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El lector furtivo: Sor Juana Inés de la Cruz

sor-juana-oaxaca
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

“Juana de Asbaje vivió en la corte virreinal donde sus talentos sobresalieron”.

Hace muchos años, en la segunda mitad del siglo 17, en la Nueva España brilló un ser humano excepcional para su tiempo y para los tiempos venideros; más excepcional aún si tomamos en cuenta que, en aquel momento, el espíritu humano estaba ceñido por el corsé de la religión y que ésta determinaba el rumbo, no sólo de las cosas sacras sino aún de las profanas. Hablo, por supuesto, de la religiosa y escritora Sor Juana Inés de la Cruz.

Al revisar la vida de este personaje, en un aniversario más de su nacimiento, no podemos más que maravillarnos por los múltiples talentos que la adornaron: lectora precoz, capaz de conversar y escribir castellano, latín y náhuatl; religiosa que dominaba la cocina y que probablemente compuso música. Además, como escritora, Sor Juana mostró una versatilidad inusitada en géneros diversos como e  drama, la epístola y aún en la poesía lírica de la cual dominó sus diferentes expresiones.

Muchas de las composiciones de Sor Juana circularon profusamente en el México novohispano en formas manuscritas y en publicaciones modestas, gozando de cierta popularidad que le dieran, sobre todo, sus versos profanos en los que, hechos por encargo según su propio testimonio, reflexionó como nadie sobre el amor contrariado.

 

Quizá lo más fascinante al hablar de Sor Juana Inés es, precisamente la serie de contradicciones que la rodean. Juana de Asbaje vivió en la corte virreinal donde sus talentos sobresalieron, fue considerada una joven prodigio y, por lo mismo, fue favorita de la virreina alcanzando cierta notoriedad. 

Los retratos que se hicieron de su persona nos muestran a una bella mujer y siempre ha quedado en el aire la interrogante de cómo fue acotada su vida erótica, en favor de la profesión de fe; ¿o es simplemente que el ejercicio intelectual que le apasionaba sólo podía realizarse al amparo de la vida religiosa? 

Habría que considerar que las condiciones de vida de una mujer en aquellos lejanos tiempos no pueden compararse a las condiciones de hoy en día. Hasta ese momento términos como libertad sexual y elección vocacional, ni siquiera habíansido acuñados y en un entorno doméstico (un matrimonio) estos talentos que tanto alabamos hoy en día, habrían sido coartados por las convenciones sociales.

Después de su fallecimiento, la obra de Sor Juana vivió en cierta oscuridad hasta que aparecieron figuras como Manuel Toussaint, Ermilo Abreu Gómez, Antonio Castro Leal y, en la última recta del siglo 20 Octavio Paz y Margo Glantz, que con sus libros “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe” y “Sor Juana Inés de la Cruz : ¿Hagiografía o autobiografía?” respectivamente, parecen darle forma definitiva al mito.

De su obra, la “décima musa” solo vio un volumen publicado en vida, “Inundación Castálida”; en él Sor Juana nos da muestra de cómo “en distintos metros, idiomas y estilos fertiliza varios asuntos con elegantes, claros, ingeniosos y útiles versos para enseñanza, recreo y admiración”.

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