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Miscelánea: La crisis climática

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Leonardo Pino

El creciente calentamiento de la tierra ha llegado a una situación de emergencia, a causa del uso de combustibles como el petróleo, el gas y el carbón, que, junto a la agricultura y ganadería, liberan excesivas cantidades de dióxido de carbono y metano. Estos gases se concentran en la atmósfera e impiden que el calor producido por el sol, rebote hacia el exterior. A este fenómeno se le conoce como efecto invernadero, que origina un aumento anormal y peligroso de la temperatura mundial, a la que se le ha dado el nombre de calentamiento global.

Los últimos cuatro años van camino de ser los más calientes de la historia. De acuerdo a informes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que cuenta con un historial científico de ciento cincuenta años, la temperatura del planeta está a menos de un grado centígrado, muy cerca de lo que considera “un riesgo inaceptable”.

De hecho, según el reporte, actualmente vamos camino a un aumento de 3 °C, muy por encima del máximo de 2 °C contemplado por los Acuerdos de París sobre cambio climático.

Hoy, el planeta es más caliente de lo que ha sido en los últimos 125 mil años; en los últimos meses de 2022, olas intermitentes de calor extremas, sequías e inundaciones devastadoras han afectado a millones de personas y han ocasionado pérdidas valoradas en miles de millones de dólares en todas las regiones del mundo.

Y el tiempo para actuar se nos está acabando, se asegura en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el que ha sido descrito como "un último llamado" para salvar a la Tierra de una inminente catástrofe.

La huella ecológica

La huella ecológica es un indicador del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza, básicamente por el excesivo consumo de recursos naturales y de la energía, la creación de desechos y las emisiones contaminantes.

Según datos de diferentes organismos y organizaciones ecologistas del mundo, la humanidad está consumiendo una cantidad de recursos naturales equivalente a 1,6 planetas. Para reducir la huella ecológica, es imperativo cambiar las formas de producción y los hábitos de consumo; determinar las necesidades reales de las personas y lo que requiere la naturaleza para su subsistencia, y, por ende, de la continuidad de la vida humana y no humana en nuestro planeta.

Países más contaminantes

Si bien las consecuencias catastróficas de la crisis ambiental, las sufren todas las personas en todos los lugares del mundo, no todos los países tienen el mismo grado de responsabilidad en el calentamiento creciente del planeta. La Organización de las Naciones Unidas ha indicado que el 1 % más rico de la población mundial, emite más gases de efecto invernadero que el 50 % más pobre.

Los tres países que más contaminan son los más poblados e industrializados del mundo: China, Estados Unidos e India.

Los países menos contaminados

Estos países se distinguen por su preocupación por disminuir el impacto negativo de la huella ecológica y la conservación de los recursos naturales: Australia, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia, Puerto Rico, Islandia y Estonia.

De acuerdo a información del gobierno de México, de un universo de 106 naciones, nuestro país ocupa el lugar 75 en generación de dióxido de carbono. El sector energético mexicano también es uno de los que menos emisiones per cápita generan en el mundo, con 1.2 toneladas por persona ocupa el lugar 66 de un total de 105 países.

Una sola tierra

No hay futuro si no se asume responsabilidad ecológica en el presente, si no hacemos las paces con la naturaleza. La consigna “Una sola Tierra” destaca la necesidad de vivir de forma sostenible, en armonía con la naturaleza, a través de cambios sustanciales impulsados por políticas y elecciones cotidianas que nos guíen hacia estilos de vida más limpios y ecológicos.

El Programa para el Medio Ambiente de la ONU (PNUMA), destaca:

“El bienestar de los jóvenes de hoy y de las generaciones futuras depende de una ruptura urgente y clara con las tendencias actuales de deterioro del medio ambiente. Los conocimientos, la inventiva, la tecnología y la cooperación de los seres humanos deben pasar de estar al servicio de la transformación de la naturaleza, a servir a la transformación de la relación de la humanidad con la naturaleza. El tiempo es un factor esencial. La sociedad debe reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 45 % de aquí a 2030 en comparación con los niveles de 2010 y alcanzar las cero emisiones netas en 2050, a fin de limitar el calentamiento a 1,5 °C en consonancia con el Acuerdo de París y, al mismo tiempo, conservar y restaurar la biodiversidad y minimizar la contaminación y la generación de desechos”.

EX LIBRIS

Tenemos mucho que aprender de los pueblos indígenas

El Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas (ONU) inició el 17 de abril, en la sede de las Naciones Unidas, en la ciudad de New York, donde están presentes delegaciones indígenas de diversas partes del mundo.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó a imitar el ejemplo de sus prácticas sostenibles: “La llamada ‘economía verde’ no es un concepto nuevo para los pueblos indígenas. Es una forma de vida que se remonta a milenios atrás. Tenemos mucho que aprender de su sabiduría, conocimiento, liderazgo, experiencia y ejemplo”.

Durante la apertura de la 22ª sesión del Foro, Guterres enfatizó que los pueblos indígenas han tenido históricamente claro que la salud del planeta y la salud de las personas van de la mano. Por eso profesan un respeto profundo a la Madre Tierra y a toda forma de vida. Esta filosofía no sólo los beneficia a ellos, sino a toda la humanidad.

Sin embargo, advirtió, la defensa de sus derechos, que implica el uso racional y sostenible de los recursos naturales, los hace blanco de ataques, injusticias y discriminación.

El funcionario señaló que los pueblos originarios de todo el mundo sufren marginación, exclusión, negación de sus derechos humanos, explotación ilegal de los recursos de sus territorios, despojos y desalojos de sus tierras ancestrales, ataques físicos y violencia.

“La injusticia de generaciones de discriminación se manifiesta en asombrosas desigualdades”, dijo, y recalcó que “los pueblos originarios constituyen alrededor del 5 por ciento de la población mundial, pero son el 15 por ciento de los más pobres del mundo.”

Y agregó que las mujeres indígenas, que son quienes guardan tan rico patrimonio, a menudo son las que más sufren.

A continuación, señaló que “durante miles de años, los pueblos originarios han sido pioneros en la gestión sostenible de la tierra y la adaptación al clima; por ejemplo, en toda la Amazonía, la agricultura indígena ha preservado y mejorado la riqueza de la ecología de la selva tropical”.

Agregó que, a pesar de su sabiduría ancestral, esas comunidades son las que viven en la primera línea de la emergencia climática: “No han hecho nada para causar la crisis climática, pero a menudo enfrentan los peores y más inmediatos impactos”.

(Con información de Noticias de la ONU)  https://news.un.org/es/story/2023/04/1520217

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