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“A acuartelarse en Oaxaca”: Morelos y Pavón

Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Leonardo Pino

 

Después de sitiar y tomar Huajuapan, don José María Morelos volvió a Tehuacán a reorganizar sus tropas a fin de tomar Oaxaca. Ya en la Villa de Etla, la noche del 24 ordenó en la orden del día: “A acuartelarse en Oaxaca”. Al día siguiente, el 25 de noviembre de 1812, entra a la ciudad, después de tres horas de combate.

Durante su estancia de 45 días, el señor Morelos se dedica a organizar la ciudad y el Estado, mientras rearma a su ejército. A diez días de haber tomado esta plaza, Morelos nombra a las nuevas autoridades locales, bajo la presidencia de Manuel Nicolás Bustamante, y nombra intendente de la provincia a José María Murguía y Galardi. El jefe insurgente tuvo sumo cuidado en sumar a la estructura administrativa de Oaxaca a su causa, por lo que desplegó una gran actividad en ese sentido: reforzó al Ayuntamiento, mantuvo reuniones con el Cabildo Eclesiástico de gran poder y protegió a los comerciantes y hacendados. A ese fin, expidió un decreto por el que protege a los ciudadanos de los posibles desmanes de su tropa.

Hasta ese momento, Oaxaca es la ciudad de mayor importancia que conquistó el ejército libertador, ya que además de ser capital del territorio, era sede del obispado regional, contaba con un seminario, una imprenta y numerosos intelectuales que hicieron las veces de consejeros del jefe insurgente. Con la conquista de Oaxaca, Morelos pudo solventar los gastos de su campaña militar y aseguró la retaguardia para su futura marcha hacia México.

En nuestra ciudad, el señor Morelos indica a José María de Herrera iniciar la publicación del periódico libertario "El Correo Americano del Sur", que le permitió ejercer la libertad de expresión por la que siempre había luchado. En la presentación del primer número del periódico, quedó establecido que “nos lisonjeamos de haber conseguido el auxilio de la imprenta, este precioso auxilio quizás de mayor necesidad que las bocas de fuego, para batir el formidable coloso que nos oprime, y cimentar sobre sus ruinas el grandísimo edificio de nuestra amada libertad”. Luego se haría cargo de la dirección de  "El Correo Americano del Sur", el destacado intelectual revolucionario oaxaqueño, Carlos María de Bustamante.

En Oaxaca, Morelos -conocedor de las características raciales del estado- aborda el tema con gran entereza y claridad en los bandos que proclamó. En el Bando del 29 de enero de 1813, en el cual aparecen algunas providencias políticas y sociales, destaca la orden: “Que quede abolida la hermosísima jerigonza de calidades indio, mulato o mestizo, tente en el aire, etcétera y sólo se distinga la regional nombrándolos a todos generalmente americanos”. En otros bandos, que el generalísimo expide en Oaxaca, manifiesta una especial preocupación por los indios: “Que los naturales de los pueblos sean dueños de sus tierras y rentas sin el fraude de entrada en las cajas”.

En el mismo bando, Morelos establece: “A consecuencia de ser libre toda la América, no debe haber esclavos y los amos que los tengan los deben dar por libres, si exigirles dinero por su libertad; y ninguno en adelante podrá venderse por esclavo, ni persona alguna podrá hacer esta compra so pena de ser castigado severamente”.

Entre otros de los grandes aportes que José María Morelos realizó durante su estancia en Oaxaca, es necesario destacar la creación del sistema de Correos y Servicio Postal que, creado en esta ciudad, se extendió a lo largo del país.

El futuro Siervo de la Nación abandona nuestra ciudad –a la que nunca regresó– el 9 de febrero de 1813.

 

Ex libris

Morelos en Oaxaca

Jorge Fernando Iturribarría

Palabras liminares

Mi afición a los estudios históricos me proporcionó, ocasionalmente, la oportunidad de coleccionar y clasificar datos diversos sobre la campaña militar de Morelos en Oaxaca.

Este aspecto de la historia local, ha sido ya tratado por los historiadores Bustamante, Gay y Alamán, pero además de que en sus respectivas obras habían quedado sin tocar varios puntos importantes, los tres, por circunstancias vinculadas a su situación,  posición o personalidad, representan, cada uno de ellos, facetas diferentes del mismo objeto de sus estudios.

Ni Bustamante ni Alamán podían ver con absoluta imparcialidad: el primero, por ser un historiador insurgente; el segundo, por ser el historiador de la anti insurgencia. Por lo que toca a nuestro eximio Gay, se limitó discretamente a comentar lo dicho por Bustamante, acotándolo, pero sin externar en este episodio de nuestra historia opiniones propias, no porque careciera de ellas, que bien probado tiene lo contrario, sino inhibido por su carácter sacerdotal. Aun eximiéndose, como lo hizo, representa un aspecto: el aspecto del clero, pero a una distancia de más de tres cuartos de siglo de los acontecimientos.

Yo, en realidad, lo que hice fue recopilar los tres aspectos y tratar de sacar algunas breves conclusiones.

Por cuanto se refiere a la aportación de nuevos datos, aunque estos no son de los que nosotros llamamos de “primera mano”, aporto en el apéndice de documentos los que se contraen a las dos ideologías opuestas, como opuestas son las de Bustamante y la de Alamán, a saber; la crónica histórica publicada en los semanarios insurgentes Sud y El Correo Americano del Sur, por una parte, y por la otra, los cargos hechos al Deán Ibáñez de Corbera y la defensa con que el mismo trata de rebatir a sus acusadores. Los primeros documentos son casi desconocidos, por lo raro que es dar con esas publicaciones; los últimos son muy poco conocidos y corren en el expediente de Infidencias que existe en el Departamento de Historia del Archivo General de la Nación.

Este es un trabajo modesto y sin relieve, en el que una buena parte de mi labor se ha reducido a la de compilador. La narración de los hechos se apoya generalmente en los datos de Bustamante, precisados con más esmero, si se quiere, gracias al acervo documental, del que se publica únicamente lo que he juzgado fundamental, para que el lector pueda ver este episodio desde los ángulos encontrados de dos tendencias opuestas y así formarse un criterio justo.

Apartándome, como siempre le he hecho, de la tendencia absurda para la crítica histórica, de ponderar sistemáticamente la conducta y hechos de nuestros héroes, solamente porque su calidad de tal nos los impone como valores consagrados e intocables, he mostrado la llaga donde existe. A esta distancia ni la herida duele ni la llaga resuma nauseabundo podre.

Empieza esta narración con el heroico sitio de Huajuapan, sostenido por Trujano, porque representa prácticamente el primer hecho de armas habido en el territorio oaxaqueño, digno de ser consignado, y porque en él intervino Morelos hasta liquidarlo. (…)

 (Jorge Fernando Iturribarría: Morelos en Oaxaca; Gobierno del Estado de Oaxaca, octubre de 2010).

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