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Alejandra Pizarnik, los gritos interiores y sus cartas

mujer
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo / Tercera de cinco partes

“Alejandra, Alejandra, debajo estoy yo Alejandra”. Solo un nombre, es el título de este poema escrito por Bluma, Flora, Blímele, Sasha; nombres con los que fue conocida Pizarnik en sus diversas épocas, en una vida corta, pero intensa; ¿qué podemos pensar al respecto? Los enigmas con los que nos hacemos nombrar en los diferentes ámbitos de nuestra vida, esos apartamentos que habitamos y que nos dan cierta identidad, a veces fragmentada, pocas veces completa. Alejandra, así decidió llamarse, en una búsqueda laberíntica de lo que fue su vida, su andar hacia el encuentro con sus abismos personales, con la muerte misma, incluso con el amor y la pasión. En su vida tuvo gran actividad amorosa, la cual quedó registrada en sus diarios y cartas.

Entre los 15 y 21 años mantuvo una correspondencia con Guillermo Oreste Silva, familiar de una de su amigas, la también escritora Clara Silva; con él fantaseó casarse, quedó evidenciado en su intercambio epistolar; escribió en 1956: “Ahora me juego la felicidad de estar contigo, estar contigo siempre, cuánto me gustaría, contigo hasta el fin, pero no, la dicha no me atrapará, no es de mi clase, yo soy del dolor, soy para el dolor, tú mismo deseas lo que yo, la soledad ya me lo has dicho, lo he comprendido; nuestro sufrimiento es análogo, tal vez por eso nunca podremos estar juntos”. En esta misiva se observa la contraposición de los deseos, latente en otros escritos.

Otro ejemplo es el rescatado de su diario del año 1955 un guiño al amor, una fantasía quizá con Juan Jacobo Bajarlía, maestro suyo, un hombre que le doblaba la edad; fue su primer revisor de poemas, se quedaban hasta entrada la noche trabajando en ellos. Ella escribió en su diario: “En un momento dado, mientras JJB me habla, siento un leve deseo voluptuoso por él, se me ocurre que no estaría nada mal que me case con él; no, al minuto me contradigo, pues pienso en mis libros que ya no serían míos, que estarían mezclados con los suyos, lo que sería una tremenda pérdida de libertad y autonomía; jamás me casaré, si me curo tendré amantes”. Advierte claros deseos de amar, pero esa aspiración se intercepta con la pérdida de su libertad, y ella, era de y para la poesía.

Continuará el próximo miércoles…

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