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Tierra y libertad: El Plan de Ayala

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Por: Leonardo Pino

Las raíces del sur

En noches de luna clara, allá, por los rumbos de Tlaltizapán, Amacuzac y Jojutla, alrededor del recuerdo del Jefe Zapata, se reúnen los últimos veteranos del Ejército Libertador del Sur, en las estribaciones de las sierras morelenses.

Entonces se divisan los espectros, desdibujados por el tiempo y el olvido, de los combatientes surianos que en vida fueron Próculo Capistrán, Estanislao Tapia y Agapito Pariente. Nunca falta a esos campamentos, alguno de los “leidos” zapatistas, aquellos que daban letra a las ideas del jefe. Así se escuchan los murmullos proferidos por Antonio Díaz Soto y Gama, Octavio Paz Solórzano y John Womack, cuyos decires se distinguen del castellano arcaico de los campesinos que se sumaron a la causa.

Muchos fueron de Yautepec, Jonacatepec y otros del mero Anenecuilco, ‘onde nació Miliano, aquel 8 de agosto de 1879, válgame Dios.

- Siempre fue bien bragado, pero nunca se sintió más que naides.

- A más de trabajador era muy ‘onrao; le valían los dineros.

­-“Yo no me levanté en armas por hambre ni por dinero, con mi trabajo ganaba lo suficiente para vivir”, dicen que decía.

- Pos sí; “A Emiliano Zapata no se le compra con oro”, les dijo a Madero y Carranza cuando le ofrecieron unas monedas pa’ que se fuera de la bola.

- Le gustaba mucho andar siempre bien monta’o… pa´lacear y colear como el mejor.

- Su gusto era vestir trajes de charro, portar sombreros galoneados y lucir sillas de montar bordadas de plata, comenta Octavio Paz, padre.

Su Plan, el Plan de Ayala

Siempre vuelven a memorar el Plan de Ayala, sus sagradas escrituras, su biblia laica. Los más memoriosos, arriesgan:

- Se llama de Ayala, pero el Plan lo dictó el jefe y lo firmamos en el punto ese que nombran Ayoxustla, al norte ‘e Puebla. ¿Qué no, Cliserio?

- Cierto; fue el 28 de noviembre del año de 1911. Se dejó caer gente de Santa María Cohetzala, Santa Mónica, Pilcaya y hasta de Centeocala…

­- Sí; mi compadre Mateo Tapia, que fue originario y vecino de este propio lugar, comenzó a escribir en manoescrita porque no había máquina de escribir, en que se asentaban las ideas concebidas de la justicia social, que es la ley fundamental.

- Ese día trabajaron hasta avanzadas las 15 horas de la tarde; ái quedó completo el articulado. Entonces, el general Zapata se paró junto a la mesa y firmó muy decidido.

- Endispués el general Zapata se fue a parar en la puerta del jacal. Entonces mandó a hablar a todos los generales y coroneles y capitanes que estaban juntos unidos y  se acercaron, para escuchar el documento que fue hecho escrito. Les fue leído en esa hora.

-¡Ahá!; lo leyó el profesor Otilio Montaño; solo se oía que se hablaba de muchas cosas, no podíamos ya percibir lo que decía en su relato.

- ‘Tonces el jefe ordenó: “¡Esos que no tienen miedo que pasen a firmar...!”

-Dispués tronó: “Ya está el Plan de Ayala, lo primero es las tierras para los pueblos y agua para los pueblos, y que haiga justicia pa’ todos”

- Así las cosas, entonces. Es cansada mi razón porque son muchas, mucho tengo que decir de eso.

- Después de haberlo terminado, entonces sí, el general se fue montado en su caballo y rindieron un abrazo al viento calurosamente. ¡Ajá!}

- Y endijpues, le pidió a la coronela Dolores Jiménez Muro que escribiera la presentación del Plan.

EX LIBRIS

Proemio al Plan de Ayala (Frag.)

Dolores Jiménez Muro, Coronela del Ejército Libertador del Sur

(…) La revolución francesa de 1789, ese incendio poderoso e irresistible que convirtió en cenizas las flores de lis de la monarquía absoluta y sepultó entre las ruinas de la Bastilla el estandarte real para reemplazarlo con la bandera tricolor que debería ser en breve la gloriosa enseña de la República; esa hoguera sublime cuya luz que, partiendo de la Asamblea Nacional, se difundió por los ámbitos del Mundo, impresionando todos los espíritus, abrasó también los corazones de nuestros antecesores al surgir ideas libertarias en sus mentes; y la potente y venerada voz del Cura de Dolores lanzó a sus hermanos a la lucha, a fin de conquistar el primer derecho y, de satisfacer la primera necesidad de un pueblo para constituirse según la forma que más le convenga y sea más de su agrado: tener existencia propia; ser una personalidad y no la propiedad de alguien, como lo fué nuestra patria de la Corona de España durante 300 años.

Todos sabemos que el pobre pueblo subyugado y envilecido en el espacio de tres centurias se acordó de que era descendiente de Cuitláhuac y de Cuauhtémoc; y, digno de sus heroicos ascendientes, logró ser libre al cabo de once años de cruenta e incesante lucha, constituyéndose en nación independiente y autónoma.

¡El primer paso hacia el engrandecimiento del pueblo que era su liberación nacional estaba dado!

¡Fue la primera y gloriosa etapa de nuestra evolución!

Con excepción de dos grandes mejoras que conquistó México, en el orden político y social, después de su emancipación de la nación española, el establecimiento de la república y la abolición de la esclavitud, su legislación y la manera de proceder de sus habitantes fueron las mismas que durante la época del gobierno virreinal: su idiosincrasia no permitía otra cosa; la fruta no sazona en un momento ni se pasa súbitamente de las tinieblas a la luz, así, el pueblo mexicano fue caminando en medio de guerras civiles e internacionales y tropezando aquí y allá durante más de siete lustros, como los niños, cuyos músculos carecen de fuerzas, hasta la promulgación de la Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma que señalaron nuevos horizontes a los espíritus, al pro… (Texto mutilado se salta a la página 11)

…idea de la Justicia violada y escarnecida durante siglos; pero afortunadamente las ideas libertarias que comenzaron su obra de regeneración por medio de Hidalgo y de sus colaboradores, y continuaron su magna labor por medio de los patriotas de 57, han hablado muy alto en los altruistas autores del Plan de Ayala, diciéndoles con elocuente lenguaje que para que los beneficios que encarna nuestra magna Constitución sean un hecho, es preciso que el proletario, sobre todo el indio, ese mártir de tantos siglos, se regenere y se instruya, a fin de que sea lo que debe ser en no lejano día… y para que esto se realice, es preciso que no tenga hambre; que no lo martirice el frío; que sea el hermano de sus semejantes y no su propiedad menospreciada como ha sido hasta hoy.

Este ideal tan noble y tan bello, eslabón precioso y complementario de la obra libertaria de 1821 y 1857, es la tercera y grandiosa etapa de nuestra evolución política y social.

El deslumbrante fulgor de su triunfo irradia en todos los espíritus, puesto que hasta los mismos poderosos comprenden la justicia que ha dictado ese Plan, nacido en Villa Ayala el 28 de Noviembre de 1911, y están conformes con su realización; en tanto que las multitudes pronuncian con respeto y cariño el nombre del calumniado General Emiliano Zapata, como el del defensor de los desheredados y de los oprimidos; como el del porta-estandarte de la idea revolucionaria de nuestros días, de la misma manera que lo fue Hidalgo, Morelos y Guerrero, desde 1810 hasta 1821; y como lo fue Juárez durante la gran Década Nacional.

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