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Diez años de conservar los tesoros de la Tumba 7 de Monte Albán

Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

Un total de 245 objetos, entre ellos 138 metálicos y 50 óseos han sido invertidos bajo la premisa de conservación-restauración en la última década. Se trata de un proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), avalado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, en el que un equipo especializado ha trabajado en la preservación integral de los tesoros mixtecos hallados en la Tumba 7 de Monte Albán, en Oaxaca.

Con este medio se garantiza la transmisión del conocimiento del pasado y reafirmar la identidad cultural en el presente. Destaca, como parte de este trabajo, la conservación de 70 collares, sartales y pulseras, elaborados con más de seis mil cuentas.

Una labor invaluable

En días pasados fue celebrado el Día Internacional del Conservador Restaurador; por ello, el INAH emitió un comunicado en el que comparte la versión de la responsable de esta iniciativa de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, Sara Eugenia Fernández Mendiola, quien además reflexiona sobre la tarea de las y los profesionales de la disciplina.

Los expertos en la conservación del patrimonio, apunta, actúan no solo para estabilizar y contribuir a la permanencia de la dimensión cultural de las piezas arqueológicas, históricas, artísticas y paleontológicas, sino también en la optimización de las condiciones ambientales del entorno en que se resguardan o exhiben.

Así fue como el planteamiento para tratar la variopinta colección de la Tumba 7 buscó ir más allá de la conservación de los objetos de valor arqueológico, “con el objetivo de colaborar en la transmisión de las ideas contenidas en estas antiguas obras de arte, que nos sirven para aproximarnos a la historia y reactivar la memoria en tiempos de cambio como los que experimentamos”.

El proceso

“El lugar de los ancestros” es la sala del Museo de las Culturas de Oaxaca en la que se exhiben las piezas que ha trabajado paulatinamente Sara Fernández Mendiola con la asistencia de colegas, desde 2013. En esta sala, los visitantes no pueden disimular su asombro.

Al hablar sobre este proceso, la especialista explica que se ha recuperado la estabilidad estructural de los múltiples materiales orgánicos e inorgánicos que constituyen estas piezas rituales, tratando zonas frágiles y con riesgo de fragmentarse.

Este trabajo implica la eliminación de materiales y depósitos superficiales ajenos que han actuado en detrimento de sus valores constitutivos y estéticos. Gracias a las limpiezas físico-químicas realizadas de forma puntual y general, se ha logrado la mejora visual de las superficies y colores de las obras, en pro del aprecio de su materialidad.

Hasta el momento, se ha realizado la conservación integral de 245 objetos, entre los que sobresalen 138 metálicos y 50 óseos. Destaca la intervención de 70 collares, sartales y pulseras, elaborados con más de seis mil cuentas de oro, plata, azabache, concha, cristal de roca, piedra verde, turquesa, perlas y ámbar.

La experta de la CNCPC, quien lleva a cabo estas labores en el propio museo, sostiene que los tratamientos han facilitado el entendimiento de las cualidades formales de las piezas, permitiendo ahondar en sus significados; ejemplo de ello es la mejor legibilidad de los más de 40 huesos de jaguar y águila, los cuales grabaron sus creadores con el mismo estilo y las convenciones iconográficas de los códices mixtecos del periodo Posclásico (1200-1400 d.C.).

A casi 700 años -pues gran parte de este tesoro fue colocado en las primeras décadas del siglo 14 d.C., reutilizando la vieja tumba zapoteca para convertirla en sitio de culto a los ancestros mixtecos-, su mensaje como ofrenda de gratitud, de recuerdo, por un oráculo y como pedimento de buena fortuna, permanece en su esplendor gracias a las labores de conservación y restauración del que ha sido objeto.

En el comunicado del INAH se destaca que Sara Eugenia Fernández, de vuelta a los terrenos de la disciplina, comenta que la conservación-restauración efectúa estudios para el conocimiento profundo de la estructura y estado material de cada bien cultural, visto en su entorno de exhibición e identificando los factores de deterioro internos y externos que influyen en él, para tomar medidas y acciones que minimicen cualquier tipo de daño.

Proyecto dedicado a la Tumba 7

La comprensión integral de esta problemática, atendiendo al diagnóstico, estudios, intervención y cuidados posteriores de resguardo de toda la colección, además de su adecuada exposición, “es lo que ha convertido al proyecto dedicado a los tesoros de la Tumba 7 de Monte Albán en una iniciativa sin precedentes, al ofrecer nuevos caminos que permiten prolongar su existencia física”.

Sara Fernández concluye que, en cada cambio de contexto, estos objetos han sido resignificados, “por lo que trascienden en el tiempo y se mantienen vivos para las comunidades. La ofrenda de la Tumba 7 es ejemplo de cómo los humanos atesoramos objetos de los que emergen recuerdos; por ello, la memoria es siempre social, es cultura. Conservemos el valor de la memoria”.

La iniciativa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha trabajado en la preservación integral de los tesoros mixtecos hallados en la Tumba 7 de Monte Albán, en Oaxaca, dada la importancia de conservar y restaurar el patrimonio cultural.

Labor de conservación y restauración, fundamental

Diversos y múltiples factores son los que pueden afectar al patrimonio cultural: el paso del tiempo, desastres naturales, incendios, guerras, descuidos, entre otros. Todo esto pone en riesgo no sólo los soportes materiales, sino también lo que esos objetos representan: la memoria histórica, cultural y artística de las sociedades que los produjeron.

Por ello, la labor de quienes se dedican a la conservación y restauración del patrimonio cultural es fundamental, pues gracias a sus conocimientos técnicos y científicos es posible preservar en las mejores condiciones posibles el legado cultural.

El Apunte

El Día Internacional de las y los Conservadores y Restauradores fue el pasado 27 de enero. El INAH  felicitó y agradeció a los profesionales de estas disciplinas por su esmero en el cuidado y protección de los objetos y monumentos que hablan de nuestra historia e identidad.

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