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¿Libertad de prensa o libertinaje de mercado?

Día_de_la_libertad_de_prensa
Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Leonardo Pino

 

Un nuevo orden de la información y de la comunicación no pueden ser solo un buen deseo, la historia ha convertido tal idea en un programa de lucha inseparable de la lucha por una nueva Declaración Universal de los Derechos Humanos, con el derecho a la información como prioridad”.

(Fernando Buen Abad Domínguez).

 

Bajo el prestigio de la UNESCO, todos los días 3 de mayo se celebra el Día de la Libertad de Prensa y se recuerda y homenajea principios torales de ese precepto, aunque la realidad demuestra cotidianamente que dicha libertad ha sido apresada por grandes monopolios.

Los dueños del capital y amos de las entidades monopólicas a escala mundial, se agrupan en tres grandes industrias: la bélica, la financiera y la mediática.

En la actualidad hay cinco corporaciones que concentran la producción de noticias e industrias culturales en todo el orbe; en nuestro país, 15 familias son propietarias de los medios de comunicación. 

Estos grandes medios oligopólicos de comunicación, son lo que determinan la producción y distribución global  de los contenidos informativos. Los medios de comunicación se sostienen por los aportes de los centros de poder que difunden los lineamientos políticos e ideológicos que justifican sus proyectos económicos y políticos, siempre tendientes a concentrar la riqueza en pocas manos.

Por eso enfrentan, entorpecen y debilitan a gobiernos políticos progresistas; como ejemplo están las experiencias de presidentes de Nuestra América: Néstor y Cristina Kirchner, Lula da Silva, el comandante Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Andrés Manuel López Obrador.

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece que la libertad de expresión es un derecho fundamental, por el cual: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".

Si bien la información debe ser un bien común, y  "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión… y a recibir informaciones”, lo cierto es que la información se ha vuelto, claramente, una mercancía, que pocos deciden cuándo, cómo y para quién se produce y distribuye.

Lo denuncia con claridad meridiana un gran periodista, Ryszard Kapuscinski: “Pero la principal consecuencia de la revolución electrónica ha sido el descubrimiento de que la información es una mercancía que puede reportar grandes ganancias. En el pasado su valor se asociaba a la búsqueda de la verdad, hoy el valor de la información se mide por el interés que puede despertar. (…) La información está subordinada al interés de mercado, a conseguir una rentabilidad máxima y mantener el monopolio. Ese cambio es el más importante de cuantos han operado para entorpecer la cultura”.

Para celebrar debidamente la Libertad de Prensa y el derecho a ejercerla, así como a recibir información veraz, debemos, en primer lugar, rescatar -en toda su dignidad– la palabra comunicación, que, entre muchas de sus acepciones, significa construir comunidad, poner en común. Y trasladar su importancia a la categoría de bien común, e incidir en la producción, distribución y recepción de contenidos para fortalecer el genuino periodismo en todas sus expresiones.

Para celebrar cabalmente la Libertad de Expresión, tenemos que desarrollar la democratización de las herramientas y medios de comunicación.

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RECUADRO

Libertad a Julián Assange, prisionero

de la libertad de información

A Julián Assange, fundador de Wikileaks, podrían condenarlo a hasta 175 años de cárcel. Assange está detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en el Reino Unido, por una petición de extradición que presentó Estados Unidos, por publicar documentos a los que tuvo acceso. Está acusado de divulgar documentos secretos, que entre otras cosas informaban de posibles crímenes de guerra que cometió el ejército de ese país norteamericano. 

Lo que hizo Assange es el trabajo habitual de los periodistas de investigación y no debería castigarse. La persecución de Julián Assange es un ataque a la libertad de expresión.

Si extraditan a Julián Assange o lo trasladan a los Estados Unidos, estaría seriamente expuesto a sufrir violaciones de los derechos humanos, incluidas unas posibles condiciones de detención que podrían equivaler a la tortura o los malos tratos, como la reclusión prolongada en solitario.

Juzgar a Assange es un claro intento de amedrentar al resto de profesionales de los medios de comunicación que denuncian y hacen públicos los trapos sucios de los gobiernos. Y tenemos derecho a saber.

Firma para impedir la extradición de Assange a Estados Unidos, en:

www.es.amnesty.org/actua/acciones/eeuu-assange-libertad

 

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RECUADRO

Historia del Lavado de Cerebro

(Fragmento)

Fernando Buen Abad Domínguez

Uno de los "clásicos" en la Historia del "Lavado de Cerebro" es hacernos creer que no existe. Hay artífices de ese "clásico" que ofician como predicadores dispuestos a proclamar a los cuatro vientos que a ellos nadie les lava el cerebro.

(…) El "Lavado de Cerebro" ha cobrado formas modernas y se ha institucionalizado según las especialidades que demanda el mercado del imperialismo. Verbigracia las lavanderías de cerebros concentradas en saqueo de recursos naturales y particularmente saqueo del petróleo. "Es por tu bien" dicen ellos, "es porque no sabes cómo aprovecharlo", "no tienes la tecnología ni la entiendes", "es progreso", "es moderno", "es transparente"… "es inevitable". Hay joyas del cinismo y del desparpajo consagradas en contratos, acuerdos, alianzas y decretos que cuentan con no pocos aplaudidores con sueldo o sin él.

(…) No diremos que no nos lo avisaron. Llevamos siglos de inventos y estragos en el arte de lavarnos el cerebro. Hay escuelas, debates y tendencias diversas que, a cuál más, se disputan la paternidad de una u otra "técnica"; mejor parar un lavado eficiente y a fondo. Hay universidades especializadas y hay premios con prestigio planetario para aquellos que, todo o en partes, perfeccionen el lavado de cerebros en sus versiones individuales o de masas. Tienen en ese círculo de notables sus "sitiales de número" las iglesias y las sectas, aunque cueste cada día más trabajo distinguirlas de algunos canales de televisión, de algunos partidos políticos y de algunos centros de investigación y enseñanza científicos.

(…) Es preciso identificar y desactivar todas las armas de guerra ideológica que se han inventado y disponernos a desarrollar antídotos como estrategias con métodos revolucionarios del pensamiento y de la acción en simultáneo.

De nada va a servirnos vivir como plañideras por más efectivos que sean nuestros análisis y reclamos. Es hora de avanzar y no quedarnos en la queja, en la observación o en el diagnóstico porque urge integrar todas nuestras mejores fortalezas en un programa de unidad y lucha creadoras que dé a la producción de ideas su lugar obligado e indisoluble en la producción de acciones transformadoras. Es urgente y es posible por más que quieran lavarnos el cerebro con el cuento del "fin de la historia". Ya basta. (aporrea.org)

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