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Las voces de la tragedia: se cumplen 51 años del “halconazo”

estudiantes-corriendo
Foto(s): Cortesía
Redacción

El 10 de junio de 1971 -día de Corpus Christi- una manifestación estudiantil salió del Casco de Santo Tomás, en el entonces Distrito Federal, y avanzó sobre la Calzada México Tacuba, al son de cánticos y consignas revolucionarias. Los jóvenes, junto a maestros, familiares y pueblo en general, pedían al nuevo gobierno de Luis Echeverría, democratización de la enseñanza, libertad de todos los presos políticos y destinar el 12 % del Producto Nacional Bruto a la educación, entre otras demandas “subversivas”.

Cuando la avanzada arribó a la intersección de la calle Instituto Técnico Industrial, fue atacada brutalmente por un grupo paramilitar que descendió de camionetas del gobierno del Distrito Federal.

Los atacantes, al grito de ¡Viva el Che Guevara!, atacan con varas de bambú y golpes de kendo a la vanguardia, mientras que otros de sus cómplices tratan de rodear a la manifestación. Algunos de los marchantes logran resguardarse en la Normal, mientras que el grueso de ellas y ellos son golpeados de manera salvaje, frente a la actitud complacida de la policía.

En toda la colonia se escucha el estruendo de disparos, haciendo un coro luctuoso con sirenas de ambulancias y gritos de dolor y llantos de niños, mujeres y hombres. Muchos estudiantes son doblegados a palos e izados a camiones y patrullas policiales.  Según el testimonio de muchos sobrevivientes, los asaltantes allanaron clínicas y hospitales cercanos para rematar a los heridos.

En la noche de ese fatídico día, el entonces regente del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez, culpó a los estudiantes de la matanza y aseguró: “No existen los Halcones. Esa es una leyenda”.

Sin embargo, sí existieron. “Los Halcones” fue un grupo paramilitar entrenado por los gobiernos de México y Estados Unidos, cuyos integrantes figuraban en la nómina del Distrito Federal.

El Canal 6 de Julio lo vinculó con la masacre de Tlatelolco, y señaló al 2 de octubre de 1968 como su primera participación pública, de acuerdo a una nota aparecida en UNAM Global.

Hoy, al cumplirse 50 años de la tragedia, no se sabe con exactitud cuántas personas murieron; oficialmente se habló de 120 fallecidos, entre ellos estudiantes y trabajadores de la prensa nacional e internacional.

Otras fuentes, sostienen que fueron muchos más.

EX LIBRIS

Diez de Corpus

Leopoldo Ayala

Hoy es jueves para el cuerpo, como 71 de nosotros,

hoy es jueves como muerte, para el pecho y los periódicos.

Las cinco cero cinco de la tarde, la marcha era

para fundir lo que jamás termina,

para que la vida no cayera derribada.

La poesía está en la calle

con una limpidez extraña de seguir, de continuar,

de ser para siempre más grande que sus pasos,

la columna, del brazo, de espalda a pecho, de canto a palabra.

4 PM, más de diez mil estudiantes, obreros,… pueblo.

Santo Tomás, Instituto Técnico, Avenida de los Maestros y San Cosme,

al cruzar por Sor Juana, los granaderos con armamento de alto poder

nos detuvieron por primera vez.

Mexicanos al grito de guerra el acero aprestad y el bridón,

y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón.

Salta la palabra a la calle y se hace manifestación:

Esa v no se ve, esa v no se ve.

Aquí teniente, que entren en acción los halcones, ahí vienen,

protéjanlos… protéjanlos,

corre conmigo, no te separes, yo no sé yo qué quería,

íbamos contra la agonía,

llevando nuestro miedo entre las manos.

Permanecimos boca abajo pegados contra el suelo en sismo,

las ametralladoras, los fusiles,

las metralletas saltaban la barda guareciente.

Ay la muerte ocupando la calle a bocacalle,

ay los cuerpos y los disparos,

resonando por dos horas o tres años.

Y otra vez los mismos días, como gérmenes humanos

y la mandíbula del dolor y de la rabia.

¡Qué hacer, carajo! cuando se ve la pierna colgada como un trapo rojo

y los brazos y las bocas batidas y amenazadas.

Las aperturas democráticas, un diálogo verdadero con el gobierno,

se puede gobernar para la burguesía y para el pueblo

Cerca de mí, los cadáveres se defienden inútilmente,

habrán de despedazarlos, queriendo arrojar en la autopsia su luz

sus puños cerrados.

A prueba de tanto mexicano de mierda,

esos cadáveres, son ejército que refuerza, que señala lo que aumenta el hombre,

lo que hace a nivel de sangre probar ser hombre.

Más de ciento veinticinco muertos llevados al campo militar número uno

Un día esos cadáveres agredirán desde el balcón del palacio.

¡Por nuestros compañeros caídos,

no un minuto de silencio, toda una vida de lucha!

 

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