensión, para la cual se preparaban durante su estadía en este mundo material, el cual conocemos lo mínimo y desconocemos gran parte de los secretos que este mundo guarda; solo equilibrando la vida misma, los zapotecas podían llegar a conocer los secretos de nuestra madre Tierra".

Agrega Armando que "desde el nacimiento al dejar la matriz de la madre y entrar en contacto con el mundo físico, a los zapotecas se les vinculaba con su nahual; es decir, qué día nació y con qué animal se identificaba al recién nacido; por lo tanto, durante toda su vida tenía una relación estrecha en su carácter y habilidades como las de su nahual o animal.

"Durante sus primeros siete años, los niños eran cuidados por sus padres y familiares cercanos, donde se inculcaban hábitos que se convertían en valores al correr de los años, como el respeto a la misma vida y al prójimo; todos los días reflexionaban lo siguiente: si le hago daño al prójimo, me haré daño a mí mismo, porque todo es cíclico; si altero la naturaleza, altero mi entorno y en consecuencia perjudico a mi especie y a las demás especies con las que convivimos; y entraremos en un caos con la vida misma, solo podemos tomar de la naturaleza lo elemental para vivir y regresar parte de lo que tomamos con rituales, cantos y los productos ya cosechados.

"Todo era transmitido de generación en generación por medio del ejemplo, que es la forma más eficaz de aprender en los seres humanos; por eso, las mentiras y la avaricia no tenían cabida en los futuros venerables maestros, pues con lo escrito anteriormente lo vivían día a día los niños zapotecas en nuestro valle de Oaxaca y en específico los que habitaron la población que hoy se conoce como San Mateo Macuilxóchitl (Macuilxóchitl era la palabra con la cual expresaban: cinco flores o el arte de vivir en equilibrio, con los antiguos anahuacas y en zapoteco era "Guiebelagayo", que en castellano significa serpiente).

"Después de los 7 años, los niños y las niñas eran enviados a escuelas (calmécac), alrededor de los grandes centros de conocimientos que eran los tollanes; ahí aprendían las artes, las disciplinas, matemáticas, la arquitectura, la astronomía, que era de las más profundas en el mundo entero; el amor al prójimo y a la naturaleza, que en consecuencia se enfocaba al equilibrio espiritual, pues nuestros ancestros zapotecas eran biófilos (amaban la naturaleza).

Derecho a la educación

"No todos superaban lo estricto anteriormente sobre la preparación académica y lo espiritual; pero todos los niños tenían ese derecho a la educación, siendo obligatoria sin distinción alguna. Después de pasar por este nivel de educación los que superaban todos los filtros académicos y morales, ya tenían las habilidades para encauzarse a los grandes centros de  conocimientos o tollanes.

"En Oaxaca estaba Monte Albán; y mucho antes, San José el Mogote; y por supuesto, Dainzú (Guiebelagayo); ahí se preparaban con más disciplina, hasta llegar al equilibrio perfecto; a este conocimiento se le conocía como la lucha interna en cada alumno, basada en la división exacta de la vida en la tierra y en el cosmos.

"Esta preparación, en el ser humano estaba representada en el coatl, la materia; el quetzal, el espíritu; el tonal: la satisfacción mundana relacionada con el sol o el lado masculino y el nahual.

"La intuición o el lado femenino, relacionado con la luna, cuando llegaban a la cúspide de la preparación, ya era un Tolteca- Zapoteca; ya podía vivir en armonía entre el mundo  natural y espiritual; sabía perfectamente que sólo éramos un suspiro de tiempo en la tierra y que teníamos que trascender en la misma con nuestras acciones diarias.

"Estos toltecas dominaban la materia y podían llegar a la transformación física y curar enfermedades que hasta ahora son incurables para estas ciencias supuestamente avanzadas; y precisamente predijeron que si alterábamos el medio ambiente, se alteraría la misma naturaleza y nuestras vidas en la salud mental y física", finaliza Armando.

"Estos toltecas dominaban la materia y podían llegar a la transformación física y curar enfermedades que hasta ahora son incurables para estas ciencias supuestamente avanzadas; y precisamente predijeron que si alterábamos el medio ambiente, se alteraría la misma naturaleza y nuestras vidas en la salud mental y física". Armando Mendoza Vázquez, Investigador

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