Pasar al contenido principal
x

Lecturas para la vida: Cartas entre la libertad y el encierro

libro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

Dicen que murió con los ojos abiertos, y por más empeño que pusieron para cerrárselos, abiertos quedaron. Esos ojos querían mirar el rostro de su esposa, aquella a quien en vida escribió tantas cartas como días tiene un año: Su Josefina.

El nombre de Miguel Hernández resuena en la literatura española; su obra dejó huella no sólo porque fue escrita en un contexto de guerra en el que la injusticia, la represión y el dolor eran una constante, sino también por la marcada evolución que demuestra en cada uno de sus libros publicados, transitando los temas de la vida, el amor y la muerte.

La obra de Miguel Hernández muestra el sentir de un hombre apasionado; sus cartas dejan ver al hombre que era con todas sus aristas, incluso aquellas que en los poemas no se revelan gratuitamente, y tal como hemos descubierto cuando tenemos la oportunidad de conocer a los y las escritoras cuando leemos su correspondencia, comprobamos lo que él mismo dijo al definir la poesía como “una bella mentira fingida”; podríamos agregar, “como la vida misma”.

En esta primera parte prestaremos atención a las cartas que escribió a su novia y posteriormente esposa Josefina Manresa. Desde la primera, fechada el 1 de diciembre de 1934, hasta la última, del 28 de marzo de 1942, se aprecia el reflejo cotidiano de una relación difícil, tanto por el momento histórico que se vivía (en medio de la Guerra Civil Española), como por las personalidades tan diferentes de uno y de otro, las creencias religiosas, incluso los intereses.

Ellos iniciaron su noviazgo en septiembre de 1934 y en diciembre del mismo año él tuvo que trasladarse a Madrid. La primera carta, como es de esperarse, manifiesta el tono amoroso de la despedida: “Novia mía... el viaje, como todo lo que no sea tú, ha sido aburridísimo”. Sin embargo, las siguientes muestran inconformidad respecto a las respuestas de Josefina: “Ayer he recibido tu carta alegre, tu mejor carta porque en ella te hallo de mejor carácter que en las otras”; en otra expresa: “No quiero que te haga daño nada de mis palabras. Quiero que las pienses sencillamente y quiero verte más mía y más dispuesta a aceptar mi vida tal como es”. No hace falta inferir demasiado: la lejanía, el poco convivir en persona, la impaciencia, la postura del hombre frente a una mujer que no le da lo que él espera y desea se transparenta totalmente en estas misivas.

Continuará el próximo miércoles.

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.