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Margarita Maza, una mujer liberal

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Leonardo Pino

A pocos días de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, recordamos a una mujer oaxaqueña que trascendió las fronteras de la patria chica y se proyectó a la historia nacional: doña Margarita Maza, nacida el 29 de marzo de 1826, en la ciudad de Oaxaca.

En sus 45 años de existencia, 25 como compañera de vida y luchas del señor Benito Juárez, doña Margarita destacó como una mujer de avanzada, de grandes cualidades, leal a las justas causas de su pueblo y precursora de las luchas contemporáneas por la liberación de la mujer.

Cuando inició la guerra de liberación contra el imperio francés, Margarita Maza, junto con sus seis hijas, presidió una junta de mujeres liberales que se encargaban de reunir fondos para las tropas, los hospitales y para apoyar a las víctimas civiles de la guerra. Estas actividades las sostuvo hasta que fue obligada a abandonar el país con sus hijos.

Nunca fue una abnegada matrona mexicana, como lo difunde la historiografía conservadora. Margarita Maza rompió con los prejuicios ideológicos y sociales de su tiempo y se convirtió en una militante apasionada de la Segunda Transformación de la vida política nacional.

Margarita Maza murió el 2 de enero de 1871, a la edad de 45 años, en su casa de San Cosme, Ciudad de México. 

“Margarita Maza fue una mujer liberal, inteligente y de gran carácter, capaz de dispensar consejos políticos, que apoyó al Benemérito de las Américas en su lucha por la tolerancia religiosa y la creación de un Estado laico en México”. 

Francesca Gargallo, 2009.

Las cartas de Margarita a Benito

A través de las cartas que le envió a su esposo, doña Margarita evidencia su instinto político, amor por la Patria y la unión indisoluble con don Benito y el ideario liberal.

(Nueva York, 10 de noviembre de 1865) Mi estimado Juárez: (…) Creo que esta semana se irá González Ortega; ese desgraciado no ha venido más que a ponerse en ridículo y a que todos le conozcan lo mula que es. (…) Dales memoria de mi parte a los Sres. Lerdo, Iglesias, Goytia, Sánchez, Contreras, Pancho Díaz y Novoa y tú recibe el corazón de tu esposa que desea verte”.

(Nueva York, enero de 1866) Mi amadísimo Juárez: Espero de Dios que tanto tú como los buenos amigos que te rodean se conserven buenos. Ya he sabido que todos están conformes con que tú sigas al mando y tienen razón; sólo tío Ruicito (Manuel Ruiz), como el pobre está loco, le dio porque él debía ser presidente. Prieto lo que quería es ser ministro (…) después te volverá a hacer la guerra porque ellos no tienen la culpa sino tú, que no te vuelves a acordar de lo que te hacen. (…) Adiós Nito, sabes que te ama tu esposa”. 

(Nueva York, 8 de marzo de 1866) Mí estimado Juárez: (…) Todos dicen que los negocios van bien; yo veo que todo sigue lo mismo. Figúrate que ya todos se han fijado en que los americanos lo han de hacerlo todo y, con esa esperanza todos los mexicanos y en particular todos los que vienen aquí, ya no piensan más que en pasearse y no se vuelven a acordarse de nada. Bien puedes no mandar comisionados para nada porque les cuesta y ellos no hacen nada”.

(Washington, 28 de marzo de 1866) (…) Romero (Matías) me llevó a la recepción del presidente y, como verás en el Herald, dicen que estuve yo elegantemente vestida y con muchos brillantes. Eso no es cierto; toda mi elegancia consistió en un vestido que me compraste en Monterrey; (…) respecto de brillantes no tenía más que mis aretes que tú me regalaste un día de mi santo. (…) Procura mandar una ordencita para que estos comisionados Carbajal y Sánchez Ochoa se vayan, porque son inútiles. (…) Con esta percha de inútiles qué esperanza que yo tenga en que hagamos algo”.

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