Mi carta para Gabriela | NVI Noticias Pasar al contenido principal
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Mi carta para Gabriela

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Querida Gabriela:

Te conocí porque la escuela en donde mis primos estudiaron llevaba tu nombre; después, los lunes de honores a la bandera, más de una vez declamamos tus poemas. Primero te admiré como poeta, después como maestra, aunque tu personalidad me parecía ambivalente; tierna y hosca a la vez, a veces triste, y algunas como de señora enojona.

¿Sabes? tengo sentimientos encontrados, una admiración por la mujer que fuiste. Para tu tiempo, una mujer que avanzó a lo seguro con lo que supiste bien hacer: escribir, avanzaste pese a los diferentes obstáculos sociales, emocionales, económicos e incluso los de tu propio origen; por otro lado, descubrí que eras más que esa imagen monumental, que esa estampita de los periódicos murales. Te prefiero con toda la humana condición; incluso aquello que te causó conflicto y que te hizo guardarte del mundo en tus afectos más íntimos.

Abogaste por los derechos de los niños, alzaste tu voz y usaste tu pluma para expresar lo que pensabas; por ello, te fue negado el ingreso a la Escuela Normal al considerar que tus escritos atentaban contra las buenas costumbres, te manifestaste con un pensamiento feminista al escribir “Las mujeres formamos un hemisferio humano. Toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura nos ha dejado por largo tiempo en la sombra”. Quiero decirte que a la fecha, las mujeres seguimos luchando en un mundo que sigue siendo patriarcal, hemos incursionado en diferentes ámbitos; ahora hay más escritoras, su trabajo  es más visible, aunque debo decirte que hasta el momento eres la única mujer que ha ganado el Premio Nobel en América Latina, ante cinco hombres que lo obtuvieron.

Supiste salir de tus fronteras físicas, Gabriela, y no me atrevo a cuestionar por qué no lo hiciste con tus propias fronteras, ya que es claro que la sociedad de tu época hubiera aplastado tu desempeño. Te sentaste a la mesa con diplomáticos, presidentes e intelectuales, en su mayoría hombres; no solo hablabas el lenguaje de la poesía, dejaste un legado pedagógico importante: “enseñar siempre, con la actitud, el gesto y la palabra”.

Debo confesarte que leí alguna correspondencia entre tú y Doris, lo siento, no resistí la tentación de conocer más a la mujer de carne y hueso; para una parte de tus fans es cuestión sin mayor aspaviento, otros prefieren seguir teniéndote dentro de un clóset de cristal.

Me despido de tí, agradeciendo aquello que nos dejaste en tu obra y tus logros.

Con cariño, Mónica.

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